“Esperando a Godot”: la sinrazón de la existencia

Ago 13 • destacamos, Escenarios, Miradas, principales • 7125 Views • No hay comentarios en “Esperando a Godot”: la sinrazón de la existencia

POR JUAN HERNÁNDEZ

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La concepción del mundo que Samuel Beckett (Premio Nobel de Literatura 1969) tenía a finales de los años 40, cuando escribió Esperando a Godot, es la de un mundo sin esperanza. La existencia humana carece de sentido y, el hombre, se encuentra atrapado en dos conceptos por igual complejos: el espacio y el tiempo.

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El texto de Samuel Beckett (Dublín, 1906-París, 1989) se ha llevado a la escena en múltiples ocasiones; sin embargo, la visión terrible planteada por el dramaturgo no se ha agotado, debido a la crisis espiritual latente en la civilización actual.

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Ahora toca al director mexicano José Luis Cruz entablar un diálogo creativo con Beckett, a través de una puesta en escena que se ciñe al discurso radical del escritor de teatro, inscrito en la línea de pensamiento del existencialismo.

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Cruz hace la adaptación del texto original y se permite algunas licencias para lograr la relación empática del público mexicano con los dos mendigos: Vladimir (Gerardo Martínez) y Estragon (Jaime Estrada), personajes que esperan, inútilmente, a Godot (el personaje que simboliza al tiempo).

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El creador escénico construye una puesta en escena estrujante, en tono de comedia negra. El humor ácido subraya el carácter trágico de los personajes y la visión desesperanzada que el autor tiene del mundo; de tal forma que podemos advertir en Vladimir y Estragon la presencia del dramaturgo, en una relación de unidad ontológica, que da potencia a la estructura dramática.

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De esta manera se reactualiza el nudo que ofrece sentido a la tragedia como una eficaz manera de interpretar el destino de la humanidad (como lo ha señalado Christoph Menkel en su extraordinario ensayo “La actualidad de la tragedia”, publicado por la editorial Antonio Machado).

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Es en esta apertura contemporánea de la tragedia en la que vemos a estos dos personajes sumergidos en el sinsentido de la existencia y a la espera de “alguien” o “algo” que no va a llegar.

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El escenario vacío concentra la mirada del espectador en la soledad de los actores y comparte con ellos la aprehensión del desamparo. El vacío se manifiesta en la frase con la que inicia la obra: “No hay nada qué hacer”, enunciada por Estragón mientras intenta quitarse el zapato que le oprime el pie.

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José Luis Cruz busca que la poética de la propuesta surja del trabajo actoral, a través de la creación de un discurso que emane de los cuerpos, del metalenguaje que se trasluce por entre las ropas raídas de los mendigos. Jaime Estrada (Estragon), Gerardo Martínez (Vladimir), Sergio Acosta (Pozzo), Evaristo Valverde (Lucky) y Aída Flores (mensajero) son actores que ponen en juego su capacidad para extraer del lenguaje corpóreo el elemento tragicómico y doliente que exige la puesta en escena.

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En la interpretación de Estragon y Vladimir que hacen Jaime Estrada y Gerardo Martínez, respectivamente, podemos advertir la influencia de la comedia que manejaron (también de manera corporal puesta en juego en situaciones absurdas) Charles Chaplin y Buster Keaton, en el cine.

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La intención de reír de la tragedia, del espanto y el horror fortalece la expresión de esta comedia ácida, que replantea asuntos esenciales sobre la incomprensión de la existencia. La espera de que algo suceda se convierte en una trayectoria circular que lleva a los personajes al mismo punto, del cual parecen no tener escapatoria.

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En Esperando a Godot, como en la tragedia clásica, el destino del ser humano no puede ser burlado y, al final, es enfrentado en la soledad que significa ser individuo único e irrepetible. Beckett advierte en la contemporaneidad esta esencia trágica y la radicaliza en el discurso de esta obra que manifiesta el horror de la existencia, en un mundo que ha vivido la Segunda Guerra Mundial y la “solución final” que dio como resultado uno de los genocidios de mayor espanto en la historia moderna de la humanidad.

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Aquél era el mundo que vivía Beckett cuando escribió la obra memorable que hoy sigue ofreciendo posibilidades de ser llevada a escena con gran pertinencia, debido a la crisis espiritual que experimenta la especie humana, la cual vive la destrucción propia y la de su entorno.

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En el desamparo, el vacío, la sinrazón, el hombre se queda en el mismo lugar, observando el espectáculo del horror (representado por los personajes de Pozzo y Lucky), del cual parece sólo tener una salida: la inexistencia. Mientras tanto no queda más que la naturaleza profética abismal del mensajero, quien se asoma para decir que Godot no va a llegar: tal vez mañana. Y así, hasta el infinito.

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La puesta en escena de José Luis Cruz es una oportunidad para que el público conozca y experimente el teatro vivo de Samuel Beckett, uno de los pensadores radicales y sobresalientes del siglo XX. Imperdible.

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FOTO:  Esperando a Godot, de Samuel Becket, dirigida por José Luis Cruz, con las actuaciones de Jaime Estrada, Gerardo Martínez Pichi, Sergio Acosta, Evaristo Valverde y Aída Flores, iluminación de Carlos Mendoza y vestuario de Aine Martelli, se presenta en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque (atrás del Auditorio Nacional), jueves y viernes a las 20, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas, hasta el 4 de septiembre./CORTESÍA INBA

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