El origen de la dinastía Guerra
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La apasionante historia de la fotografía en la Península de Yucatán está estrechamente ligada a Pedro Guerra Jordán y Pedro Guerra Aguilar, padre e hijo, fundadores del estudio “Fotografía Guerra” de la ciudad de Mérida. Presentamos un par de adelantos del libro Fotografía Artística Guerra (Fototeca Pedro Guerra-LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados), coordinado por José Antonio Rodríguez y Alberto Tovalín, obra que da cuenta del gran legado visual sobre la vida política, social, económica, cultural y artística de esta región
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POR MARÍA DE LA LUZ MEDINA CHÁVEZ Y WALDEMARO CONCHA VARGAS
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Escribir sobre el fotógrafo Pedro Guerra es escribir sobre grandes acontecimientos de la historia de Yucatán. No podemos apartarnos de los sucesos históricos tratándose de la obra fotográfica de los Guerra. En cuanto a la historia de la fotografía en Yucatán siempre estará relacionada a la vida de ellos. El señor Guerra Jordán y su hijo Guerra Aguilar fueron los constructores de gran parte de esa historia visual, desde su inicio en la fotografía de Guerra Jordán, en 1879, hasta la creación de la Asociación de Fotógrafos de Yucatán, en 1928, por parte de Guerra Aguilar.
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Pedro de Alcántara José María Sebastián de Aparicio —nombre completo de Pedro Guerra Jordán—, primer y único hijo del matrimonio formado por Pedro Marcial Guerra y Castillo y Teodora Jordán; nació el 19 de octubre de 1856 en la ciudad de Mérida. Pedro Marcial Guerra, de oficio abogado, se desempeñó como secretario del obispo de Yucatán, Pedro María Guerra y Correa (1794-1863),1 además de fungir varias veces como regidor del Ayuntamiento de Mérida.2 Pedro Marcial procuró que su hijo aprendiera alguna profesión y lo matriculó en el Colegio de San Ildefonso, pero el joven Pedro no pareció sentirse cómodo en las aulas, ya que tenía otros intereses. Estos se enfocaron a la fotografía y pudieron realizarse debido a diversas características que llevaron al joven Pedro Guerra a dicha actividad como veremos a continuación.
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El 12 de octubre de 1878, el centro meridano es testigo de una protesta, en ésta, varias personas se manifiestan en contra del alza de impuestos en la contribución predial, decretada por la autoridad municipal. La policía interviene y disuelve el movimiento. Días después se publica en los periódicos de la ciudad una nota donde —según la policía— se acusa con los cargos de “motín, asonada y rebelión”, a varios ciudadanos, entre ellos figura Pedro Guerra.
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Debido a su participación en dicha protesta, Pedro Guerra de 22 años extravía su reloj de oro —de patente inglesa de dos tapas y con las iniciales P. M. G. C.—, que había heredado de su padre. El 15 de octubre el joven Guerra anuncia en La Revista de Mérida la pérdida de dicho objeto y menciona que la persona que lo hallara podría devolverlo en la Imprenta del Comercio. Esto nos lleva a pensar que quizá tenía alguna relación laboral con esta imprenta.
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El 10 de noviembre del mismo año se publica un remitido firmado por varios ciudadanos quienes se manifiestan contra el decreto número 50, de fecha 30 septiembre de 1878, por el que se aumentaba el precio de la contribución predial de los meridanos. Entre los firmantes se encuentra el de Pedro Guerra Jordán, que formaba parte de la Sociedad Patriótica Yucateca.3
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Como se aprecia, en sus años juveniles Pedro Guerra estuvo involucrado en los asuntos políticos que afectaban a la sociedad meridana y no tenía temor de manifestarlo públicamente. Sin embargo, cuando él opta por la profesión de fotógrafo no deja ver su posición política, al menos no abiertamente.
