En defensa de la soberanía cultural
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Este integrante de la comunidad cinematográfica expone sus razones sobre por qué México debe optar por la exención cultural al igual que Canadá
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POR VÍCTOR UGALDE
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El reclamo ha sido claro, fuerte y la exigencia de los cineastas y destacados miembros de la comunidad cultural no deja lugar a dudas (www.amacc.org.mx). Nuestros negociadores (Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores e Idelfonso Guajardo, secretario de Economía) deben de cumplir y hacer cumplir la Constitución Política Mexicana y los Tratados sobre la Diversidad Cultural y de los Derechos Humanos y Culturales en la renegociación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, para que México tenga futuro como una nación creadora de su expresión artística y dueña de su patrimonio cultural en el siglo XXI. De suceder lo contrario, los negociadores nos convertirán en una colonia estadounidense sin ningún beneficio para nuestro desarrollo y seremos el patio trasero que consumirá exclusivamente el imaginario producido y detentado por los gringos y su periferia, devaluándonos día a día en lo intelectual y en lo económico, algo que terminará provocando, a mediano plazo, la pérdida de nuestra soberanía política. Así se habrá cumplido el sueño que impulso el salinismo con la firma del TLCAN en la lejana década de los noventa, donde se dejó al cine, al arte y a la cultura sin protección alguna.
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Lo que esta en juego no es tan poco como suponen la SE y la SRE
A simple vista está en juego la soberanía política, económica, ideológica y artística de la nación mexicana. ¡Para ser, hay que creer ser! y para esto son demasiado influyentes los productos creados por las industrias culturales como son los libros, el cine, la televisión, las nuevas plataformas, los periódicos, el teatro y la música, sólo por mencionar algunos. A esto agréguense los múltiples beneficios económicos de alto impacto a corto plazo que mueven la economía y generan empleos y captación tributaria cuando se producen y crean los bienes en el país y no como cuando sólo se consume lo hecho en otros países, tal y como nos lo quieren imponer Estados Unidos. Según la ONU, la aportación de las industrias culturales al Producto Interno Bruto superó en el 2015 el 5%, en promedio mundial. Según INEGI, en nuestro país fue del 3.3% en el 2016, aunque una investigación del CIDE financiada por la Coalición por el Acceso Legal a la Cultura encontró que dicha cifra estaba más cercana al 9.0% (1).
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Estados Unidos viene por todo, Canadá por lo suyo, ¿y México?
Trump propuso un documento de objetivos de más de 18 páginas (revista TOMA, núm. 52 octubre-diciembre 2017), donde destaca que quiere utilizar el espacio aéreo y las instalaciones mexicanas sin pago alguno ni contraprestaciones para nuestro país. Se niega a instalar oficinas locales que le hagan cumplir las leyes nacionales y quiere imponer que la resolución de controversias sean de acuerdo a las leyes norteamericanas. Además propone supuestas prácticas comerciales que en realidad son imposiciones que violan y comprometen la soberanía política y, sobre todo, se niega a que existan obligaciones o reservas que permitan impulsar las producciones artísticas locales para contar con acceso a los públicos nacionales para mantener vigente la producción cultural y la comunicación con nuestra población. En síntesis, todo es un proyecto injerencista que quiere imponer sus leyes sobre la normatividad nacional en beneficio de las empresas trasnacionales que representa.Trump propuso un documento de objetivos de más de 18 páginas (revista TOMA, núm. 52 octubre-diciembre 2017), donde destaca que quiere utilizar el espacio aéreo y las instalaciones mexicanas sin pago alguno ni contraprestaciones para nuestro país. Se niega a instalar oficinas locales que le hagan cumplir las leyes nacionales y quiere imponer que la resolución de controversias sean de acuerdo a las leyes norteamericanas. Además propone supuestas prácticas comerciales que en realidad son imposiciones que violan y comprometen la soberanía política y, sobre todo, se niega a que existan obligaciones o reservas que permitan impulsar las producciones artísticas locales para contar con acceso a los públicos nacionales para mantener vigente la producción cultural y la comunicación con nuestra población. En síntesis, todo es un proyecto injerencista que quiere imponer sus leyes sobre la normatividad nacional en beneficio de las empresas trasnacionales que representa.
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Canadá, que es un ejemplo en la defensa de su cultura, quiere mantener la excepción cultural que logró desde 1994 y actualizarla a las nuevas condiciones y los nuevos desarrollos tecnológicos. Como ya aprendieron la lección, además, piden excluir artículos y frases en el texto en general ya que la anulan en parte y ponen en condición de riesgo y de demandas a Canadá al volverse los bienes culturales (películas, series, libros, etc.) en servicios al momento de circular para su comunicación pública. Deberíamos buscar la misma excepción para nuestra cultura. México presentó un pobre documento donde se mantiene la ruta trazada hace más de 23 años y se sigue entregando el futuro audiovisual, artístico y cultural de nuestro país, ya que no se incluyó ninguna medida que garantice la continuidad y estímulo de producción y consumo cultural. Por omisión se entregan las nuevas plataformas y se renuncia a la soberanía política al querer incorporar muchas de las cláusulas que nos impusieron los estadounidenses en el extinto Tratado de Asociación TransPacífico (TPP por sus siglas en inglés). Por ejemplo, la ratificación automática de los TRIPS (2) donde México no cuenta con reservas para proteger su cultura, como si la tienen Canadá, Francia, Brasil y muchos más.
