El estridentismo en “El Universal Ilustrado”

Feb 12 • destacamos, principales, Reflexiones • 7875 Views • No hay comentarios en El estridentismo en “El Universal Ilustrado”

 

La especialista en vanguardias literarias iberoamericanas hace un recuento del camino trazado por los exponentes de esta corriente artística en las planas del semanario cultural de la época

 

POR YANNA HADATTY MORA 
Estamos de centenario. Según la datación más generalmente aceptada, “el estridentismo nace e irrumpe en los últimos días diciembre de 1921, con la aparición de la hoja volante Actual No. 1”. Así lo relata el estudioso pionero del movimiento, el argentino-mexicano Luis Mario Schneider (1931-1999), que para 1968 le valió el título de doctorado en letras de la UNAM.

 

Consideramos que una de las características distintivas, fundamentales, del movimiento de vanguardia mexicana conocido como estridentismo merece especial atención. Las vanguardias, tan amigas del pueblo y tan enemigas de lo popular, como dice el estudioso Hanno Ehrlicher, encuentran en el caso mexicano un punto de choque a esta afirmación por lo demás tan irónica como real: en la mayoría de las ocasiones las vanguardias estéticas de los años 20 fueron elitistas, minoritarias y se adoptaron con reservas y parcialmente. Con este texto queremos orientar la lectura hacia la hipótesis de que el que fuera en esa década el más influyente suplemento cultural, que se proclamaba desde su tiraje y maquinaria editorial en consonancia con su subtítulo, “Semanario Artístico Popular”, formó una alianza insospechada, un círculo virtuoso, con el estridentismo. No únicamente sus pegajosas frases y proclamas, quizá más que poéticas publicitarias —“Muera el cura Hidalgo”, “Viva el mole de guajolote”, “A Huitzilopochtli, manager del movimiento estridentista”, “El estridentismo ha inventado la eternidad”—, recuerdan la publicidad que sostenía al diario, sino que las estrategias y los nombres de poetas, dibujantes, cronistas, se confunden, al punto de no poderse determinar qué fue primero, el trazado publicitario, los textos periodísticos o la orientación de las imágenes literarias.

 

Si en general se refiere al rol entre ambos ámbitos que jugó como jefe de redacción del semanario el guatemalteco Arqueles Vela (1899-1976), toma el pulso de época al decidir su filiación al movimiento, el hecho de que el tiraje de una novela corta tan rupturista como La señorita etcétera, primera obra narrativa de la vanguardia hispanoamericana que el 14 de diciembre de 2022 cumplirá un siglo y que, como es sabido, fue publicada en la colección La Novela Semanal de El Universal Ilustrado, fuera el mismo que el del semanario y compartiera colección con la segunda edición de Los de abajo, la desde entonces afamada novela de Mariano Azuela, habla de una órbita inusual de intelectuales y circuitos, propiciada por un visionario de la prensa, el director del semanario en su periodo áureo (1920-1934) Carlos Noriega Hope (1896-1934), inquieto a su vez por las vanguardias teatrales y cinematográficas.

 

Solamente con entender y repasar al detalle la coincidencia entre el desarrollo del periodismo industrial en México, la emergencia de una generación de escritores jóvenes (Arqueles tenía 24 años al entrar como jefe de redacción, la misma edad en que Noriega pasó a dirigir el semanario) emergentes de las filas del reporterismo postrevolucionario, la seducción de las vanguardias que eran noticia y se divulgaba en sus páginas, el cruce de las nuevas formas periodísticas —entrevista, reportaje, encuesta— y las novedosas formas de representación en el arte —visualidad predominante, abstracción, desfiguración del realismo—, que tenían su espacio de exhibición en el semanario, vuelven comprensible el fenómeno. Los ilustradores de El Universal —Cas, Audiffred, Bolaños Cacho, Duhart— se desempeñan en el semanario a la par como caricaturistas, publicistas e ilustradores de noticias. Y las amistades que se forjan —como en todo espacio colectivo de trabajo, más aún entre jóvenes— pesan más que los ismos y las lógicas estéticas. Así, por ejemplo, el semanario publica retratos serios de Arqueles hechos por el ilustrador y caricaturista Andrés Audiffred (1895-1958), el del mexicano el 7 de septiembre de 1922 para ilustrar dentro de una de las entregas de la página “El ánfora sedienta” la selección de poemas del autor, hecha por Rafael Heliodoro Valle, como adelanto del libro Poemas inútiles de Vela; y por Alfredo Gálvez (más adelante pintor nacional de Guatemala y en 1923 residente en México, quien le hace un retrato que aparece como portada de La señorita etcétera). Pero también caricaturas dibujadas por Guillermo Castillo “Cas” (5 de abril de 1923) y por él mismo (la autocaricatura de Arqueles Vela en El café de nadie aparece como parte de la galería presentada por el caballero Puck —seudónimo de Guillermo Jiménez— en el artículo “¿Cómo dibujan nuestros escritores?”, el 17 de julio de 1924).