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En la capital del estado de Yucatán, llegan dos personas que serían un bastión importante para Pedro Guerra Jordán. Estas personas provenían de España, José Huertas, de Mallorca, y Francisco Oliveras, de Cataluña, experimentados fotógrafos de la placa húmeda.
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En diciembre de 1876 se instalan en Mérida y comienzan la difusión del nuevo establecimiento ubicado en la calle de Iturbide (Central 16 Poniente) junto la casa de doña Bruna Galera. Con una reducida clientela por las situaciones de la Guerra de Castas en esos años y además con la dura competencia con el fotógrafo Manuel Espinosa con una antigüedad de más de veinte años instalado en la ciudad, su inicio no fue fácil.
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Sin embargo, para el mes de julio vemos que tenían clientela como cita la siguiente nota:
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Todos los retratos están ejecutados con buen gusto y maestría, son merecidos sobre todo nuestros parabienes para los grandes retratos, ya puramente fotográficos ó bien acompañados de creyón, que en nuestro sentir, están á la altura de los adelantos del arte en Europa.4
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A pesar de sus ofertas y descuentos en los precios de los retratos no pudieron con la fuerte competencia del Manuel Espinosa, así que los españoles Huertas y Oliveras no consiguen satisfacer las expectativas económicas que esperaban para mantener su negocio y deciden ponerlo a la venta. Así, en enero de 1879, anuncian —con cierta tristeza— su necesidad de marcharse, aunque continuaron ofreciendo:
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…nuestros trabajos al respetable público durante un mes; para las personas que gusten honrarnos con su presencia, ofreciendo como siempre, economía, limpieza y exactitud en los trabajos que nos confíen.5
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A causa del elevado precio que los fotógrafos españoles pedían por su empresa, (4,000 pesos), no les resultó fácil encontrar pronto personas interesadas en comprarla. Diez meses más tarde, Pedro Guerra Jordán, sin ninguna experiencia en el ramo fotográfico, ni capital disponible, pero con gran visión por las perspectivas que ofrecía el negocio decide adquirirlo. Para ello Guerra tuvo que solicitar un préstamo —el día 25 de octubre de 1879—6 por la cantidad señalada al licenciado Manuel Meneses, misma que se comprometió a satisfacer a su acreedor, al interés del 12% anual y devolverla el 31 de diciembre de 1883.7
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Los españoles cumplieron con enseñar la técnica del colodión al novel fotógrafo, éste habiendo terminado su aprendizaje de dicho procedimiento fotográfico, lo empleó por poco tiempo, en virtud de que para 1882, el colodión quedaría desplazado por el nuevo procedimiento de la placa seca de gelatina, que no tardó en estar disponible para los fotógrafos de Mérida. No sólo las bases del contrato de la venta8 —realizada el 24 de octubre— no eran favorecedoras para el señor Guerra, también el período de finalización y cambio tecnológico fotográfico fueron contrarios para Pedro Guerra.
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Ese mismo año de 1883, había de devolver el préstamo y renovar la técnica fotográfica. Considerando esto, para el año de 1880 Pedro Guerra conoce y se asocia con Antonio Moreno López, de origen veracruzano, quien era un reconocido pintor y excelente fotógrafo, quien trabajó durante un año.9
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Esto ayudó a Guerra Jordán en varias cosas: primero a establecerse en el mercado del retrato fotográfico en la ciudad y competir con su adversario más talentoso Manuel Espinosa. Para ello, había que superar los precios y la técnica de la elaboración de los retratos. Guerra solamente usó el colodión un poco más de dos años. Segundo, a través del señor Moreno, Guerra aprendió esta nueva técnica fotográfica de la placa seca de gelatina.
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Desde 1881, Moreno López realiza varios viajes de negocios y por motivos de salud a Estados Unidos, principalmente a la ciudad de Nueva York. Esto contribuyó a que Guerra Jordán tuviera mayor información de los avances tecnológicos de la fotografía.
