Ella, todas, energía cósmica
Se cumplen 130 años del nacimiento de Nahui Olin; su mirada transgresora en la pintura y su incursión en la poesía fueron parte de su espíritu de mujer liberadora
POR VALERIA MATOS
Para ti, canto en grito y fuego
Para Sinéad O´Connor
Lo sostengo: “La belleza hegemónica abre puertas, pero una vez dentro, está la posibilidad de dinamitar los cimientos que lapidan, volar en pedazos la concha abierta ante el nacimiento de la Venus, esta vez Calipigia”[1].
Belleza: la piel del rostro sin lozanía cuelga ligeramente hacia los lados cerca del mentón, mirada letal, de reojo, galaxias a punto de colapsar rodeadas con delineador negro, boquita pintada como en los años 20 del XX, rulos cortos en tono cenizo. Es Nahui Olin. Tomás Zurián me preguntó aquella tarde: “¿quieres ver a Nahui en su vejez?” “Sí”, respondí entusiasmada. Adriana Malvido publicó atinadamente dicha fotografía en su libro Nahui Olin La mujer del sol, reeditado por editorial Circe. La propia Malvido me lo dijo:
Cuando encontré esta fotografía de Nahui Olin me emocioné. Era como dar con una pieza importante de un rompecabezas que parece imposible de armar en su totalidad porque claro, estamos hablando de una mujer profunda y compleja, difícil de armar. Y la etapa más incompleta en la vida de Nahui, en lo que a información se refiere es, precisamente, la de la mujer mayor. Este retrato nos dice mucho: su fuerte mirada, su boca pintada de corazón, el delineador en los ojos, su peinado…todo refleja a la misma mujer que muchos años antes escribió: “Yo no tengo edad, la pasión no tiene edad. Ni la inteligencia. Yo soy toda inteligencia y toda amor (…) Las mujeres sólo tienen la edad de su pasión en flor. Cuando esa flor se marchita, la mujer perece”. ¿Cómo no incluirla en el libro? Impensable descartarla si es que queremos ver al personaje mucho más allá de su belleza, en su fuerza espiritual.
Mantengo la sonrisa de lado a lado.
Mi color favorito es el verde. ¿Cuánto midieron sus ojos?
Al analizar la figura de Nahui Olin y su época me surgen muchas preguntas sin respuestas definitivas. Bien lo han develado Tomás Zurián y Adriana Malvido, Nahui Olin fue una mujer transgresora, por supuesto. Rondan preguntas. ¿Qué circunstancias históricas lo permitieron? ¿Qué reglas sociales no pudo romper Nahui Olin? Es ahí donde el sistema patriarcal se impone, asimismo se expone; por lo tanto, entramos nosotras con miras a su desarticulación. Mis cuestionamientos son parte de una reflexión colectiva que no se enfrenta a las opiniones existentes, sino las complementa.
Nahui Olin, artista multidisciplinaria. Se le recuerda en particular fotografiada con el cuerpo desnudo. ¿Por qué? Primero, porque ella así lo quiso. Segundo porque un cuerpo desnudo femenino en proporciones hegemónicamente hermosas es bienvenido dentro de sociedades patriarcales listas para deleitarse con éste, a pesar de que se escandalicen de dientes para afuera.
Retratos en colaboración con Edward Weston o Antonio Garduño, cuyas poses a veces me recuerdan el expresionismo alemán (gesticulaciones, luz con fines de distorsionar lo real para colocar el sentimiento como protagónico), luego en posiciones y gestos que evocan y coinciden con la figura de la mujer fatal, mirada amenazante, sexualmente seductora, vampiresa voraz que resquebraja cualquier coraza; después ella en postura calma, tendida, permitiendo ser contemplada absolutamente descubierta. Femme fatale, ¿será de vez en vez una defensa, un rostro teatral para las mujeres que la han encarnado?
Nahui Olin, torbellino que hemos creado en quién sabe cuántas dimensiones alimentado a partir de la categoría <<mujer>>, la cual se ancla en lo imaginado, en lo construido socialmente desde el anhelo, la proyección de lo que se desea, de lo que se rechaza, y corre multiplicándose de boca en boca. Nahui Olin, artista, personaje, ficción, realidad, conjunto manifiesto de emociones e ideas aglutinadas, colocadas en ella cuerpo/palabra/imagen/sonido/más allá de lo dicho. Complejidad, contradicción (como lo somos). Ella, arte en sí misma. Energía sexual sin dique como energía creadora.
