El crepúsculo de los dioses

Feb 24 • destacamos, Lecturas, Miradas, principales • 2746 Views • No hay comentarios en El crepúsculo de los dioses

 

POR ROBERTO FRÍAS

 

 

El boom no inició con un estallido, sino con una mentira, o con varias. Muchas de ellas no se llaman en realidad mentiras, sino fabulaciones, como las que contaba García Márquez en sus novelas, que tenían algo de biográfico, y sobre su vida, que tenía algo de novelesco. Otras, como la premisa de que esta literatura valía por latinoamericana (aunque casi de inmediato fue claro que valía por ser buena literatura), tuvieron mucho que ver con el contexto histórico, sobre todo con la revolución cubana. Todos hemos sabido siempre que la literatura es una sarta de mentiras (que dicen la verdad) pero lo que no sabíamos los latinoamericanos en los años sesenta es que contando las nuestras podíamos llegar a la fama literaria, incluso al premio Nobel. ¿Cómo pasó esto?

 

Xavi Ayén es un periodista catalán de larga y, ahora, muy reconocida trayectoria. Su trabajo ha estado ligado desde hace muchos años a la sección cultural del diario barcelonés La Vanguardia, donde se fue especializando en la fuente literaria y llegó incluso a publicar una serie de entrevistas con algunos ganadores del premio Nobel de literatura. El periódico se encargaba de hacerlo volar al lugar en que vivía el autor para, en viajes relámpago, confrontarlo y tratar de desentrañar la mecánica interna de su trabajo literario. En paralelo, y a lo largo de diez años, Ayén fue siguiendo las huellas que los protagonistas del boom fueron dejando por el mundo en su «alocada» carrera para ganarle lectores a la literatura latinoamericana. Es muy probable que el resultado, Aquellos años del boom, ofrezca una respuesta convincente a la pregunta anterior, y a varias otras de mayor o menor calado.

 

El libro reconstruye, dedicándole capítulos a los principales autores (García Márquez, Vargas Llosa, Mutis, Donoso, Pitol, Bryce Echenique, Fuentes, Cortázar y Edwards), a las ciudades protagonistas del boom (Barcelona, México, Buenos Aires, París y Nueva York), y a los editores y agentes (Paco Porrúa, Carlos Barral y, claro, Carmen Balcells), capítulos por los que desfila también una larga lista de secundarios, el proceso histórico mediante el cual se fueron combinando factores que dieron como resultado una fuerte moda de la literatura latinoamericana. La empresa no era fácil, como es obvio, comenzando por el hecho de que nadie se pone muy de acuerdo sobre lo que el boom fue: estrategia comercial, movimiento, moda, fenómeno de ventas, cambio de perspectiva lectora, etc. Ni sobre quienes podrían integrar cabalmente la nómina del mismo; al parecer cada crítico literario, cada escritor, cada periodista y cada académico siguen teniendo, a la fecha, una idea muy distinta. Tras leer el libro, y a la luz de que no es posible emprender esta empresa sin acotar con ciertos lineamientos el estudio del fenómeno histórico, queda claro que Ayén ajustó sus parámetros y se lanzó a seguirlos: el boom no es movimiento, no es moda, es la conjunción de una serie de novelas de gran calidad que afloran en un momento en que los ojos del mundo están puestos en Latinoamérica tras el triunfo de la revolución cubana, y que pueden posicionarse bien en el ámbito de habla hispana gracias a la labor de editores y agentes americanos y españoles, en un momento en que la literatura producida en España no pasaba por sus más altas cotas de calidad.

 

Para Ayén, ceñir al grupo tuvo mucho que ver con el tránsito de escritores por los escenarios más propicios para el caldo de cultivo de esa literatura nueva: las ciudades antes mencionadas pero, sobre todo, Barcelona. A su entender, Barcelona era en ese momento el polo magnético por varias razones, el surgimiento de Carmen Balcells, la llamada «Mamá Grande» de la literatura latinoamericana o, también, la «super agente», pero en términos más concretos, la persona que supo ver la oportunidad de mercado para una literatura latinoamericana de calidad, en el momento justo en que los lectores estaban ávidos por leerla. Pero también porque Barcelona era el lugar donde se estaban concentrando los latinoamericanos para vivir con cierta tranquilidad, alejados de los tumultos políticos de sus propios países, y poder concentrarse en sus obras. Balcells misma tuvo mucho, o todo, que ver con que García Márquez y Vargas Llosa vivieran ahí, por no hablar de su constante apoyo a Donoso, Fuentes y otros. Y, lo más importante, según el periodista, Barcelona es donde se fraguaron algunas de las obras más emblemáticas del boom.

 

Para responder por qué el boom fue el fenómeno que fue, Ayén parece dar más peso a la calidad intrínseca de las obras y al avezado instinto de Balcells y de los editores. Es cierto que se ocupa del fenómeno cubano, también de la necesidad estadounidense de esa época de cooptar, mediante las traducciones, las becas y las estancias académicas, a la mayor cantidad de intelectuales latinoamericanos posible, pero no las considera cuestiones instrumentales para que esas novelas y esos autores tuvieran proyección mundial. Creemos que quizá haya un poco de optimismo en esta apreciación. Sin dejar de lado que Cien años de soledad, La ciudad y los perros, Conversación en la catedral, Rayuela, La muerte de Artemio Cruz y otras obras del boom son novelas excepcionales, no podemos saber si hubieran tenido la misma proyección mundial que tuvieron de no haber ocurrido la revolución cubana y de no haber sido escritas en medio de la guerra fría. Echamos de menos que el periodista hubiera indagado más en esa correlación. Más de acuerdo estamos en el hecho de que la literatura española pasaba por otro de sus momentos oscuros, como quizá lo hace ahora.