 

En cuanto a la fotografía, retratos aparecidos en el semanario tomados para sus artículos resultan imágenes icónicas de los autores: el Maples Arce dandy, peinado con Stacomb, vestido con traje y pañuelo en el bolsillo del primer manifiesto estridentista, resurge el 20 de septiembre de 1923 y queda inmortalizado en dos imágenes por la cámara de Fernando Sosa durante una entrevista hecha por Ortega, aunque despojado de la dalia blanca en el ojal: “Zig zags en la república de las Letras. Maples Arce arremete contra todo el mundo”, que en su segunda página incluye además una foto en el Café Europa, alias Café de Nadie, de Arqueles, Maples, Salvador Gallardo y Luis Felipe Mena. El grupo completo queda retratado para acompañar la crónica de Arqueles Vela, “La tarde estridentista. Historia del café de nadie”, el 17 de abril de 1924, junto con un nutrido público masculino que acude al “té estridentista de la celebración”. Pero también se publica un fotomontaje sobre el retrato del poeta Maples Arce y el músico experimental Julián Carrillo, que les toman el pelo (o más bien que se los hace crecer), a la par que a figuras egregias como Alfonso Reyes y Antonio Caso, todos con sendas pelucas (Introito sobre el pelo y el espíritu, 21 de agosto de 1924). Habría que añadir —por la duda de la nacionalidad de Vela, que decía ser de Tapachula, Chiapas, para evitar asuntos migratorios, pero había nacido en Ciudad de Guatemala—, que en el número guatemalteco del diario aparece un hermoso retrato de su hermano, el poeta y periodista David Vela (1901-1994) a cargo del mismo Audiffred, para ilustrar tres poemas vanguardistas del menor de los Vela (el 30 de agosto de 1923).

 

Entre loas y detracciones

 

Sin embargo, no todo fue elogio entre estridentistas y El Universal. Rafael Heliodoro Valle, periodista, poeta y bibliógrafo hondureño, critica ya el 13 de julio de 1922, bajo el seudónimo de Luis G. Nuila, al recién nacido movimiento y sus manifiestos: “Es indudable que el estridentismo acabará por fastidiar la paciencia de los santos”; pero para el 24 de agosto de 1923, elogia con su nombre el poemario Andamios interiores de Maples Arce, libro “que viene a perturbar el sueño a muchas personas y a mostrarnos a un hombre que tiene la valentía de lanzar un alarido en plena quietud circundante”.

 

Al parecer, la burla frente a la ruptura funciona como motivo de chiste en varios textos. Así ocurre para introducir el poema antivanguardista “Ultrafuturismo”, del madrileño Carlos Luis de Cuenca, aparecido por primera ocasión en 1913, que es editado por el semanario con una imagen de Audiffred, antecedido por la dedicatoria “Con todo respeto dedicado al inimitable poeta Manuel Maples Arce” el 1º de noviembre de 1923. La ilustración merece un comentario: en el centro un polichinela con un cuchillo enfrenta un rayo, el escenario en que se presenta es un plano que combina un imaginario ingenuo en el telón de fondo de un paisaje imposible que presenta cables, edificios, barcos, mar, foresta, mientras en segundo plano aparece como adalid del muñeco de comedia un remedo de una estatua femenina oscura de Brancusi o Modigliani. Quizás la ironía puede expresarse de manera más sutil: la ilustración de Audiffred que acompaña el 6 de mayo de 1926 los “Últimos poemas de Manuel Maples Arce” es una caricatura del poeta y su conquista, en que la frescura de la flapper contrasta con el vientre prominente de Maples Arce de frac y fumando un puro con un par de copas de coctel sobre una mesa con mantel a cuadros, en el plano posterior aparece una imagen cubista de la ciudad que insinúa con formas geométricas presuntos edificios, y junto a Maples Arce se ve la mano y la servilleta de un mesero que recibe un pago generoso. Este texto, publicado después de que el poeta veracruzano aceptara el cargo de juez en Xalapa, hace eco de otra crítica que aparece en el semanario en tono de reportaje a cargo de Enrique Barreiro Tablada: “El joven maestro se ha vuelto un burgués de la judicatura” (1925).

