Providence: Alan Moore visita a Lovecraft
POR MAURICIO MATAMOROS DURÁN
Sobre la literatura de Howard Phillips Lovecraft (Providence, Rhode Island, Estados Unidos, 1890-1937) aún pesa –como si de la carga del Universo entero se tratara– la forma sobre el fondo. Y aunque ambos elementos son igual de importantes y peculiares en su obra (y en la de cualquier autor), desde hace más de siete décadas que murió este escritor su barroca y pesimista prosa ha sido utilizada por críticos e historiadores como herramienta para construirle una mala fama de escritor poco competente, a razón de que su abigarrada forma no respetó cánones, modas ni líneas establecidas.
Durante años, décadas incluso, esas críticas desviaron la atención en general de la potente y reveladora crónica figurada de un autor que en su misantropía –disfrazada de homofobia y racismo– encontró una rabiosa energía para hablar sobre el individuo y su mundo bajo la inmensidad y omnipresencia de un Universo que hace ver minúsculos nuestros esfuerzos y pasiones. El de Lovecraft, fue un asomo existencial al pozo oscuro que puede ser la vida, para legar una filosofía del pesimismo, cuyas raíces han comenzado a brotar durante el siglo XXI de una manera clara e incisiva.
Alan Moore, lector avezado de la obra de Lovecraft y escritor de talento sobrenatural e inquietudes afines a las del creador del Necronomicon, ha comprendido bien la valía y trascendencia del pensamiento de Lovecraft, un intelectual original quien desde Providence –su lugar natal y del que prácticamente no salió durante su vida– tejió una especie de radiografía emocional del prejuicio a lo desconocido que, con base en una mitología propia compuesta por deidades monstruosas y humanos endebles ante el poder de éstas, manifestó la incertidumbre de una época y el “melting pot” que la cosechó.
Moore, autor de piezas importantes en la narrativa contemporánea en la forma de cómic (como Watchmen, V for Vendetta, From Hell y Promethea, por citar unas pocas), desde el inicio de su carrera ha presentado en su trabajo referencias y préstamos de la invención lovecraftiana. Pero es durante la última década cuando en su constante experimentación narrativa su camino ha tomado de lleno el sendero definido por extrañas lenguas muertas y hombres cegados por conocimientos inmemoriales que no fueron planeados para la mente humana, aunque fue Lovecraft quien los confeccionó.
Así, el encuentro de estas dos mentes maestras que han sabido definir sus tiempos a través de la prosa delimitada por la ficción de la fantasía oscura, arroja hoy una narración que promete ser canon en la historia de ambos autores: Providence, cómic escrito por Moore e ilustrado por Jacen Burrows, para la editorial Avatar.
Al igual que Lovecraft, Moore prácticamente no ha salido de su ciudad natal (Northampton, en Londres) desde que comenzó a respirar hace 62 años y, por tanto, entiende muy bien la peculiar imagen que otorga ver e interpretar al mundo desde un solo lugar. De esa manera, Providence plantea no sólo una ficción de horror en honor a Lovecraft, sino igualmente el conjuro de un lugar y sus habitantes –uno de ellos, extraordinario– en la constante necesidad del individuo por desentrañar su tiempo y espacio.
Dividida en 12 episodios mensuales de 32 páginas (con el primero de ellos a la venta esta misma semana en Estados Unidos, y en México a través de las tiendas de importación de cómics), esta saga durante el siguiente año de publicación pretende retomar el camino de las visiones extraordinarias y alienígenas que Lovecraft confeccionó como una manera para interpretar y soportar el mundo, contrario a la vulgarización que hoy día han sufrido sus hallazgos en manos de la llamada cultura del entretenimiento, que de manera no poco extraña los ha incorporado a su lenguaje fragmentado.
Moore, así, presenta una ficción que se construye tanto de los postulados dramáticos de Lovecraft, como de los datos reales de su tiempo, su vida privada y la misma cosecha narrativa del escritor inglés, permitiéndole desarrollar tanto un ensayo como una ficción, a la cual ha explicado como una “ficción que funciona como crítica”.
Al momento, en el número 1 de Providence, hemos podido ver que la historia arranca en Nueva York, el 5 de junio de 1919, en las oficinas del New York Herald, diario para el cual el reportero Robert Blake realiza la investigación sobre las supuestas muertes ocasionadas por la lectura del libro “Sous le Monde”. Mientras Blake entrevista a un extraño Dr. Álvarez, cuya salud es sostenida gracias a un clima artificial a baja temperatura y quien realizó un ensayo sobre el mentado libro, la historia nos imbuye tanto en el momento histórico (con un detallado trabajo en el dibujo, y que debe de seguir celosamente los detallados guiones técnicos de Moore), como en los posibles cruces de historias diversas con la del propio Lovecraft.
Así, nos encontramos frente a un año de lectura que promete grandes placeres literarios y metaficticios. Moore, a través de parte de su obra (en especial con From Hell, una investigación histórica con la ficción como forma sobre Jack, el Destripador y su tiempo) ha construido una especie de periodismo interpretativo que sacude por sus hallazgos narrativos y sus hipótesis históricas. Ahora, con un coprotagonista como Lovecraft, las posibilidades de la obra pueden ir desde el terror hasta el descubrimiento espacio-temporal en una ficción que, como el autor de Providence se empeñó en demostrar, no es otra cosa que un reflejo distorsionado de nuestra realidad física y mental.
*FOTO: El historietista Alan Moore retoma en la serie “Providence” las historias del escritor H.P Lovecra/Especial