Sobre Ingrid, Fátima y las imágenes del feminicidio

Feb 29 • Reflexiones • 5361 Views • No hay comentarios en Sobre Ingrid, Fátima y las imágenes del feminicidio

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POR MARIEL GARCÍA MONTES

La búsqueda de “Ingrid Escamilla fotos”, a inicios de marzo, lleva a imágenes de Ingrid sonriente, en fotografías e ilustraciones; de las marchas feministas para exigir justicia en su nombre; en Twitter lleva también a imágenes de naturaleza. El llamado de activistas feministas fue simple: “Llenemos el # de #IngridEscamilla con fotos de cosas bonitas. Que esto sobrepase las fotos de su cuerpo”.

 

Cuando el brutal feminicidio de Ingrid Escamilla se convirtió en un tema de discusión pública en febrero de 2020, su historia se entrelazó con la difusión de las fotografías de su cuerpo en la escena del crimen, filtradas por policías y agentes encargados de su caso. Estas fotografías se convirtieron en la portada de diarios de nota roja, el “clickbait” de medios en internet, como señuelo para el consumo en una economía de la atención.

 

Unos días después, la noticia y las imágenes de otro feminicidio, esta vez de una niña de siete años, sacudieron la opinión pública. En el caso de Fátima, las imágenes no fueron de su cuerpo en la escena del crimen: fueron de ella en vida. Su cara, a veces difuminada y a veces no. El video de una cámara de seguridad que la muestra con su presunta secuestradora. El video de su madre, en una conferencia de prensa improvisada, al borde del llanto.

 

Sin imágenes, es difícil que haya prensa, pero también que haya movimientos sociales. Cuando la mención de feminicidio es insuficiente, como lo es en un país donde al menos diez mujeres son asesinadas cada día, es la imagen sonriente de una víctima en vida la que nos hace sentir la injusticia de su pérdida. Ver a Fátima en el video de su secuestro hace sentir rabia por la falta de acción para prevenir su muerte. Son estas mismas emociones las que garantizan el consumo de un artículo en un periódico.

 

Es por esto que no es poco común que activistas feministas pidan un trato distinto de las imágenes de las víctimas de feminicidio en los medios. No fue sólo a través de la iniciativa por contribuir a la memoria de Ingrid con imágenes bellas que las activistas feministas respondieron a la difusión de las imágenes de su cuerpo. Organizaciones feministas se posicionaron denunciando la violación del código de ética de medios. Uno de los sitios de protesta fue la oficina de La Prensa, que eventualmente emitió una disculpa pública.

 

Al centro de la demanda por una cultura distinta que respete la imagen de las víctimas está una denuncia de la violencia perpetrada contra las mujeres inclusive después de su feminicidio. La imagen de las víctimas sigue siendo principalmente para el consumo; un recurso para la economía de la atención. Es por eso que, quienes suben imágenes bellas en honor a la vida de Ingrid buscan proteger la dignidad de quienes ya no están con nosotras para protegerla con sus propias manos.

 

Aunque esta respuesta se agudizó y volvió más visible con el caso de Ingrid, el llamado a prácticas distintas de difusión de imágenes ha acompañado la indignación ante distintos casos de feminicidio. Y, en un ecosistema de información en el que no son solamente las organizaciones de medios las que contribuyen contenido a la esfera pública, y en el que el financiamiento de los medios existentes se basa en la publicidad, los códigos de ética de medios de comunicación no parecen ser suficientes.

 

Este 8 de marzo, en una primavera violeta que exige cada vez más sonoramente justicia para las mujeres, es un buen momento para preguntarnos cuál es la cultura de difusión de la imagen que queremos ver, y reflexionar sobre los puntos ausentes de la discusión que se ha dado hasta ahora. Los llamados han puesto en el centro la memoria de las víctimas y el respeto al dolor de los familiares. ¿Qué otros factores debemos tomar en cuenta al reformular la difusión de imágenes y la cobertura de casos de feminicidio?

 

Un punto ausente de la discusión ha sido la reflexión sobre efectos de la cobertura. En Estados Unidos, por ejemplo, un logro de activistas e investigadores de salud pública y medios de comunicación fue promover adopción de mejores prácticas de cobertura del suicidio. Cuando se dan casos de suicidio, especialmente adolescente, rara vez hay cobertura en medios, y si la hay, es sobria, sin detalles. Esta decisión fue tomada por el efecto de contagio que causa entre jóvenes la exposición a casos de suicidio.

 

¿Será que la manera en que se cubre y en que hablamos sobre feminicidios, más que alimentar la indignación, tiene un efecto negativo en potenciales perpetradores? Ésta es una pregunta de investigación para expertos en seguridad y en medios de comunicación. ¿Cómo podemos hacer difusión de casos que haga justicia a las víctimas, y que no aliente la violencia machista entre quienes son candidatos a ejercerla?

 

En el caso de Fátima, una de las imágenes más difundidas fue el video de la declaración ante la prensa que dio su madre. María Magdalena Antón fue revictimizada no sólo a través de discusión sobre su papel en el secuestro de su hija, sino también, como muchas familiares de víctimas, a través de la búsqueda constante de testimonios. ¿Cómo podemos dar voz a las familiares sin someterles a atención intensa en sus momentos de mayor vulnerabilidad?

 

Finalmente, nos queda preguntarnos sobre las maneras en que podemos discutir casos específicos para hacer visibles la violencia y las estructuras machistas. Después de Ingrid y Fátima, discutimos el caso de Jacqueline. Discutimos los feminicidios que también contribuyeron a que nuestro país sea el segundo en América Latina con la tasa más alta de transfeminicidios.

 

En este sentido, podemos inspirarnos en el trabajo de activistas feministas que comunican distintas dimensiones de esta crisis nacional. Gracias, María Salguero, por toda tu labor en el mapa de feminicidios. Gracias, @FridaGuerrera, por todo tu trabajo de acompañamiento. Y gracias a todas las activistas que, desde Campo Algodonero hasta los casos que discutimos hoy, han litigado, acompañado y buscado cambiar la realidad feminicida en nuestro país.

 

FOTO: Marcha del 14 de febrero de 2020 por el asesinato de Ingrid Escamilla, ocurrido cinco días antes al norte de la Ciudad de México. /Alfredo Estrella/ AFP

 

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