Entre puentes y puercoespines

Abr 23 • destacamos, Lecturas, Miradas, principales • 6383 Views • No hay comentarios en Entre puentes y puercoespines

/POR PABLO YANKELEVICH

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Con la fama de ser el mejor negociador internacional del gobierno norteamericano, James Donovan desembarcó en La Habana en la primavera de 1963. Representaba al presidente John F. Kennedy y tenía la misión de negociar con Fidel Castro la liberación de más de un centenar prisioneros cubanos y norteamericanos que habían participado en la invasión de Bahía de Cochinos. Hablaron durante días, construyeron una relación cordial y en una calurosa madrugada entre el humo de los habanos, el líder cubano hizo un comentario sobre las enormes dificultades que enfrentaría cualquier intento de establecer algún tipo contacto regular entre ambas naciones. Fue entonces que Donovan preguntó: “¿Sabes cómo hacen el amor los puercoespines?” “No”, dijo Fidel. “Con mucho cuidado, y es así como Estados Unidos y Cuba deben abordar este asunto”,  respondió el norteamericano.

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Con mucho cuidado y con mucho secreto comenzaron los intentos por reconstruir el puente de 150 kilómetros que separa a cubanos de norteamericanos y que fue dinamitado en plena Guerra Fría cuando un puñado de guerrilleros después de comandar el derrumbe de la dictadura de Fulgencio Batista, tuvo la osadía de desafiar el poder imperial instaurando un régimen socialista. Raúl Castro habló por primera vez de este puente en 1977 en el marco de otras negociaciones, esta vez con el gobierno de James Carter. “Si cada uno reconstruye su parte del puente, podremos darnos la mano sin que haya vencedores ni vencidos”. Cuarenta años más tarde, hemos sido testigos del apretón de manos entre los actuales presidentes de Estados Unidos y Cuba.

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Nadie puede cambiar el pasado. Lo único modificable es nuestro conocimiento del pasado, apuntó hace muchos años Marc Bloch, enorme historiador francés. Y en efecto, el despliegue de investigaciones acerca de lo que ignoramos o sobre lo que creemos conocer, ensancha nuestros saberes de cuanto ocurrió alguna vez. Esas investigaciones no cambian el pasado, sólo transforman lo que sabíamos de él. La posibilidad de que esto suceda en buena medida depende de la existencia y el acceso a vestigios, huellas y testimonios que informen de lo que pasó en la historia. Los Estados modernos son la principal usina de producción de documentos, pero no es tan fácil dar con ellos y mucho menos si se trata conductas gubernamentales relacionadas a cuestiones de “seguridad nacional” o a información valorada como “sensible” a la opinión pública nacional e internacional. En estos casos, la secrecía es la norma. La documentación es destruida y si corre mejor suerte es archivada bajo criterios de “confidencialidad” que impiden su consulta aún muchos años después de los sucesos o cuestiones que refieren.

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Durante más de una década, William M. LeoGrande y Peter Kornbluh se dieron a la tarea de solicitar y conseguir la desclasificación de millares de expedientes referidos al diálogo sostenido entre Estados Unidos y Cuba desde aquel enero de 1961 en que el presidente Dwight D. Eisenhower decidió romper con el gobierno de Fidel Castro, hasta diciembre de 2014 cuando el Barack Obama y Raúl Castro anunciaron el restablecimiento de relaciones diplomáticas. La Freedom of Information Act y la Mandatory Declassification Review, garantizan el derecho de los ciudadanos norteamericanos al acceso a información clasificada y controlada por su gobierno. Amparados por estas leyes, Leogrande y Kornbluh tuvieron en sus manos información nunca antes revelada, proveniente de distintas dependencias como la Oficina de la Presidencia, el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia. Además, hurgaron en una veintena de archivos públicos y privados de los presidentes, secretarios de Estado, diplomáticos y funcionarios norteamericanos, revisaron colecciones de periódicos y cables informativos, escucharon las grabaciones magnetofónicas que registran las conversaciones en el Despacho Oval de la Casa Blanca y entrevistaron a protagonistas desde James Carter y Fidel Castro hasta funcionarios, empresarios, diplomáticos y periodistas que fueron parte de esta historia.

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Con este portentoso arsenal, LeoGrande, profesor de la American University de Washington, especialista en política exterior norteamericana, y Kornbluh, investigador del National Security Archive, ONG que persigue la desclasificación de archivos secretos de Estados Unidos, escribieron un libro tan extraordinario como el propio final de esta historia. Pocas veces sucede que mientras se trabaja en una investigación histórica, los acontecimientos del presente se sincronicen con los del pasado. Y esto sucedió. LeoGrande y Kornbluh avanzaban en su investigación sin saber que los representantes de Obama y de Castro, reunidos en Canadá, estaban protagonizando el que sería el último capítulo de un libro dedicado a reconstruir las negociaciones secretas entre Washington y La Habana a lo largo de más de medio siglo.

