Elena Garro: de “intocable” a “no persona”
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Debo olvidar que existí (Debate, 2017), de Rafael Cabrera, una investigación sobre la etapa más turbulenta en la vida de Garro, ha generado opiniones favorables de los conocedores de su obra, pero también reclamos por supuestos descuidos. A continuación, presentamos la reseña de Lucía Melgar
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POR LUCÍA MELGAR
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Antes del otoño del 68, Elena Garro se sentía “intocable”. A partir de 28 de septiembre, se convirtió en una mujer en fuga. Su transformación de personaje arrojada y valiente en sombra de sí misma, vulnerable, con brotes de paranoia y decisiones intempestivas, se dio en unos días. La fisuró la trama siniestra en que la atrapó el gobierno de Díaz Ordaz al acusarla de encabezar, junto con Carlos Madrazo, “un complot comunista contra el gobierno”.
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Hasta ahora el enigma de la escritora mexicana en el 68 estaba sujeto a especulaciones, más o menos argumentadas o fantasiosas, según los documentos y personajes consultados y las simpatías y antipatías de cada quien hacia ella. Hoy, gracias a la cuidadosa investigación del periodista Rafael Cabrera, puede discutirse este sombrío episodio con más objetividad.
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Debo olvidar que existí es un ejemplo de investigación periodística, llevada a cabo con paciencia y perseverancia, siguiendo pistas apenas marcadas, hurgando en archivos, contrastando información periodística, entrevistando a personas mencionadas aquí o allá por la escritora. Es también un relato ameno, escrito con empatía y sentido crítico, de la vida de Garro antes de convertirse en lo que ella llamaba “no persona”, aquélla que ha perdido casa, identidad y arraigo.
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A diferencia de cierta crítica dispuesta a la defensa apasionada o de la que se ha empeñado en preservar la “leyenda negra” en torno a Garro, Cabrera no esquiva las contradicciones ni los momentos obscuros de ésta; busca entenderlos y los sitúa en el contexto más amplio de su trayectoria y de su tiempo. Lector deslumbrado por la escritura garriana, atraído por su brillante y singular figura en el campo cultural de los 60, destaca su originalidad, la maestría de su obra, y el sentido crítico de su trabajo periodístico.
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Aunque hoy se valora Garro como gran escritora, iluminar con objetividad su figura pública es un aporte fundamental para despejar lo que largo tiempo opacó su obra, para entender mejor la transformación de una mujer fuerte en una persona frágil y temerosa, y para reescribir la historia de los intelectuales mexicanos en el siglo XX.
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Los hechos
El movimiento estudiantil del 68 fue un parteaguas para el país y un punto de quiebre en la vida de Elena Garro. Con la masacre de Tlatelolco el autoritarismo del régimen rebasó los límites tolerables y llenó de indignación y miedo a quienes habían apoyado las demandas estudiantiles. Para Garro, la pesadilla alcanzó su clímax el 6 de octubre cuando leyó en los diarios que, según el líder estudiantil Sócrates Campos Lemus, ella junto con el ex presidente del PRI, Carlos Madrazo, y otros, se habían conjurado contra el gobierno. Garro, además, habría propuesto que los estudiantes adoptaran como líder a Madrazo, quien entonces formaba un nuevo partido político.
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Después de Tlatelolco y cuando las cárceles se llenaban de presos políticos, tal acusación era gravísima. La escritora había huido de su casa días antes, por amenazas, y se refugiaba en una pensión. Aterrada, llamó a la prensa para aclarar su caso. Como señala Cabrera, los medios insistieron en que mencionara a los responsables del movimiento y ella se refirió a quienes habían firmado desplegados a favor de éste. Ante los periodistas, también llamó a la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía secreta, para “entregarse” pues temía más a los “terroristas” que a las autoridades. Esta dramática declaración expresaba una angustia extrema.
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La acusación contra Garro era absurda ya que ella había escrito contra el movimiento estudiantil en “El complot de los cobardes”, publicado en agosto. A la vez, este artículo daba pie para creer que había delatado a sus pares ya que ahí los criticaba por haber “lanzado” a los jóvenes a las calles. La carta de Helena Paz a su padre, publicada el 23 de octubre, confirmó esta impresión pues ella también condenaba la “manipulación” de los jóvenes por los intelectuales de izquierda.
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Lo que pasó después del 6 de octubre había quedado hasta ahora entre sombras. Se especulaba que Garro había estado bajo vigilancia de la DFS o que había sido protegida por ésta. En 2006, cuando se hizo público el expediente de la DFS sobre ella, el presidente del IFAI declaró que había sido “espía”. La leyenda negra se renovó así, ya muerta la escritora, tras veinte años de exilio y un retorno infeliz a México.
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La investigación
Quienes consultamos el archivo de Garro en Princeton conocíamos la existencia de un “memorándum” suyo en que enumeraba los lugares donde estuvo de septiembre del 68 al año 69 y dejó algunas claves. Cabrera siguió éstas y otras pistas: en el Archivo General de la Nación, por ejemplo, encontró un documento que prueba que Helena Paz no escribió su carta en libertad; también corrobora, mediante entrevistas, que Garro no encontró hogar sólido en muchos meses.
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Interesado en el impacto del 68 en la vida de Garro, Cabrera sigue su trayectoria hasta el exilio español: documenta las secuelas que tuvo en ella la muerte de Madrazo en un avionazo, su insilio en México hasta 1972, y, se refiere a su exilio en Nueva York y Madrid. Sin estridencia, con seriedad, hace el balance de esta etapa sombría. A la vez que muestra el lado obscuro de la escritora, sugiere que si fuera “espía”, el gobierno habría sido muy ingrato con ella.
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Lejos de juicios sumarios, Cabrera invita a examinar la figura de Elena en el marco de la represión, el espionaje, la invención de culpables a las que el gobierno era proclive. Invita también a repensar la reacción de quien se ve atrapada en una trama incomprensible, de quien se siente al borde del abismo, está aislada y busca salvarse. ¿Puede hablarse de colaboración en este caso? ¿Es válido que se haya acusado a la escritora de “loca”, “espía” o “paranoica”, incluso en su centenario?
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Por su seriedad periodística y su calidad narrativa, Debo olvidar que existí es una lectura imprescindible para entender la figura pública de Garro y repensar la historia intelectual de los años 60 y 70.
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FOTO: Elena Garro en fotografía del 7 de octubre de 1968, días después de la masacre de Tlatelolco./ARCHIVO EL UNIVERSAL
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