El humor o la muerte

Ene 10 • Conexiones, destacamos, principales • 5206 Views • No hay comentarios en El humor o la muerte

 

POR SONIA SIERRA ECHEVERRY 

 

Charlie Hebdo es digna heredera de la tradición de las revistas francesas de sátira, que se remonta al siglo XIX, a publicaciones como La Caricature y Le Charivari, creadas por Charles Philippon, y al maestro y artista Honoré Daumier, quien tuvo que pagar seis meses de cárcel por una caricatura que no le gustó al rey Luis Felipe I de Orleáns. Charlie Hebdo es parte también de una historia que a lo largo del XX tuvo hitos como L’Assiette au Beurre (cuya traducción sería “el plato de mantequilla”), una revista totalmente anarquista como la describe el caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón.

 

Pero es Hara-Kiri el antecedente directo de Charlie Hebdo. Los nombres y parte del equipo fueron cambiando; sin embargo, ser de izquierda, ser irreverentes y críticas son principios que no han cambiado. Ambas son vistas como resultado del Mayo del 68.

 

Aquella, Hara-Kiri, nació en 1960, y en el grupo fundador estuvieron, entre otros, ChoronFrançois Cavanna (considerado “el artista que ideó una forma de hacer humor sin tabúes” y que murió en enero de 2014), ToporGeorges Wolinski y Cabu.

 

Wolinski, Cabu, además de Tignous y Charp, fueron los cuatro dibujantes de Charlie Hebdo asesinados esta semana en un atentado que dejó otros ocho muertos y 11 heridos.

 

El subtítulo de Hara-Kiri era Bête et méchant, “tonta y mala”. Tras editarse cada mes comenzó a circular en forma semanal, también, desde 1969, con el nombre de Hara-Kiri Hebdo, y adquirió el subtítulo de Vite fait, vite lu (“hecha rápido, leída rápido”). Aunque en 1961 y 1966 se prohibió (por periodos de siete y ocho meses, respectivamente), la situación más compleja que enfrentó tuvo lugar en 1970, cuando tras la muerte de Charles de Gaulle publicó en su portada: “Baile trágico en Colombey: 1 muerto”; la publicación en su título hacía referencia a un hecho que tuvo lugar en la misma ciudad en la que murió el expresidente, y en el que murieron 146 personas. Entonces fue prohibida al día siguiente.

 

Así nació Charlie Hebdo. Era el año de 1970. Lo que hicieron sus editores fue darle un nuevo nombre (paralelo al de “Charlie Brown”), pero también fue ocasión para ahondar más en su defensa de la libertad de expresión, que halló gran apoyo en figuras como Jean-Paul Sartre y Jacques Fauvet, director de Le Monde. Entre 1970 y 1981 Charlie Hebdo vivió buenos años, con tirajes de hasta 150 mil ejemplares. Tras 11 años de cierre, se reactivó en 1992, bajo la dirección de Philippe Val.

 

La ultraderecha, los políticos de todos los partidos de Francia y Europa, las iglesias, los dioses de distintos credos, personajes de la historia, los inmigrantes, la sociedad, las monarquías, los periodistas, los harkis (argelinos musulmanes que apoyaron la causa francesa durante la guerra de independencia), asociaciones católicas, asociaciones musulmanas, los presidentes y expresidentes, de todos se ha ocupado la revista en sus caricaturas o también en textos, fotomontajes y collages, frecuentes en sus páginas.

 

Fue en 2006, cuando reprodujo unas caricaturas de Mahoma en apoyo a la presión sobre el diario danés Jyllands Posten, que la historia cambió por completo para la publicación; desde entonces se vio rodeada de amenazas y atentados, como el que sufrió en 2011, que la obligó a estar “alojada” en el espacio del diario Libération, el cual desde esta semana ha recibido al equipo sobreviviente.

 

“Desde sus orígenes ha sido una revista contestataria, crítica, ácida. Tiene tras de sí una historia de censura, de ruptura, de insolencia, en el mejor sentido, de crítica a los fundamentalistas, pero también al gobierno francés. Se convirtió en una publicación que con lápices y plumas se enfrentó al terrorismo más oscuro; una autocaricatura de Stéphane Charbonnier, de 2012, muestra una foto con el semanario en su mano y a su lado una caricatura donde se le mira con la revista atada a la cintura, como hacen los terroristas con las bombas. Se muestra como un defensor de la libertad de expresión. Impresiona sin duda la perseverancia que tuvieron para criticar a los fundamentalistas”, comenta Agustín Sánchez González, investigador de la caricatura.

 

Fue una revista anarquista, aunque distinta de L’Assiette au Beurre; fue ante todo cáustica, mordaz, dice El Fisgón. Irrespetuosa, como tiene que ser el verdadero humor, comenta, por su parte, Kemchs.

 

Su esencia, el motor de la publicación desde los tiempos de Hara-Kiri, fue la defensa del Estado laico. El humor detrás de una caricatura en la que Mahoma llama “idiotas” a sus fieles, o en otra donde el papa Benedicto XVI, al renunciar, celebra estar “libre al fin”, o en una más que hablaba del lobby gay en el cónclave, Charlie Hebdo reitera su lucha contra los fundamentalismos religiosos.

 

Si Charlie Hebdo es irrespetuosa, divertida, mordaz, caústica, anarquista e irreverente es porque hay un ideario liberal detrás de la legislación francesa. En ese sentido, El Fisgón sitúa la obra de estos caricaturistas como una lucha contra el fanatismo, por la razón y contra la fe ciega. “La defensa de la razón sirvió de principio a los socialistas en el siglo XIX y luego a los anarquistas, y en ese contexto, nacieron las grandes revistas francesas de caricatura de principios del siglo como L’Assiette au Beurre y L’Intransigeant”.

