“El mestizaje no fue una violación masiva”: Christian Duverger
Memorias de Hernán es una biografía ficcionada del conquistador, una obra que busca esclarecer las leyendas que prevalecen sobre Cortés y la caída de Tenochtitlan. El historiador recuerda que estos relatos son parte de una propaganda ideológica, que nació con la Declaración Monroe, que sataniza el mestizaje
POR LEONARDO DOMÍNGUEZ
¿Cómo fue posible que menos de 600 hombres lograron conquistar el imperio mexica? ¿Los españoles fueron unos estrategas sublimes o verdugos despiadados? A 500 años de la caída de Tenochtitlan, en nuestra memoria prevalece un relato salpicado de imprecisiones y mitos sobre el encuentro de dos civilizaciones que moldearon la fundación de lo que hoy llamamos México.
A pesar de su papel tan decisivo en estos episodios, protagonistas como Hernán Cortés han sido cubiertos por un manto oscuro, al que se le achaca una larga lista de barbaries y, que con el paso del tiempo, han acartonado su figura a una visión simplista de “conquistador”, como si en su persona no pudieran habitar otros dilemas o motivaciones, quizá, más humanas.
Basado en crónicas y documentos del siglo XVI, el historiador Christian Duverger desmitifica la leyenda negra del conquistador en Memorias de Hernán, una biografía ficcionada que permite navegar entre los deseos y la razón de Cortés, entre la reflexión histórica y la literatura. Aunque nada es inventado, la ficción es el artefacto para adentrarse en las emociones que forjaron su destino: los golpes de suerte, sus apuestas, los fracasos y miedos.
“No tenemos una lectura de la Conquista documentada de forma científica porque durante mucho tiempo el tema ha sido un tabú para los investigadores, en especial la figura de Cortés. El mestizaje no es el producto de una violación sexual masiva, como se ha hecho creer”, detalla el historiador francés.
Desde hace décadas, Duverger ha documentado la Conquista de Tenochtitlan, es autor de El origen de los aztecas, La conversión de los indios de la Nueva España, Mesoamérica. Arte y antropología, entre otros. Sin embargo, su nuevo libro no sólo es un retrato de la psique del capitán español sino también un homenaje a otra historiadora y otro emperador con delirios de grandeza: Marguerite Yourcenar con Memorias de Adriano.
La fiebre del oro fue la motivación de varios de los primeros exploradores del Nuevo Mundo, aunque para Cortés su ambición era otra y durante 15 años estuvo en las islas de Santo Domingo y Cuba planificando lo que sería su gran expedición. Él es testigo —cuenta Duverger— del fracaso de la presencia española en las islas. A diferencia del mundo andino, el mesoamericano no se caracterizaba por la extracción del oro, así que después de recuperar dos toneladas de este metal, ya no había más. Los españoles entraron en una lógica absurda de buscar algo que no existía en esa región.
Pero hubo otro fracaso en el paso de los españoles por Cuba, el gobernador Diego Velázquez se aferraba a establecer comunidades totalmente separadas, que los españoles sólo procrearan con españoles, mientras que Hernán Cortés tenía una visión distinta: vivió en concubinato con una mujer taína que lo hizo padre por primera vez. “Cortés entendió que la presencia de los españoles en territorio mexica era irreversible, cuestión de tiempo. Pero estaba en contra de clonar una España bis como lo intentó Velázquez, sino de crear un país mestizo, una integración, donde permaneciera la cultura y las tradiciones indígenas más lo que pudieran aportar los españoles; su idea era que había otras riquezas más allá del oro”, agrega el ganador del premio Georges Goyau de l’Académie française.
En marzo de 1519, la expedición de Cortés desembarcó en territorio maya, lo que hoy conocemos como Tabasco. Llegó con 16 caballos, 11 sementales y cinco yeguas, entre el armamento había 30 ballestas y 13 arcabuces. Fue el inició de las marchas de los conquistadores que desembocaron en los palacios de la capital mexica. El éxodo de Cortés tuvo batallas como la de Centla, la primera de la que se tiene registro y donde se encuentra con Malinche, pero también estuvo acompañado de la diplomacia, donde los acuerdos mutuos se impusieron en lugar de la fuerza.
“Hernán Cortés es un diplomático nato, es un político que negocia permanentemente, es alguien que sabe la importancia de intercambiar. Más que una conquista, él quiere integrarse. Es más fácil que un grupo de 500 extranjeros se integren a que conquisten a toda una población. Para convencer a los de Cempoala y Tlaxcala de aliarse necesitó un talento y, además, Malinche jugó un papel determinante porque ella sabía utilizar los códigos de la comunicación como nadie”, cuenta el historiador.
Cortés entendía muy bien el valor de las alianzas tanto con los indígenas como con los españoles, era la pieza maestra de su avance. Fue así que los obsequios que Moctezuma le mandó para persuadirlo de desistir en su misión los terminó enviando como objetos de arte a su rey, de hecho fueron expuestos en Bruselas, en 1520, durante la coronación de Carlos V, lo que se convirtió en la primera exposición de arte prehispánico en Europa.
La leyenda negra
No soy un negacionista —aclara Duverger— es evidente que también hubo episodios violentos, pero no como lo dicta el relato oficial. Ha sido un error intentar entender la Conquista sólo desde el lado hispano. Desde el punto de vista mexica, la integración de 500 extranjeros no representaba un peligro porque ellos eran cientos de miles. No fue una Conquista sino una intrusión de tipo chichimeca, había un interés natural en los indígenas, en hacerse de su tecnología, la pólvora, el metal. Realmente, el deseo de Cortés era integrarse y compartir el poder con Moctezuma. En este libro cuento una historia mucho más indígena para esclarecer mejor qué sucedió.