La artista vivió en Europa, viajó, conoció muy bien el contexto internacional vanguardista dirigido a renovar el arte, a romper tabús y lenguajes. Entonces, Nahui Olin fue hija de su tiempo junto a mujeres en acción nacidas en el devenir transformador. Mujer en el intersticio entre las Violetas de la Anáhuac de finales del siglo decimonónico, las primeras mujeres universitarias, las soldaderas revolucionarias, las flappers, las mujeres obreras, campesinas, mujeres trabajadoras han existido desde siempre, también durante y después de la Primera Guerra Mundial en Estados Unidos o en el viejo continente sin querer regresar a encerrarse en el hogar; sumo a las sufragistas europeas, americanas, sin olvidar a las artistas que hablaron de su cuerpo y a través de él en un entorno íntimo femenino, lejos de estar pendientes de ser atractivas a ningún varón (como Suzanne Valadon, Paula Modersohn-Becker, sólo dos ejemplos de muchos)… Rondando los años 20 artistas como Louise Brooks levantaban las manos cual hechiceras mostrándose cubiertas sólo por zapatos de tacón forrados de tela frente a la cámara fotográfica, sin dejar de mencionar las imágenes tomadas a las trabajdoras sexuales en las casas de citas. Poses y atuendos similares. Diferencias: la intención artísitca, lo que ello conlleva, decisiones expresivas múltiples.
Poesía que habla de sí misma, de su inteligencia adherida a la curiosidad, del deseo, de su loca sed… Honestidad emancipatoria. “Loca sed es quizás su retrato principal”, dijo Adriana Malvido:
Mi espíritu y mi cuerpo tienen siempre loca sed/ de esos mundos nuevos/ que voy creando sin cesar, / y de las cosas/ y de los elementos/ y de los seres/ que tienen siempre nuevas fases/ bajo la influencia de mi espíritu y mi cuerpo que tienen siempre loca sed; / inagotable sed de inquietud creadora, / y es fuego que no resiste mi cuerpo…
Nahui Olin, Fragmento de “Insaciable sed”,
en Adriana Malvido, Nahui Olin La mujer del sol, 2017
No dejemos a un lado sus caricaturas llenas de humor ni las pinturas de escenas costumbristas, las perspectivas aéreas. Los autorretratos que realizó son especiales, ella con su enamorado, ella desnuda, ella embelesada en el acto sexual, pestañas larguísimas, ojos en abertura máxima, nalgas redondas, piernas firmes, talle esbelto. Lo íntimo, igualmente lo que se asignó como privado, en específico para las mujeres como control de nuestra sexualidad principalmente, Nahui Olin, como otras artistas, lo trasladó al espacio público, al artístico, al terreno de la admiración. Sí, transgresión.
“Nahui Olin, la mujer libre”. Libertad, concepto que se modifica en el transcurso de épocas, sociedades, géneros, clases sociales. La libertad ha oscilado entre la voluntad colectiva, la individual, el destino, los designios religiosos, cuestiones económicas, políticas, de clase, aterrizando en orgasmos, habitaciones propias, locuras, incluidas las críticas correspondientes a lo anterior. No regirse por lo que otros/otras desean ni esperan de una… Recuerdo extraordinario: Nahui Olin se negó a vender su imagen al cine de Hollywood.
Mirar, crear el mundo, ¿preocuparse de que el mundo la mire, la imagine?
Es inútil
saber
que una es bella
si alguien
no nos lo dice
y lo redice
Nahui Olin, fragmento de Cést une coquette
en Adriana Malvido, Nahui Olin La mujer del sol, 2017
Cuestionamientos sin conclusiones los míos, por lo menos todavía. Presento hoy notas, preguntas. ¿Se es libre al necesitar la mirada de los demás? No me refiero a ser tomada en cuenta como un derecho, bien lo subrayó Tania Chetrirquin mientras platicábamos. No ser invisibilizada/s está fuera de debate. Me refiero a ser una especie de imán, seducir a otro en los términos de dicho otro.
<<He cortado mis cabellos/ para amar>>[2]. Cortó la cabellera larga, dictada arbitraria y culturalmente como símbolo de feminidad. Un acto interpretado como transgresión a los estereotipos femeninos (lo es), acto político (si es que fue consciente, supongo), acción libertaria… o no. Manifestación de ahogo, quizás. A veces cabeza rapada, otras, rulos dorados brillan en testa redonda.