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Ciudadanos telecenianos
Después de la firma del TLCAN, en 1994, el destino del cine nacional cambió de forma radical y pasó de ser una industria popular boyante con gran comunicación con su público a una de corte neoliberal, que educa con la visión de Estados Unidos, al tiempo que nos convierte en exportador neto de regalías. Esto provocó escaso contacto con los mexicanos, transición dolorosa que nos mantuvo sumidos en un hoyo negro por más de quince años, del que poco a poco y de forma lastimosa hemos ido saliendo gracias al desarrollo tecnológico y a las escasa políticas públicas de inversión detonante del sexenio de Calderón (TLCAN/Cultura ¿Lubricante o engrudo? Apuntes a 20 años, coordinado por Eduardo Cruz Vázquez.), aunque hoy, debido a las malas políticas públicas del presente sexenio hayamos retrocedido gravemente, en materia de gasto, en los últimos seis años a niveles del 2007. Hoy nuevamente el destino de la expresión artística de México vuelve a estar en juego y lo que se vaya a renegociar marcará el futuro de los artistas nacionales para los próximos treinta años. Defendamos nuestro arte haciendo las reservas respectivas. Después de la firma del TLCAN, en 1994, el destino del cine nacional cambió de forma radical y pasó de ser una industria popular boyante con gran comunicación con su público a una de corte neoliberal, que educa con la visión de Estados Unidos, al tiempo que nos convierte en exportador neto de regalías. Esto provocó escaso contacto con los mexicanos, transición dolorosa que nos mantuvo sumidos en un hoyo negro por más de quince años, del que poco a poco y de forma lastimosa hemos ido saliendo gracias al desarrollo tecnológico y a las escasa políticas públicas de inversión detonante del sexenio de Calderón (TLCAN/Cultura ¿Lubricante o engrudo? Apuntes a 20 años, coordinado por Eduardo Cruz Vázquez.), aunque hoy, debido a las malas políticas públicas del presente sexenio hayamos retrocedido gravemente, en materia de gasto, en los últimos seis años a niveles del 2007. Hoy nuevamente el destino de la expresión artística de México vuelve a estar en juego y lo que se vaya a renegociar marcará el futuro de los artistas nacionales para los próximos treinta años. Defendamos nuestro arte haciendo las reservas respectivas.
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Los jóvenes mexicanos educados ya con la preponderancia audiovisual del cine y programas de TV estadounidenses no se percatan de la importancia de ser dueños de nuestro patrimonio audiovisual, ya que no conocieron el orgullo de querer ser una nación con ciudadanos con plenos derechos y seguridad social. Hoy nuestras historias se cuentan desde el punto de vista extranjero y no nos pertenecen. Después de 23 años de colonialismo mental, ellos se consideran parte de un país que todo les arrebata y ven su futuro como migrantes o empleados de trasnacionales. Pasamos de ser un país de dueños a uno de gerentes y migrantes. Si nos traicionan los negociadores peñistas/salinistas la cosa se pondrá peor ya que hace dos décadas se protegió a la televisión y ahora la quieren libre para dominarla en todas sus plataformas. Es decir, quieren asegurar el futuro ideológico de su nación por encima de nuestros pensamientos y formas de ser. Quieren favorecer su riqueza y mantenernos en la pobreza.
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Ceder o no ceder, ése es el dilema
A los reclamos de la comunidad cinematográfica y cultural, la Secretaría de Economía (SE) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) han dado una respuesta cruel y despiadada, ya que firmaron un acuerdo que obligó a Estados Unidos y Canadá a guardar confidencialidad sobre todo lo que se esté negociando. Además han ignorado el documento entregado y sólo la Secretaría de Cultura ha atendido partes del mismo y ha estableciendo una mesa de diálogo con la Asociación Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) –el grito más fuerte–, las sociedades de autor, los sindicatos de cine y otras organizaciones de la sociedad civil. Esperemos que la Secretaría de Cultura pueda influir en los negociadores entreguistas de nuestra soberanía cultural y México recupere parte de lo perdido en 1994.
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ILUSTRACIÓN: EKO
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Notas:
1. Las diferencias entre las entidades mexicanas se deben a los diferentes criterios de captura. El INEGI no se ha modernizado.
2. TRIPS o ADPIC es el acuerdo multilateral más completo sobre propiedad intelectual que se está negociando en Ginebra, dentro de la ronda de Doha. Congelado momentáneamente hasta que se solucione el capítulo agropecuario.
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