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Pedro Guerra Jordán contrajo nupcias por primera vez el 19 de febrero de 1882, con Mercedes Aguilar y Rosas, hija de Antonino Aguilar y Dolores Rosas y del Prado.10 De su primer matrimonio nacieron dos hijos: Pedro y Mercedes, el primero heredaría de su padre el oficio de fotógrafo.
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En ese mismo año, en el mes de mayo, Pedro Guerra anuncia la remodelación de sus instalaciones a través de la prensa local, como se observa en la siguiente nota:
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Fotografía Artística
Con motivo de tener que llevar a cabo varias mejoras en este establecimiento, participo a mis amigos y favorecedores que desde la presente fecha, he suspendido mis trabajos fotográficos hasta el día 15 del entrante junio, en que continuaré obsequiando las órdenes que se me dirijan con todo el esmero y eficacia acostumbradas.
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Con las reformas indicadas el establecimiento llenará mejor su objetivo y será digno de la cultura de esta capital Mérida.11
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Tres días después los editores de La Revista de Mérida recuerdan a sus lectores que el establecimiento del señor Guerra: “ha cesado temporalmente en sus trabajos fotográficos, con motivo de las mejoras que su laborioso y fino director… va a implantar en él”. Además, los mencionados editores aseguran que el estudio Guerra Jordán, es el “único en esta capital”. Esta afirmación resulta cuestionable, ya que tenemos información de que para esos meses ofrecía sus servicios en Mérida el fotógrafo Sánchez León. Aunque ciertamente el reconocimiento y prestigio de éste último no era comparable al de los otros fotógrafos establecidos en la capital de Yucatán.
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A mediados del mes de julio Pedro Guerra hace publicar la siguiente noticia en la prensa meridana anunciando la próxima reapertura de su negocio el 26 de dicho mes:
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Fotografía Artística
Concluidas ya las reformas que me habían hecho suspender los trabajos en este establecimiento, tengo el gusto de participar al R. Público, que con esta fecha queda de nuevo abierto para desempeñar los que se sirvan confiarme.
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En este establecimiento se hará toda clase de retratos, desde los más pequeños para anillos, hasta los más grandes ó sea busto de tamaño natural. Han llegado pinturas muy finas para las iluminaciones al óleo y acuarelas, llamando la atención respecto de los retratos iluminados al óleo de tamaño mayor, que son tan durables y aún más exactos que los al óleo sobre lienzo.
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Para toda esta clase de retratos, se cuenta con aparatos é ingredientes completamente nuevos, de modo que el que suscribe no teme ofrecer a sus amigos y favorecedores, que serán servidos con prontitud y esmero.
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Nuestras bellas y elegantes señoritas, que son el alma de la fotografía, encontrarán un conjunto de objetos, con los que pueden formarse paisajes y decoraciones que satisfagan el gusto más exigente y caprichoso. Para ellas, que todo lo pueden, se han inventado los sorprendentes retratos a la luz de la luna.
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NO HAY CAMBIO DE PRECIOS.
Horas de trabajo, todos los días de 10 de la mañana a 3 de la tarde, aún los nublados.12
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Todo indica que Guerra no escatimó en tiempo, dinero ni esfuerzos para mejorar sus instalaciones, adquirir los mejores equipos y materiales para poder ofrecer la más alta calidad a sus clientes.