 

El Fisgón llama a no olvidar que se trata de una lucha contra los fundamentalismos, contra una lógica que viene desde el siglo IX, en plena Edad Media, que tuvo su mayor contrapeso durante la Ilustración. “Es un pleito contra el dogmatismo. Al buscar hablar de Mahoma, lo que hacían en Charlie Hebdo era ejercer su derecho. Lo que vemos es que sigue siendo un choque entre lógicas ultraconservadoras, y no debemos olvidar jamás que el pleito al final de cuentas es alrededor de los fundamentalismos religiosos. Francia ha conquistado, con el tiempo, con trabajo, el derecho a hablar de la religión y figuras religiosas, y la presencia de una comunidad musulmana fundamentalista amenazaba con echar para atrás estas conquistas. Una de las cosas que hacían en Charlie Hebdo era sostener el derecho a hablar con libertad de figuras religiosas”.

 

El Fisgón agrega que cada sociedad se tiene que ganar el derecho de expresarse con libertad: “En México nos costó décadas poder hacer caricaturas donde se retratara a curas y a la virgen. A principios del siglo XIX hay caricaturas de este tema, pero se desvanecen en medio de las luchas, hasta que las empiezan a hacer otra vez a finales del siglo XIX. La lucha contra el fanatismo y por la tolerancia siempre es muy larga”.

 

Los artistas

 

Qué paradójicas resultan hoy las palabras que en febrero de 2010 el caricaturista Tignous (Bernard Verlhac) dijo al periódico colombiano El País: “Nadie muere por culpa de un dibujo satírico”. Su dicho no distaba de las declaraciones de los demás caricaturistas de Charlie Hebdo que esta semana se fueron conociendo en medios de todo el mundo tras el atentado contra la revista francesa, que no tiene precedentes en la historia del periodismo: “El humor o la muerte”, le dijo alguna vez el director de la revista, Stéphane Charbonnier, Charb, a El Mundo, de España; mientras que a Le Monde, en 2012, él mismo expresó: “Hay que continuar hasta que el Islam sea tan banal como el catolicismo”. Wolinski opinaba: “El humor es el camino más corto entre un hombre y otro”.

 

Aficionado al jazz, Cabu (Jean Cabut) junto con Wolinski eran los dos mayores dibujantes de la revista; ambos habían estado en el proyecto original, Hara-Kiri y eran en Francia dos de las más grandes figuras de la caricatura. Nacido en 1938 en Châlon-sur-Marne, Cabu fue el autor de la caricatura de Mahoma que se publicó en Charlie Hebdo en respuesta a la convocatoria de Jyllands-Posten, en 2006, en la cual se ve al profeta que llora y dice: “Es muy difícil ser amado por idiotas”. Le Monde relata que Cabu fue soldado en la guerra de Argelia —donde pasó 27 meses— y que posteriormente se hizo antimilitar y anarquista. Publicaba en diversas revistas, era muy reconocido y también aparecía dibujando en programas de televisión. Entre sus personajes más populares estaban Le Grand Duduche y Mon Beauf, que mostraba a un francés sexista y que Cabu también llevó a las páginas de Charlie Hebdo.

 

Georges Wolinski tenía 80 años y nació en Túnez. Simpatizante del Partido Comunista, fue también fundador de la asociación Cuba Sí, Francia, además de simpatizante del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, por lo cual visitó México en 1996; en aquella visita fue hasta Chiapas para entrevistar al subcomandante Marcos, como lo recuerda el caricaturista Kemchs; producto de esa visita fue su libro Viva Chiapas. La drôle de révolution des zapatistes.

 

Kemchs —quien destaca que Charlie Hebdo reúne las dos cualidades centrales del humor: lo inesperado y lo irrespetuoso— cuenta que conoció a Wolinski en Cuba, a comienzos de los años noventa, cuando fueron jurados de una bienal. Entonces, el francés llevó tinta y cartulinas para los caricaturistas cubanos y, como jurado del certamen, al término pidió que todos posaran para la foto del recuerdo con los pantalones abajo, cosa que el grupo tuvo que obedecer.

 

Wolinski colaboró también en las páginas de L’Humanité y trabajó en otros medios como Charlie Mensuel, Le Nouvel Observateur y Paris Match.

 

Originario de Conflans-Sainte-Honorine, al noroeste de París, Charb, director de la revista desde hace cinco años, era el más joven de los cuatro dibujantes. Cuando nació, en 1967, aún eran los tiempos de Hara-Kiri. Hace dos años dijo a Le Monde que prefería “morir de pie a vivir de rodillas”. Previo a Charlie Hebdo, colaboró con revistas y periódicos como L’Écho des savanes, Télérama, Fluide glacial y L’Humanité, órgano del Partido Comunista francés.

 

Anticapitalista, Bernard Verlhac, mejor conocido como Tignous nació en 1957 en París; era diseñador en la publicación y autor de libros como 5 ans sous Sarkozy, Pandas dans la brume y Le fric, c’est capital (2010). Vale la pena releer las palabras que Tignous dijo en aquella entrevista para El País de Cali, Colombia: “Son muchas las posibilidades que tienen la caricatura y el humor gráfico para ejercer el derecho a la crítica y encender la conciencia de un país frente a lo que no marcha bien en su propia sociedad. Pero no es menos cierto que son muchos también los que no lo entienden y los que no dudarían en atentar contra esa libertad. Pero cuando tú dibujas, sabes que tu única arma de defensa es tu propio lápiz”.

 

*Fotografía: Portada del semanario satírico francés Charlie Hebdo de julio de 2013 que causó la molestia en distintos grupos musulmanes / Especial.

 

 

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