En una vía diferente, vale retomar las palabras de Audre Lorde: “no seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas, incluso cuando sus cadenas sean muy diferentes a las mías”.
Desnudarse puede ser considerado un acto político frente a la prohibición. Indispensable: romper la regla del cómo, sin posar de la forma en que patriarcalmente nos han enseñado para seducir, deleitar, excitar; sino cuerpos desnudos, o no, desde una reinvención propia. ¿De cuál manera? No existe una sola respuesta. Creación constante.
Posiblemente Nahui Olin se sintió libre por momentos, tal vez sin darse cuenta del todo de un gran yugo, ser lo que la sociedad dictaba que fuera: joven, blanca, delgada, bella, desnuda; lo anterior se sumó a una mujer lo suficientemente valiente, harta de las imposiciones o ¿necesitada de ser amada, mirada? O loca. O lo anterior en conjunto bajo su pleno derecho y más.
Loca: adjetivo utilizado despectivamente, sea cual sea la estructura psíquica, para referirse a las mujeres desobedientes, quienes gritamos, nos expresamos inconformes, felices, heridas, enamoradas de sí mismas, gozosas, enfermas, furiosas, tristes, vivas en grito de consignas por las mujeres a quienes les han arrebatado la vida. Existimos todas en todas. (¿Los cuerdos? Son quienes tienen el poder de decidir que su patología es normal).
Nahui Olin, complejidad humana naciente en una sociedad que, en general, reprime el deseo, incluso lo escinde, desplaza y coloca en algún sujeto-objeto. En otra se coloca lo anómalo, la locura manifiesta de lo distinto, asimismo lo deseado como ente de contemplación, rodeándolo de colmillos afilados, esperando la vulnerabilidad para morder, herir la piel suave, de mujeres, sí, de la que pareciera ser adicta para impactar la agresión. Una sociedad que no cuida a quienes salen de la norma, pero usa a conveniencia. Cuidado con envejecer. El olvido es aniquilador. La sociedad suele no cuidar, exhibir, señalar, relegar, castigar, olvidar, desechar, cancelar.
Tratar de demostrar un deterioro psíquico de Nahui Olin me es relevante siempre y cuando sea una evidencia de cómo el entorno social nos daña, nos enferma, nos violenta (sumado a cuestiones genéticas, según he leído). Pensarla como engranaje esencial de nuestra historia sí es fundamental. Desde mi interpretación, Nahui Olin es un pretexto para pensar en nosotras desde el presente continuum, repensar los cuerpos, los deseos, las cicatrices, las violencias, los erotismos, nuestros placeres, la seducción, la sexualidad… Delinear cuáles son los objetivos para transformar desde nuestra potencia creadora en el específico hoy.
Bailan diferentes ideas en la riqueza del pensamiento. Mis amigas colegas me escuchan, es recíproco. Ella se encantaba, Mariana Focke me recordó: “gustarse es subversivo. Nahui Olin no era un cuerpo, era una ella. Toda […] una belleza radical”. “Haber hecho lo que hizo habiendo nacido en la cuna en la que nació es disruptivo”, intervino Bisharu Bernal. Ser retratada por un alguien. Parafraseo la pregunta de Nancy Flores junto con Andrea García Hernández, ¿cómo habrá sido el vínculo entre Nahui y los artistas justo en el momento de ser retratada, o sea, su relación erótica consigo misma junto al de un observador en el instante de cocreación?
