El superhéroe de la oscuridad
MAURICIO MATAMOROS DURÁN
Es difícil elucubrar exactamente qué clase de razonamiento pudo tener Bob Kane frente a la concepción de Batman. Hace 75 años, aparte de Superman (que precede tan sólo por unos cuantos meses al Hombre Murciélago), el concepto del superhéroe era algo desconocido (aunque Batman no es precisamente un superhéroe, sus actividades y existencia se empatan con la de estos vengadores), novel e inesperado en medio de los mistery men y la naif fantaciencia del aún joven siglo XX.
En su creación no debió de existir prácticamente comparativo alguno. Y aunque hubo como inspiración el ornitóptero invención de Da Vinci (una máquina con alas para volar) y los filmes Mark of the Zorro y The Bat Whispers (así como otros personajes nunca acreditados, aunque obvios, como el antihéroe The Shadow y el maléfico Black Bat, ambos provenientes de la pulp fiction), parece que tuvieron que ver más la serendipia misma y la navegación propia de un medio en pañales, como lo es el cómic, para que este personaje se transformara en un huracán mediático. Batman es una de esas creaciones que pertenecen a otra clase de mundo, a un mundo en el que las referencias de la cultura y el entretenimiento (aparte del cine y el mismo cómic) prácticamente pertenecían a otros siglos. Pertenece a un mundo en el que había cabida para la invención de ideas sin precedente; un mundo dispuesto a que se le sorprendiera.
Y el caso de Batman es uno cargado de historia y energía. A pesar de tratarse del segundo a bordo, tras la irrupción inaugural de Superman, es innegable su superioridad en popularidad y trascendencia frente a la del “último hijo de Krypton”. La relación de estos dos personajes, sin embargo, es la de dos fuerzas opuestas que se acompañan en la construcción de esta mitología moderna para un mundo en transición de milenios. Ambos arquetipos son igual de importantes, uno es apolíneo y otro dionisíaco, son el ying y el yang que componen un todo y una base sobre la que todo aquello que ha venido después en el cómic de superhéroes se sostiene. No obstante, la oscuridad que Batman representa es, sin duda, la fuerza ganadora durante el siglo XX y lo que va del XXI, momentos de esquizofrenia y cinismo reflejadas claramente en los villanos del Hombre Murciélago y los escenarios (geográficos y mentales) que lo agobian.
Sin duda, Bob Kane ha pasado a los anales de la historia popular como creador de Batman (aunque con el paso de los años la participación de autores como Bill Finger y Jerry Robinson en la construcción del mito del Hombre Murciélago, y la de su influyente e impactante elenco de dementes enemigos, ha dejado de ser un murmullo para colocarlos como cocreadores); pero en su caso no podemos declarar a rajatabla que se trate de uno de los grandes historietistas del siglo XX. Su Caballero Nocturno es sin duda uno de los grandes personajes creados durante la centuria, pero del resto de los contados personajes que creó no puede decirse lo mismo; su producción es corta (desde los años treinta hasta medidos de los sesenta) y poco trascendente.
Es decir, a Bob Kane podríamos considerarlo como creador one-hit wonder en la historieta… ¡aunque qué clase de one-hit wonder! Batman surge de la necesidad de crear más personajes increíbles tras la aparición y éxito del Hombre de Acero. La composición y naturaleza de Batman complementan y enriquecen el concepto del superhéroe y del vigilantismo en los cómics, brindando aquel lado oscuro, misterioso, en contraposición a la luz solar emanada por el Hombre de Acero.
El escritor Grant Morrison (autor de algunos de los cómics más célebres de las últimas décadas, como Arkham Asylum, The Invisibles y We3, entre muchos otros) lo explica de la siguiente manera en Supergods, su ensayo acerca del mito superheroico: “Tal vez Batman se trate de una invención, pero es una invención inmaculada, de construcción precisa para la permanencia. Batman nació a partir de la inversión deliberada de la dinámica de Superman: Superman fue un alienígena con increíbles poderes; Batman fue un ser humano sin superpoderes […]. Superman comenzó como un socialista, mientras que Batman fue el héroe capitalista absoluto, lo que tal vez permita explicar su actual popularidad y la relativa pérdida de significado de Superman. En un mundo en el que los logros pueden medirse sólo a través del poder y la celebridad, no sorprende que los superhéroes más populares de hoy —Batman y Iron Man— sean magnates bien parecidos”.