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Diplomacia encubierta con Cuba revela los entretelones de diálogos entre representantes de administraciones demócratas y republicanas de Estados Unidos y del gobierno de Fidel Castro y de su hermano Raúl. El libro muestra todo aquello que ocultaban la estridente hostilidad, las permanentes amenazas y un enfrentamiento que puso al planeta al borde de una conflagración nuclear. Es la historia de decenas de reuniones y de encuentros que exhiben una voluntad de diálogo y de llegar a acuerdos por encima de los públicos antagonismos y distanciamientos. Es una historia oculta, inclusive para importantes sectores y agencias de los distintos gobiernos estadounidenses. Es una historia de halcones y palomas, y de la transfiguración de unos en otros en atención a los condicionantes que imponía un mundo fracturado por la Guerra Fría. Se trata de un libro que muestra las texturas y los matices de un pasado que se había dibujado en blanco y negro sobre una superficie sin rugosidades ni repliegues.

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Desde mediados de 1959, después de la visita de “buena voluntad” que Fidel Castro realizó a Washington, el presidente Eisenhower se convenció de que Cuba era una auténtica amenaza para la seguridad hemisférica. Por ello autorizó la realización de acciones militares encubiertas en territorio cubano, al tiempo que puso en marcha los primeros dispositivos para estrangular la economía de la isla. Cuando la Unión Soviética salió en defensa de Cuba, los temores de la Casa Blanca se hicieron realidad. Era un peligro lo que acontecía en la isla y ese peligro se potenciaba por el ejemplo que proyectaba la Revolución Cubana sobre el resto del continente.

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La frustrada invasión de Bahía de Cochinos, el establecimiento del embargo económico, la llamada Crisis de los Misiles, las acciones de espionaje y vigilancia, la expulsión de Cuba de la OEA, los atentados terroristas en suelo cubano perpetrados por exiliados radicados en Florida, la campaña del Che en Bolivia, la participación de tropas cubanas en Angola y Etiopía y las sucesivas crisis provocadas por migración de cubanos a Estados Unidos, han sido entre otras, algunas de las más visibles muestras del enfrentamiento entre Estados Unidos y Cuba. Sin embargo, hasta ahora no había evidencias de la existencia de una activa vida diplomática cubana-norteamericana que en muchos casos se desenvolvía de manera paralela a estos eventos, algunas veces frenando o abortando el diálogo y otras veces promoviéndolo.

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¿Sobre qué podían dialogar dos regímenes tan enfrentados? Sobre absolutamente todo, desde las condiciones para un restablecimiento de relaciones diplomáticas, pasando por los acuerdos para la liberación de prisioneros norteamericanos y cubanos, hasta las estrategias para combatir la piratería aérea, el tráfico de drogas y ordenar las migraciones a Estados Unidos. El libro revela estos asuntos, muestra el papel desempeñado por terceras naciones mediando en estos diálogos. Sigue la pista de empresarios, periodistas e intelectuales facilitando los contactos; exhibe los otros rostros de la diplomacia cubana acreditada ante la ONU y en capitales de Europa y América Latina. Revisa las agendas, los acuerdos y las desavenencias de reuniones que se desenvolvieron en casas particulares en Washington y La Habana, en cafeterías de aeropuertos en Europa y Estados Unidos, en restaurantes en Nueva York y París, en hoteles en Cuernavaca y Madrid, y en la propia sede de la ONU.

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Si asombra la densidad y el sostenimiento de este esfuerzo diplomático, algunos de los hallazgos invitan a repensar las maneras en que se han entendido los comportamientos gubernamentales en el pasado reciente de Cuba y Estados Unidos, y también de las naciones que participaron de esta historia, entre ellas México. LeoGrande y Kornbluh aportan datos mostrando que la excepcional decisión mexicana de no romper con el régimen cubano fue parte de un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos. México evitó quedar atrapado en el fuego cruzado entre La Habana y Washington, deseaba mantener relaciones con Cuba sin deteriorar los fuertes lazos con Estados Unidos. En enero de 1961, el presidente Adolfo López Mateos se reunió en secreto con Allen Dulles, director de la CIA, la promesa que realizó el mandatario mexicano es una prueba irrecusable de la naturaleza de un régimen que había conseguido estabilizar su relación con Estados Unidos transitando una doble vía, una pública para consumo de la opinión nacional e internacional, y una privada que en palabras del mandatario mexicano prometía la más amplia colaboración “por debajo de la mesa”.

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Por muy incómodo que resulte no podemos cambiar el pasado, sólo ampliando su conocimiento estaremos en condiciones de entender mejor nuestro tiempo. Entre los puercoespines de Donovan y los puentes de Castro, en las páginas de este libro se despliega una historia fascinante que ilumina los entresijos del poder en Cuba y en Estados Unidos, también en México y en Angola, en España y en Brasil. Muestra evidente del significado profundo que tuvo la aventura iniciada por aquel contingente de jóvenes que en noviembre de 1956 y desde costas mexicanas, zarparon a bordo del Granma con la firme voluntad de hacer una revolución.

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*FOTO: William M. LeoGrande y Peter Kornbluh: Diplomacia encubierta con Cuba. Historia de las negociaciones secretas entre Washington y La Habana, México, Fondo de Cultura Económica, 2015, 628 pp.

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