Eugenia Gali dijo:
¿Qué precio han pagado las mujeres que han pasado a la historia como disruptivas? Lupe Vélez atrajo a los hombres con su carácter fuerte, a la manera sensual de retratarse, a su figura que encajaba, igual que la de Nahui, con la tendencia nueva de belleza (mujeres delgadas, curvilíneas, jóvenes). La consecuencia fue ser enjuiciadas como mujeres inconvenientes […], se quedan en los amores tórridos imposibles porque no son las mujeres acordadas socialmente como esposas. Estoy de acuerdo contigo, Valeria: la libertad se les acepta mientras entran dentro de cánones acordes a los círculos masculinos donde ellas se mueven, puntualizando los círculos donde la fantasía impera: las artes, el cine, la fotografía, cubierto por un aura mística. Lupe Vélez planea cómo quiere ser vista incluso cuando muera… Me parece muy fuerte…
Anaïs Abreu por la mañana me envió un mensaje de voz:
Las dificultades con las que Nahui Olin pudo haberse encontrado todavía están. Seguimos en un sistema patriarcal capitalista hegemónico espantoso. Seguimos luchando por otra realidad para nosotras y para ellos, aunque crean que ésta les funciona. Todas somos Nahui [ríe]. Creo que Nahui, como muchas de nosotras, tenía un mundo interno tan fuerte, tan intenso, pero viviendo dentro de una realidad con la cual no podía interactuar, porque no se lo permitían del todo, porque no se nos quiere permitir…
Dejo las etiquetas a un lado. No me interesa nombrar a Nahui Olin como feminista ni víctima absoluta ni libertaria (me parece más certero el término de protofeminista, sin detenerme mucho en la discusión). Dejarnos ser en distintos momentos históricos, inspirarnos unas a otras mujeres. Affidamento. Lo que me importa: ¿por qué me enciendo y engancho de ciertas miradas, de la mirada de Nahui Olin en particular? En breve: porque son abismos que se sostienen en los propios, en mis asfixias, mis furias, en mis deseos inculcados, en los que me esfuerzo por desarraigar creando nuevos. Mentiría si no dijera que ella me fascina, completa, me encantaría sobrevolarla, tocarla con la lengua de ser posible como un reconocimiento bestial. Pero no es eso lo que me atrapa. Me atraen los vórtices, destellos cerebrales, intensidades a punto de estallido: “Y me sentí siempre extraña cosa en este período de mi evolución, la vida de la que me aparté encerrándome en mi deseo tenaz de inconformidad, de vergüenza, encontrándome tan rica de potencias mentales y tan ultrajada en mi envoltura y en mi relación con la vida”. (Nahui Olin, fragmento de Energía cósmica).
Nahui Olin, representante del arte erótico (lo sabemos, Diego Rivera la pintó en el mural La creación como Erato, musa de la poesía erótica, aunque no lo parezca…). Marcela Lagarde escribió en Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas:
Cada cultura incluye una cultura erótica específica conformada por relaciones sociales, normas (prescripciones y prohibiciones), códigos, preferencias, prácticas, conocimientos, sabiduría, concepciones, lenguajes y tabúes. A pesar de la división de las sociedades en grupos sociales […], el bloque político cultural dominante impone por medio de sus instituciones, una cultura erótica dominante. En general, aunque se crea que es homogénea, que los mismos principios son válidos para todos, el erotismo en nuestro mundo, es patriarcal, clasista, genérico,[[3]] racista, específico y distintivo para los grupos de edad, y para los sujetos, de acuerdo con el tipo de conyugalidad y con sus particulares tradiciones.
Erotismo, concepto polémico, difícil de asir, Eli Bartra afirmó en su libro Desnudo y arte: “lo que en un momento para una persona es erótico, en otro tiempo o para otras personas no lo es, así en el arte como en la vida diaria”. El erotismo se aprende, pero también se crea… afortunadamente. Dentro de nuestra cultura sexista el erotismo (el universo de la atracción) tiene un vínculo estrecho con una lucha de poder, de dominio.
Cuerpos particularmente femeninos erotizados socialmente, ¿cuerpos elegidos a los cuales de alguna manera se les traza la misión de ser vistos, consumidos, contemplados en pro de la excitación masculina? “las mujeres, como grupo social colonizado, se expresan principalmente de dos maneras: con una voz ajena (a menudo la del colonizador; la mirada y la voz masculinas interiorizadas en las mujeres), o bien con voz propia, si la han logrado encontrar.” (Eli Bartra, 2021)
Seducirnos a nosotras, abogo por ello.
Nahui Olin se propuso ser escuchada, contemplada, leída. Diversas formas de desnudarse, de desnudarnos, de extender la corporeidad cuando el espíritu necesita gritar, aullar, existir.
Leonor Gutiérrez opinó en el prólogo para Energía Cósmica (1937):
[…] escribe cosas eróticas, y escribe cosas espirituales y también escribe cosas científicas […] compone música. […], tal vez no conozca de técnica, pero sabe vaciar en notas musicales los sentimientos […] y es así como al dejar que sus manos corran sobre las teclas blancas y negras de su piano de cola, escapa a veces un momento musical que arrulla y hace pensar en cosas infinitamente espirituales, y a veces nos deja oír una vorágine enloquecedora de ruidos que parecen arrancados al viento de las montañas, o a la ira de una tempestad.