Pero, aunque el poder económico y lo seductor que resulta el arrojo de un hombre bien parecido y valiente pueden ser cartas importantes de presentación para Batman, la tormenta emocional que motiva su cruzada contra el crimen arrastra una serie de elementos oscuros (obsesiones, esquizofrenias, vicios) que se extienden y comparten con sus némesis y el entorno que los crea.
En Batman, el constante fracaso o incapacidad de sus métodos y cruzada (a pesar de sus logros, que son muchos) contra el crimen tal vez sea la parte medular de su éxito, es lo que permite dilatar su oscuro andar por Gotham City y su encuentro con las lacras que sobrepueblan el escenario y que le dan sentido a sus esfuerzos; esas sombras que se suman a aquella mayor, alada como un murciélago que desde los cielos anuncia el reinado del Caballero Nocturno con una batiseñal que todo mundo identifica, dentro y fuera de las páginas de los cómics.
A través de los años, desde su primera aparición en el número 27 de Detective Comics con fecha de portada de mayo de 1939, Batman se ha definido como una figura con un incólume sentido de la justicia; aunque con gran vocación para infligir miedo y terror a sus enemigos, en medio de una ciudad que parece surgir en el expresionismo alemán y que, como entendemos, es simple y vivo reflejo de la tormenta mental de sus protagonistas. El Joker, Two Face, Scarecrow, Penguin, Riddler, más que simples formas del vicio y la podredumbre de las calles, son extensiones, exteriorizaciones de los miedos, fobias y carencias del propio Batman y los ciudadanos de Gotham City.
Autores y lectores coinciden en la necesidad de escribir y leer historias heroicas, de seres que superen sus problemas y faltas para resolver un problema inmediato o, inclusive, hasta lograr la salvación de un individuo o el mundo entero. Ese es el motor detrás de toda saga superheroica.
El caso de Batman no ha sido precisamente distinto, aunque en el suyo la oscuridad es también parte de su encanto. Huérfano tras un hurto con violencia a él y a sus padres en las calles de Gotham, el niño Bruce Wayne queda al cuidado de Alfred Pennyworth, el fiel mayordomo familiar, y al frente de una herencia millonaria. Su rabia ante la violencia sufre un shock cuando un murciélago irrumpe en su mansión a través de un ventanal, y es entonces que decide convertir su rabia en una cruzada vengadora vestido como un hombre murciélago, apoyado por una serie de gadgets increíbles que sólo el dinero pueden permitir.
De esa manera, durante 75 años (y cientos de episodios escritos y dibujados por docenas de autores), este Caballero Nocturno ha ofrecido una manera de reflejar el contexto histórico en la rica metáfora que compone la mitología moderna conocida como cómic de superhéroes. Esa posibilidad de dialogar con su tiempo, a través de un personaje que resume lo mejor del héroe contemporáneo, aunque sin miedo de utilizar las armas de sus enemigos para combatirlos, ha ofrecido las herramientas necesarias para que varios de los autores más importantes del cómic (como Frank Miller, Alan Moore, Grant Morrison, Warren Ellis, Ed Brubaker, Scott Snyder) hayan construido algunas historias de Batman que han creado nuevos caminos en la historieta.
De igual manera, Batman ha propulsado y definido la escuela del vigilantismo en los cómics. Personajes como Punisher, Moon Knight, Spawn, Midnighter, entre otros, se han convertido en una alternativa a la corrección política del superhéroe “común” desde finales del siglo XX. Estos vengadores toman la ley en sus manos y le cobran al mal lo que la fuerza policiaca no hace. Sus métodos, así, son la violencia sin freno como única alternativa al crimen. Batman es el patriarca de esta escuela en el cómic de superhéroes, aunque su férreo código moral le impide matar y, casi siempre, trabaja dentro de la Ley. Es decir, él nunca ensucia sus alas de murciélago.
A través de obras como The Dark Knight Returns, Arkham Asylum, The Long Halloween, Batman and Son, Death of the Family, entre otras, las posibilidades dramáticas y narrativas de un personaje como Batman han impulsado a que los autores trasciendan las barreras del medio para delinear, así, una figura del superhéroe que sin dejar de ser heroico se adapta a su tiempo, inmiscuyéndose en la violencia y el terror para enfrentar sus miedos y los de la colectividad, sin perder su esencia y objetivo. Así, Batman día a día, demuestra que los mitos son eternos.
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