“La leyenda negra de la Conquista y Cortés fue forjada en 1823, periodo en el que varios territorios de la región, como Nueva España, se independizaron. A finales de ese año, aparece un documento muy importante que conocemos como Declaración Monroe, que prácticamente es ‘América para los americanos’. Los Estados Unidos escribieron esta historia de fantasía y muy ideológica donde satanizaron a España como primer conquistador, a los exploradores como actores de la conquista y a la Iglesia Católica. Fue un instrumento de propaganda que quería instaurar el relato de que los españoles querían matar a todos los indígenas y apoderarse de sus tierras, algo que evidentemente no fue así”, específica Duverger.
Memorias de Hernán (Grijalbo, 2023) también es un aproximación a los engranajes que conformaron el mestizaje, de acuerdo con Duverger, la tradición mesoamericana consideraba el cruce de sociedades como una aportación, pues así lo hacían los caciques indígenas e incluso después de las Conquista, dice, los indígenas consideraban las uniones con los españoles como algo positivo.
“La idea de difundir una lectura de una conquista sangrienta y una visión despectiva del mestizaje fue para poner a México en una situación de inferioridad. La inventó Estados Unidos, porque no tener el orgullo de ser mexicano mestizo modifica la construcción de la identidad como individuo y nación. Hoy, aún me cuestionó por qué hay tanto apego a la historia oficial”.
En 2019, el presidente López Obrador mandó una carta al rey de España para exigir disculpas por los “abusos cometidos durante la Conquista a los pueblos originarios”, reiteró que este proceso “se hizo con la espada y con la cruz. Hubo matanzas, imposiciones”. En 2021, las autoridades de la Ciudad de México decidieron cambiar el nombre de la Avenida Puente de Alvarado a Calzada México-Tenochtitlan, según como parte de las conmemoraciones de los “500 años de la Resistencia Indígena”.
“Es lamentable. El problema es que toda la información de lo que se ha documentado no ha llegado hasta los ministros, políticos y dirigentes del país, que todavía están con las convicciones que les enseñaron en la primaria, pero que no pertenecen a la historia de México. Hay que esperar la renovación demográfica de las élites. Como académico he tenido una relación con los jóvenes y he podido constatar que están más abiertos a todo esto; hay que esperar unos años más para que esa juventud, que ha entendido que no se puede vivir con una historia falsa, llegue a los puestos de decisión y así podamos tener un cambio en la percepción de la mexicanidad y, claro, también un cambio efectivo en el contenido de los libros de texto. Deshacer esa creencia de que somos los herederos de una culpa, que es la Conquista, y de una violación, que es el mestizaje”, puntualiza el autor.
¿Por qué prevalece la leyenda negra de Cortés?, le cuestiono. Durante todo el siglo XIX —responde Christian Duverger— y prácticamente todo el XX, hasta los años 80, Hernán Cortés no fue un tema de investigación científica, no hubo ningún historiador que se dedicara a estudiarlo a fondo. El primero que lo hizo fue José Luis Martínez, quien era escritor, editor, político y director del Fondo de Cultura Económica. Fue el primero que consideró a Cortés como un tema de investigación y publicó su biografía con cuatro volúmenes de documentos cortesianos que fueron la prueba de que es posible documentar la Conquista; él ha sido el camino para seguir haciendo investigación.
“Normalmente, la historia se hace con decenas de historiadores que buscan; si tú no buscas, no encuentras: eso es lo que ha pasado con Cortés. Me he dedicado a recuperar la tradición de José Luis Martínez, quien todavía me acompañó a presentar uno de mis libros en el Museo de Antropología un año antes de su muerte, pero he quedado como una especie de investigador solitario”, señala.
Inevitablemente, Memorias de Hernán también devela los enigmas de la relación del explorador con Moctezuma y Malinche. El historiador recrea cómo Cortés compartió el poder con Malinche como parte de una estrategia diplomática, al igual que ella encontró en los españoles una revancha para recuperar su estatus, pues era una princesa que fue vendida como esclava, pero aunque al inicio estas pulsiones fueron instrumentalizadas por otros objetivos, al final también hubo una historia de amor, dice Duverger.
Mientras que con el emperador mexica, apunta que durante seis meses existió una relación entre Cortés y Moctezuma, cuando éste fue prisionero de los españoles en el palacio de Axayácatl: “Hubo una aceptación mutua, un interés en conocer cómo funcionaba el mundo mexica y un disposición de aprender quién era el rey del ‘otro lado del mar’; compartieron el poder y hubo cierta intimidad, pero todo lo quiebra la llegada de Pánfilo de Narváez”, cuenta. Debido a que, en 1520, Narváez desembarcó en Veracruz con mil 200 personas, 18 barcos, 80 caballos y 90 ballestas, además, entre la tripulación también venían mujeres y niños españoles, lo que correspondía a un firme proyecto de colonización y desmoronaba el anhelo del mestizaje.
Los últimos días del conquistador fueron en Sevilla, a sus 72 años, mientras preparaba su regreso a México, quería morir en la tierra que adoptó. Además de sus victorias y errores, perduran sus propias memorias que, quizá sin imaginarlo, ofrecen la oportunidad de conocerlo más allá de los combates.
“Fuera de la agenda política y conmemorativa, las Universidades deben poner a Cortés como una línea de investigación, es un tema básico porque es parte del nacimiento de la sociedad mexicana y del Estado. Si la academia propone más investigación podríamos tener más especialistas y cada uno aportaría distinto; es la única forma de salir de los mitos. Por el momento, me siento un poco solito, pero ni modo, puedo enfrentar la situación”, confiesa Duverger.
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