Nahui Olin, además de su producción poética, abordó cuestiones científicas, filosóficas de forma literaria. Escribió con imperfecciones (me fascina alejarnos de la excelencia inmaculada inventada, perversa; el error– rebeldía, quizás una versión libre–).
La relatividad del espacio y del tiempo que Einstein ha comprobado matemáticamente y físicamente, y que ha dejado satisfecho a los sabios y que yo aplaudo con entusiasmo pero que difiere de mi modesto modo de pensar ——es que la relatividad que se la ha encontrado a todo, nunca ha prescindido de nosotros mismos y hemos sido el punto esencial para que puedan existir las cosas y hacer una comparación entre ellas de movimiento o de tiempo de velocidad o de aparente inmovilidad ——entonces nosotros mismos con el criterio que poseemos establecemos la relatividad, es decir, la relatividad es una de las pruebas más eficaces de nuestra incomprensión de la totalidad del universo, estamos en ella y no podemos darnos cuenta de ella puesto que establecemos una relatividad donde claramente se acusa nuestra incompetencia para estar en ese momento preciso en la totalidad de las cosas. —— […] La Relatividad del espacio que yo concibo con mi modesto criterio es la que permite a toda materia de cualquier especie que sea, tener una evolución distinta pero siempre dentro la enorme y terrible totalidad que nos aplasta, nos nulifica. ——“
Nahui Olin, Fragmentos de Energía Cósmica, 1937
Habla de la relatividad, por ejemplo, no desde un punto de vista científico meramente, sino desde la subjetividad no encubierta. Mi esperanza se fortalece: una mujer irrumpe en el mundo masculino, hábitat de objetividades manipuladoras (como ya se ha señalado desde enfoques feministas). Nahui Olin, una mujer más que no pide permiso. Se aleja de la figura de la autoridad del autor, del genio y su palabra jerárquica… Albert, Nahui está en desacuerdo contigo. Opinar/sentir sin miedo, sin agresión.
Invisibilizar… Lo sostengo casi en cada charla a la que me invitan: “borrar a las mujeres de la historia ha sido violencia pura, aniquilación simbólica, literal. Sin embargo, ha habido una ardua tarea, mayormente feminista, para contrarrestar el daño.
Ya lo he señalado en otras ocasiones:
No es suficiente mencionar a las mujeres ni divulgar sus aportaciones a la sociedad si se hace desde el punto de vista de una cultura hegemónica, colonial, blanca, usualmente, por una disposición de hacer historia patriarcal: llena de héroes, genios, únicos, de individuos que logran y crean sin contexto. La historia, las historias, las entretejemos todos, todas, todes, unas y otros y otres bajo circunstancias históricas que afectan y que afectamos.
Contextualizar y analizar para tornar visibles no sólo a las mujeres en el devenir histórico, sino también para señalar el entramado patriarcal, evidenciarlo, observarlo con miras a desarticular su minucioso engranaje de opresión, explotación, de subyugación, de privilegios. Denunciar, por ejemplo, que la belleza, en especial la hegemónica continúa entrando por la puerta grande todavía en el siglo XXI como signo de objetualización tras el consumo.
Viene a cuenta releer a Adrienne Rich en ¿Qué necesita saber una mujer?: “Ninguna mujer es verdaderamente una privilegiada en las instituciones apadrinadas por la conciencia masculina”.
–Para mí no hay más ley que el arte
[…] te escuché… Valeria, sé muy bien quién es Adriana Malvido, pero tú, quién eres… ¡Cuestionas mi libertad!dudas de la libertad
escribí lo que nadie
escribí de mi esencia
escribí de mi necesidad orgásmica
escribí de realidad mientras otros inventaban imágenes de ellas
a través de la poesía escribí sobre mí y el semen de los dioses
mientras otros se esquivaban a sí mismos
mientras muchos repetían párrafos evocando la suave patria
la loca perfecta es la belleza en transformación creativa brincando en tus caderas también es la muerte
Valeria Matos, fragmento de Nahui Olin La loca perfecta, 2020
–Nahui Olin, cuestiono La libertad, cuestiono a la sociedad. No me pronuncio como portadora de una Verdad absoluta, sino como parte de un rompecabezas sin fin.