 

Por otro lado, tomar como parámetro de su tesis de trabajo la cercanía de los autores con Barcelona, es decir, como razón primordial para incluirlos en el boom, a pesar de que se habla secundariamente de París, la Ciudad de México, Buenos Aires o Nueva York, se antoja también un tanto arbitrario. Esta tesis de trabajo produce que escritores de innegable adscripción al fenómeno como García Márquez y Vargas Llosa, compartan grupo con Sergio Pitol, quien también vivió en la ciudad condal, pero que tiene tanto que ver con el boom como aquellos que fueron agregados en retrospectiva, Borges y Tito Monterroso, por ejemplo. Y esto produce también que García Márquez y Vargas Llosa adquieran un peso excesivo. No desestimamos sus premios Nobel y sus ventas millonarias pero, si hablamos de calidad literaria, echamos de menos que los capítulos dedicados a Fuentes, Mutis o Pitol ahonden en la apreciación crítica de la obra, no por ello con mucha mayor profusión de datos. Por último, si bien es cierto que en la mayoría de las clasificaciones del boom las mujeres son pocas, o de plano ni siquiera figuran, y que en Aquellos años del boom es notorio el esfuerzo por incluir a las probables (Nélida Piñon, Cristina Peri Rossi) y por mencionar de pasada a algunas que transitaron por Barcelona (Ana Basualdo, Marta Lynch y Albalucía Ángel), queda una sensación de vacío y de duda, y no es muy claro por qué no se hizo hincapié en otras escritoras probables, aún cuando escaparan al requisito de pisar tierra catalana. ¿Será posible que las mujeres no figuren tanto por la explicación dada por Peri Rossi y que Ayén cita: «digamos que las chicas teníamos la autoestima muy baja»? Mención aparte merece el desliz, inexplicable, de decir que estas no fueron todas las mujeres del boom, que también hay que considerar que «fuera del ámbito profesional, la presencia femenina marcó la producción literaria de los Vargas Llosa, García Márquez, Cortázar, Fuentes, Cabrera Infante, Edwards, Donoso, cada cual con vínculos sexuales y afectivos complejos. Sin aquellas esposas, exesposas, amantes y todo lo que hubiera en medio, ninguno de estos escritores hubiera existido. O no como los conocemos».

 

Dicho todo esto, lo verdaderamente importante es la extensa y muy profesional documentación que Xavi Ayén ha realizado del fenómeno, como lo demuestran las más de mil notas que remiten a la consulta de libros, cartas, archivos personales, diarios, revistas, y a las entrevistas realizadas por el mismo periodista, donde destacan las diversas conversaciones con Vargas Llosa, Miriam Gómez, Carmen Balcells, Mutis, Pitol, el círculo cercano de Barral, Fuentes, entre muchos otros, (además de que el periodista tuvo la suerte de estar en la casa neoyorquina de Vargas Llosa cuando le anunciaron el premio Nobel) y, en un lugar especial, la mítica entrevista que le hiciera a García Márquez, una de las últimas que dio el colombiano, gracias a la instigación de Carmen Balcells, en su casa de la Ciudad de México.

 

La concentración de valiosa y actualizada información sobre el boom en un solo lugar, ordenada a partir de una misma visión, crea un documento enciclopédico que es, desde ya, referencia obligada para quien busque entender el fenómeno. El fenómeno no es otro sino el del surgimiento, acomodo y proliferación de los autores de una determinada literatura en el canon de la literatura global. Al poder leer desde una misma fuente y en un solo documento la historia del boom, se nos vuelve aún más clara la mecánica de ese posicionamiento: cómo los agentes, los editores, los escritores y toda la cadena de estudio y difusión de la literatura se va conectando en un determinado contexto histórico para imprimir una profunda huella. Esa es la más fascinante crónica de Aquellos años del boom, sin desestimar las tramas paralelas y las subtramas: las amistades transformadas en envidias o en distanciamientos decimonónicos, las pasiones desquiciadas, las leyendas de disciplina monástica, las texturas de las personalidades, la cercanía con la política, la figura omnipresente de dictadores y regímenes autoritarios, y los muy felices encuentros con el éxito profesional.

 

Xavi Ayén se nos revela con Aquellos años del boom, merecedor indudable del premio Gaziel de biografías y memorias, como un periodista superior, capaz de proezas informativas que superan por mucho lo que se suele hacer hoy en diarios y editoriales de Latinoamérica y España, y que se acerca más al periodismo monumental y sesudo del mundo anglosajón. Propongo que La Vanguardia lo alivie de la redacción y lo utilice en exclusiva para proyectos especiales de gran envergadura, de otra manera, no saben lo que tienen en las manos.

 

Aquellos años del boom es también la crónica de un mundo que desapareció, del crepúsculo de los dioses de la escritura latinoamericana que tenían por misión hacer comprensible su mundo a los lectores de otras latitudes y cuyos sobrevivientes son ya muy pocos. Afortunadamente, ya no tenemos que probarle a nadie que podemos escribir y no necesitamos escribir forzosamente sobre nuestros países, ahí están los escritores de otras generaciones para demostrarlo, como lo harán algunos de ellos este año, en el Reino Unido.

 

 

 

Xavi Ayén, Aquellos años del boom, Barcelona, RBA, 2014, 870 pp.

* Xavi Ayén comparte con este libro uno de los estudios más completos sobre el “boom” latinoamericano /  Foto: Reuters

« »