 

Estridentistas, estridentismo, filoestridencias o de cómo estridentizar una época

 

Maples Arce adscribe en 1923, con motivo de una conferencia en San Ildefonso reseñada en el semanario, a Diego Rivera con el movimiento, al calificar: “su estilo francamente estridentista” (“Un decorado cubista se inauguró en la preparatoria,” 10 de marzo de 1923). Pero no es la única referencia: El Universal utiliza profusamente el adjetivo “estridentista” como sinónimo de nuevo, vanguardista, desconcertante, incomprensible, ruidoso, enervante, a lo largo de la década de los 20. Por ello no resulta exagerado afirmar que, si el semanario universalizó al movimiento o lo dotó de resonancia nacional, el estridentismo metió disonancia y ruido considerables al semanario, en fotos, caricaturas, grabados, temas, estilos, publicidad, tecnología y moda, al grado de que ya es imposible hacer por separado el recuento del centenario movimiento y del diario que le lleva apenas un lustro de ventaja. En estudios recientes se habla del estridentismo y su influencia en la arquitectura, el diseño, la publicidad, la fotografía, la música, el cine, el teatro, el performance, la radio, además de la literatura. Quizás habría que revisar también su relación con el periodismo cultural, sus polémicas y estrategias de mercadotecnia.

 

No extraña que sea el mismo año de la imborrable revuelta estudiantil cuando aparezca el estudio pionero de Schneider en forma de tesis, ni que el autor chileno Roberto Bolaño (1953-2003) durante sus años mexicanos publicara siete años después en Plural las entrevistas “Tres estridentistas en 1976”, en las que Arqueles Vela, Manuel Maples Arce y Germán List Arzubide son interrogados por turno; menos aun que en su novela de culto Los detectives salvajes inmortalizara y legara a nuevas generaciones este colectivo de los años 20: las vanguardias, las rebeliones y los pasos de estafeta ocurren de manera cíclica. Quizás ha llegado el momento de develar al movimiento más allá de repetir los mismos tópicos.

 

Arqueles Vela, el jefe de redacción estridentista

 

Cuenta la leyenda de los hermanos Vela en Guatemala cómo el tímido periodista recién llegado se volvió jefe de redacción del suplemento más importante de México. El educador guatemalteco José Manuel López Robledo, en su estudio David Vela Salvatierra: vida y obra, de 2008, narra cómo un miércoles en que la redacción completa de El Universal Ilustrado se había ido a celebrar, en las instalaciones del diario al que se adscribía el suplemento quedaban únicamente Vela —haciendo antesala— y Carlos Noriega Hope, director del semanario, que no encontraba cómo cerrar el número del día siguiente en ausencia de los colaboradores. Arqueles modestamente se habría ofrecido a imitar los estilos de toda la redacción para completar el número, de inmediato sentado ante la máquina de escribir redactó notas. “Cuando los miembros de la planta (…) volvieron al día siguiente, el Director Noriega fue presentando a cada uno de ellos al nuevo colega; pero, para sorpresa de todos, lo introducía como el nuevo jefe de redacción”. Más allá de la hipérbole del relato, la pluma de Arqueles era absolutamente maleable, capaz de escribir como modernista, vanguardista, realista, o como fuera requerido. En cuanto a los hechos, con ayuda de Juan de Dios Bojórquez, embajador mexicano en Guatemala, Arqueles llega a Ciudad de México alrededor de 1920, y se hace pasar por chiapaneco para no presentar papeles. Publica en El Demócrata y El Heraldo de México sin demasiado éxito, antes de entrar a El Universal. Sus primeras colaboraciones en este diario y sus semanarios datan de inicios de 1920 —sin derecho a firma—, luego alterna sus escritos publicados bajo el seudónimo Silvestre Paradox o bajo el nombre de Arqueles vela, con el apellido siempre en minúsculas. Al momento he contabilizado bajo su nombre 75 crónicas en el semanario, al que se mantiene vinculado como cronista, jefe de redacción y corresponsal en Europa entre 1920 y fines de 1927, asimismo, entre 1924 y 1925 publica unos cuantos textos sobre toros en El Universal Taurino.

 

Antes de ingresar al diario tiene un libro de poesía de tono modernista, El sendero gris. Se foguea en El Universal como escritor siendo ya periodista, encuentra el camino hacia las vanguardias con su primera novela corta, y varios textos narrativos que publica en el semanario resultan verdaderos cuentos más que crónicas.

 

 

FOTO:  Ilustración de Fernando Bolaños Cacho para el texto de José Juan Tablada, “5a Avenida”, publicado el 3 de julio de 1924/  Crédito de foto: Archivo El Universal

 

 

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