¿Se es libre en el patriarcado que otorga ciertos permisos mientras se es bella dentro del canon –desnudarse preciosa para cocrear (muy importante) con los artistas que llevan la batuta–?
Tal vez hubo un límite resultante del sistema. Pero no hemos cejado para hacerlo polvo. Replanteamos el erotismo, por ejemplo, en nuestros términos, sin encarnar a las mujeres fatales (arquetipo utilizado sobre todo por los artistas europeos de finales del siglo XIX para representar al objeto del deseo maligno, con atributos sexuales irresistibles). Actuar el deseo masculino creyéndolo propio (lo cual me parece que sucedió a principio del siglo XX con frecuencia), es, a mi entender, cuando la libertad se agrieta.
La transgresión, onda expansiva. Gracias a ti, Nahui Olin, gracias a miles de mujeres quienes desde hace siglos se han abierto paso en sociedades sexistas, misóginas como a la que pertenecemos, cuestiono, cuestionamos en aras de ser libres, espero, las mujeres del presente.
Locas, imperfectas, maravillosas, bellas: todas.
Feliz cumpleaños, Nahui Olin. Después de ciento treinta años de tu nacimiento, te abrimos la puerta a un nuevo siglo. Cocrear en el XXI … Juntas potenciamos la energía cósmica.
Vaya a la exposición de gabinete, Nahui Olin. Movimiento perpetuo, en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. Encuéntrese con ella, con una época, con la aurora boreal.
Entretanto, envejecemos como las estrellas mismas. Esa vejez plata debe ser rescatada.
Grito contigo en incendio, por ti, Shuhada’ Sadaqat, por nosotras.
[1] En la presentación del libro Nahui Olin La loca perfecta, Museo Memoria y Tolerancia, 3 diciembre del 2020
[2] Naui Olin en Adriana Malvido. 2017. Nahui Olin la mujer del Sol, España, Circe.
* Nota 1: El 8 de julio del 2023 leí ciertos párrafos de este escrito al lado de Adriana Malvido en nuestra charla/lectura sobre la vida y obra de Nahui Olin (una mezcla entre algunos poemas de Nahui Olin, la investigación de Malvido y fragmentos de mi novela, Nahui Olin La loca perfecta), en el marco del 130 aniversario del natalicio de la artista en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. Mi agradecimiento a Marisol Argüelles, directora del museo, y al equipo que hizo posible ese encuentro, Danae Pedroza, Ruth Jarquín, Paulina Ramírez y Sören Olmedo.
Nota 2: Por aceptar mi petición de leer fragmentos de Energía Cósmica, escrito por Nahui Olin, y por compartirme sus opiniones al respecto, mi agradecimiento, Dr. Diego López Cámara (astrofísico) y Dr. Leonardo Patiño Jaidar (físico).
Nota 3: Tengo el privilegio de hacerme nuevos cuestionamientos porque conocí a mis dieciséis años a Nahui Olin gracias a Adriana Malvido, cuando publicó su reportaje en La Jornada, en el suplemento cultural, y luego leyendo su libro, un trabajo exhaustivo, precioso, Nahui Olin La mujer del sol. En esa investigación me basé para escribir mi novela, y también, por supuesto, retomé la investigación y el rescate importantísimo de Tomás Zurián. Incluso hay pasajes en mi libro de los escritos por ambos, no sin erratas, remarcando el error libertario, de las cuales la editorial ya tiene fe. A mis dieciséis años volví a saber de Nahui Olin por mi padre, me entregó el catálogo de la exposición Nahui Olin, una mujer de los tiempos modernos, bajo la dirección de Blanca Garduño, en 1992, donde Tomás Zurián se hizo cargo de la curaduría. Zurián, quien hacia finales de los años 70 quedó cautivado por un retrato de Nahui Olin (precisamente en el momento en el que ella agonizaba en su lecho de muerte, cuenta), escribió, “[…] una fascinante mujer muy joven con el cabello trasquilado y con una mirada intensa que fluía de unos ojos claros purísimos.” Él ha tenido un lugar primordial en el rescate no sólo de la figura de Nahui Olin, sino de buena parte de su obra.
Nota 4: A Eli Bartra, gracias siempre…
Nota 5: Madre, estudiosa de la psique, mi interés por tratar de entender la locura te lo debo a ti, también aprender sobre ésta, sobre la nuestra, la colectiva, sobre la mía (guiño el ojo izquierdo, Dr. Alejandro Sandoval).
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