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No obstante, el negocio no permitía ganancias y empezó a operar con números rojos en los siguientes meses. De esta manera, el 31 de diciembre de 1883 —fecha convenida para devolver el préstamo contraído— Guerra se declara insolvente e intenta diversas acciones para pagarlo. Finalmente, en noviembre de 1884, acude al notario público Ignacio Hernández para declarar que no estaba en posibilidad de poder cumplir con su adeudo. De esta manera, “por falta de numerario, cede, renuncia y traspasa por título de venta y perpetua enajenación a favor de Manuel Meneses el establecimiento de fotografía con todo su equipo y mobiliario”.13
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Asimismo, en virtud de no haber podido satisfacer a su acreedor la suma de $1,372.50, por concepto de los intereses de la cantidad adeudada, el señor Guerra se ve obligado a continuar al frente del establecimiento fotográfico:
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…desempeñando los trabajos de él, sin retribución alguna por estar ya satisfecha, con los intereses pendientes hasta cumplir el término de dos años, contados a partir del 10 de noviembre de 1884. Se obliga también a consentir que el establecimiento siga llevando su nombre para evitar los inconvenientes consiguientes a todo cambio de propiedad.14
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Pedro Guerra enviudó a los 28 años de edad de su esposa Mercedes Aguilar. Poco después se casa por segunda vez con Carolina Ruiz Osorio, hija de Froilán Ruiz y Saturnina Osorio. De este matrimonio nacieron tres hijos: José María, María y Carolina. El primero murió a edad muy temprana.15
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No hay suficiente información que permita saber cómo Guerra logró cumplir con el adeudo contraído. Suponemos que pudo pagarlo con los dos años de su trabajo estipulados en el Acta de venta de la fotografía, firmada el 10 de noviembre de 1884.
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Desde 1887 Guerra queda como único propietario de dicho establecimiento fotográfico. Estuvo al frente del mismo por espacio de casi tres décadas, durante las cuales se preocupó por la profesionalización de la actividad fotográfica en Yucatán. Adquirió y renovó de manera constante sus lentes y aditamentos de las cámaras, sustituyó el viejo papel “albuminado por el brillante papel solio”; y fue el pionero en Yucatán en utilizar los polvos de magnesio para tomar fotos de noche.16 Puso en boga los retratos en “papel aristo platino” en modernas tarjetas.17 También instaló un novedoso taller que en esos años era una audacia empresarial. Realizó ampliaciones sin límite de tamaño y para el siglo XX trabajó fotograbados, bicromías y tricromías para las imprentas locales.18
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Pedro Guerra Jordán que había comenzado sin saber nada del oficio de fotógrafo, para la última década del siglo XIX era considerado uno de los mejores fotógrafos de la ciudad de Mérida. A través de esta actividad había logrado el desplazamiento vertical ascendente en la jerarquía de los oficios en el espacio social de esa época. Su padre, que había procurado que estudiase la carrera de abogado, quizá se habría sentido complacido al ver que su hijo alcanzaba un lugar importante dentro de la sociedad meridana gracias a su establecimiento fotográfico.
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Así como el caso de Guerra, muchas otras personas incursionaron en el oficio del fotógrafo. Para los últimos veinte años del siglo XIX, encontramos a los siguientes fotógrafos trabajando en Yucatán, principalmente en su capital, hasta el final de este siglo: Guerra-Huertas (1879-1883); Pedro Guerra (1883-1970); José L. Pichardo (1881); José Sánchez León (1882); Sres. Juan Gamboa Guzmán y Cía. (1883); Pastor I. Milán (1884); Teobert Maler, en Ticul (1885); Carlos Bolio (1884-1890), después en 1890, se asocia con otro fotógrafo; Fotografía Parisiense (1885); Armando Nelaton y O. Cantón (1888); Narciso Güémez (se instaló en Tekax en 1889); Ibáñez é Hijos (1890); Laurence Meinhardt de Figueroa (1890); Abraham Cabrera (1893-98); Francisco Gómez Rul (1899) y León Ramos (1899).
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Entre los fotógrafos nombrados, merecen especial mención Laurence Meinhardt de Figueroa y Francisco Gómez Rul. Ambos se distinguieron por la calidad de sus trabajos y la fuerte competencia comercial que entablaron con Pedro Guerra Jordán en la última década del siglo XIX.19
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El fotógrafo decimonónico en Mérida puede verse como un mediador de su sociedad en la construcción social de la imagen. Es un sujeto competente y calificado en el manejo de la tecnología fotográfica, que debía y podía comprender y sintetizar en las imágenes los valores, imaginarios e ideología de la época. No puede esperarse del fotógrafo otra actitud o intención, ya que su posición lo hacía atento y complaciente con los ideales estéticos de sus clientes.
