Estados alterados: danza experimental

May 30 • Escenarios, Miradas • 5513 Views • No hay comentarios en Estados alterados: danza experimental

 

POR JUAN HERNÁNDEZ

 

La danza de concierto tiene varias vertientes, una de ellas es la experimentación; es decir, la creación coreográfica a partir del estudio profundo del movimiento, para construir el lenguaje específico de cada obra y renunciar a los clichés y fórmulas técnicas, que se han convertido en el caballo de batalla de coreógrafos, cuando éstos no tienen claro qué quieren decir ni cómo decirlo.
Es por eso que el trabajo de La Serpiente se vuelve entrañable. Sus propuesta coreográficas tienen un propósito, quieren comunicar algo específico sobre el mundo y encuentran el modo particular de hacerlo. Lo hacen a partir de un tipo de movimiento, que es propio de la obra trabajada.

 
Esta idea del movimiento no cómo una fórmula técnica, sino como una elaboración intelectual, instintiva y orgánica —todo al mismo tiempo— permite a La Serpiente ofrecer algo más que un espectáculo “bonito” en relación con la explotación de la estilización de los cuerpos y sus movimientos.
Consideramos que el quehacer de esta agrupación artística, que cuenta ya con alrededor de 40 obras coreográficas cortas, en sus 14 años de vida, tiende mucho más a la búsqueda de un lenguaje que muestra las excrecencias del mundo, que a la idealización optimista de la época actual.

 
Al menos ese parece ser el discurso del programa Estados Alterados, creación coreográfica de Laura Martínez Ayala y Andrew Harwood, con música original de Pedro Vargas Madrigal, iluminación de Mauricio Ascencio y escenografía y vestuario de Javier Ortega Camarena, escenificada en el Teatro Benito Juárez, en la ciudad de México.
La compañía michoacana ofrece una propuesta difícil si consideramos que no trata de entretener de manera fácil al público, a través de un despliegue aparatoso de tecnología o de parafernalia visual. En este caso, el foco de la imagen es el cuerpo en movimiento de los bailarines, que transforman el espacio y ofrecen una realidad incómoda.

 
Los cuerpos entrenados de los bailarines — quienes sin duda gozan del dominio de una técnica, y parten de ella para conseguir elaborar un lenguaje nuevo y proponer un discurso único en escena— se alejan de la heterodoxia académica y se permiten libertades estilísticas con el objetivo de ampliar sus posibilidades expresivas.
No hay espectacularidad en su oferta, pero sí honestidad en el movimiento, en el sentido de provenir de una necesidad discursiva, de un planteamiento claro, de una idea concreta que se busca manifestar en el escenario. Los bailarines exploran la capacidad expresiva de sus cuerpos como entidades orgánicas, pero también como células políticas y sociales.

 
En el caso de Estados alterados, obra dividida en dos actos, la propuesta parte de un despertar lento, en el que los cuerpos de tres bailarines, en el lado izquierdo del escenario, y de otros dos en el extremo derecho, bajo luces cenitales, se insertan en el mundo con dos posiciones distintas: una, la de los varones, en un contacto corporal lento, suave y amoroso, mientras que el de las mujeres es violento.
La oposición en el cuadro de estas dos pulsiones prevalecientes en la condición humana se despliegan en la puesta en escena y nos llevan del plano íntimo al marco de lo social y lo político.
Provenientes de Michoacán, en donde la violencia se ha apoderado de la vida cotidiana de sus pobladores, los creadores dancísticos de La Serpiente ofrecen un espectáculo en el que los movimientos de los cuerpos manifiestan un estado de emergencia, una aprehensión frente a la inseguridad, el miedo y la incertidumbre.

 
La música y la ambientación sonora refrendan, con el tono épico, este discurso sobre la violencia del mundo y la fragilidad del ser humano frente a las ráfagas de metralleta que cruzan el espacio y terminan una y otra vez con la vida. Los cuerpos se estremecen, se crispan, expresan un lamento.
El de la compañía dancística es un punto de vista crítico sobre el entorno, la realidad política, el crimen, la impunidad, el horror y el cinismo de nuestro tiempo. Es también una vindicación del cuerpo, al cual se le ve como espacio de reflexión y no como objeto de consumo.

 
Estados alterados podrá resultar poco atractiva para quienes buscan alarde de pirotécnica y proyecciones corporales espectaculares. El discurso de La Serpiente debe leerse como una invitación a sentir náusea sobre la realidad inmediata, para asumir la responsabilidad sobre el destino de nuestra especie.

*Estados alterados, coreografía de Laura Martínez Ayala y Andrew Harwood, con la interpretación de Francisco Esqueda Plascencia, Laura Martínez, Ayala, Marjolaine Paravano, Liliana Rosales Merlos y Abdiel Villaseñor Talavera, música original de Pedro Vargas Madrigal, iluminación de Mauricio Ascencio y escenografía y vestuario de Javier Ortega, se presenta en el Teatro Benito Juárez, martes, miércoles y jueves, a las 20 horas, hasta el 4 de junio.

*FOTO: La compañía La Serpiente asume en “Estados alterados” la temática de la violencia y la reestructura para ofrecer un discurso que manifiesta un estado de emergencia/ Tania Victoria/Secretaría de Cultura del DF

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