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La era de la placa seca revolucionó el trabajo del fotógrafo, permitiéndole hacer tomas con obturación más rápida. Pero no menos importante fue la facilidad para transportar los equipos. El desarrollo tecnológico permitió reducir el tamaño de las cámaras haciéndolas más compactas que las utilizadas al interior del establecimiento y tomar fotografías con mucha mayor facilidad, sin requerir de un trípode o soporte.
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Como ejemplo de estas nuevas posibilidades tecnológicas, Pedro Guerra Jordán realiza el primer registro fotográfico de un incendio el 28 de mayo de 1889 en Mérida. El siniestro, de grandes dimensiones, afectó a varios establecimientos ubicados cerca de la ex ciudadela de San Benito. La prensa de la época destacaba las pérdidas de un edificio propiedad de Olegario Molina “que en el mismo día tuvo una oferta de $29,000.00 por el edificio hoy vuelto escombros”.20 Otros de los afectados fueron José Ma. Ponce y Cía.; R. Gutiérrez y Cía.; Jesús Palma; Porfirio Valdés y Sosa y Férreas; Depósitos de Madera de Millet Hübbe y Cía.; Depósitos de Madera de Palma y Hermano Sucesores; de José Ponce y Cía.; y muchos más negocios.
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Notas:
1. El obispo era tío de Pedro Guerra Jordán.
2. A. J. Valdés, A través de las centurias. Historia de las genealogías yucatecas, t. III, s. e., s. l., 1979, p. 404.
3. La Revista de Mérida, Mérida, noviembre 17 de 1878, p. 3.
4. La Revista de Mérida, Mérida, julio 7 de 1878, p. 3.
5. La Revista de Mérida, Mérida, 26 de enero 1879, p. 3.
6. Sin embargo la fecha elegida por la familia Guerra para celebrar el aniversario de fundación del establecimiento es confusa. No reconocen el día de la compra (octubre de 1879), ni tampoco la fecha en que los españoles iniciaron su negocio (diciembre de 1876). Combinan el mes de octubre y el año de 1877, y con ésta se anunciaron hasta el cierre de su fotografía (1980).
7. Para mayor detalle consultar: Waldemaro Concha Vargas, et al., Fotógrafos, imágenes y sociedad en Yucatán: 1841-1900, uady, Mérida, 2010.
8. ANEY. Francisco Flota, Notaría No. 7, Contrato de venta de un establecimiento fotográfico, Acta notarial núm. 28, f. 235, Mérida, Yucatán, 24 de octubre de 1879.
9. A. J. Valdés, op. cit., pp. 424-425.
10. Ibidem, p. 404.
11. La Revista de Mérida, Mérida, mayo 31 de 1882, p. 3.
12. La Revista de Mérida, Mérida, julio 13 de 1882, p. 3.
13. ANEY. Lic. Ignacio Hernández, Acta notarial núm. 84-81, vol. 1. f. 238 vuelta, Acta venta de la fotografía, Mérida, Yucatán, 10 de noviembre de 1884.
14. El establecimiento del señor Pedro Guerra gozaba en esos años del prestigio y de la preferencia del público. En 1884 comenzó a usar el nombre comercial de La Fotografía Artística Guerra. Por ello suponemos que la asociación comercial con el español Huertas, ya había finalizado.
15. A. J. Valdés, op. cit., p. 404.
16. Ibidem, p. 425.
17. Novedades de Yucatán, Mérida, octubre 14 de 1977, p. 3.
18. Ibid.
19. Para mayor información sobre la competencia entre estos fotógrafos, consulte Waldemaro Concha Vargas, et al., op. cit.
20. La Revista de Mérida, Mérida, junio 6 de 1889, p. 3.
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FOTO: Henequeneros, FPG, Col. FPG-UADY, ca. 1890
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