Jean Seul de Méluret heterónimo satírico de Pessoa

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Pessoa tuvo más de cien heterónimos. De Méluret, un supuesto periodista francés radicado en Lisboa, es uno de los menos conocidos

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POR FERNANDO PESSOA

Fernando Pessoa (1888-1935) se ha convertido en el poeta portugués por antonomasia, siendo su obra mejor conocida por la tríada de heterónimos de Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Ricardo Reis. En las dos últimas décadas, diversos grupos de investigación han trabajado en el arca pessoana conservada en la Biblioteca Nacional de Portugal. Jerónimo Pizarro de Colombia y Patricio Ferrari de Argentina han documentado la existencia de 136 autores ficticios y confiesan que aún hay discusiones sobre este número. Algunos sólo son nombres a manera de seudónimos, pero otros participan de empresas literarias vinculadas a proyectos editoriales en los tres idiomas del poeta: portugués, inglés y francés. Entre estos heterónimos llama la atención Jean Seul de Méluret. La principal tarea que Pessoa encomendó a este supuesto periodista francés radicado en Lisboa y de carácter conservador consistió en tres sátiras para un proyecto colectivo dirigido a un público cosmopolita y con fines de regeneración social. The Transformation Book (1908) es una obra escrita junto con otros heterónimos relevantes como los hermanos Alexander y Charles James Search y el Sr. Pantelão. Este libro incluye ensayos, sátiras, poemas, aforismos y traducciones que tienen como objetivo la renovación espiritual de Portugal y la salvación de Europa.

 

Jean Seul crítica la influencia cultural de Francia sobre Portugal. Los mitos dominantes de la época como la degeneración social y la decadencia cultural heredados de la sensibilidad del fin-de-siècle aparecen en estas sátiras, aunque éstos también brotan de la pluma de otros colaboradores, tal y como sucede en los ensayos y poemas de Alexander Search en inglés y las visiones de Pantelão en portugués. Aunque Pessoa no publicó The Transformation Book, ni lo consideró hacia el final de su vida como parte relevante de su enorme producción, algunas de las obsesiones del poeta ya se encuentran de forma clara en sus páginas. La mirada apocalíptica de Jean Seul es como la de San Juan, visión distópica de un caos inevitable para la llegada de una nueva época. Estas sátiras ponen de relieve la imagen crítica que desde muy joven Pessoa se construyó de Francia frente a la posibilidad de que Portugal adoptara los mismos modelos políticos y culturales. A través de Jean Seul, Pessoa muestra una cierta xenofobia ante la influencia de la industria cultural del país galo. Años después formulará esta crítica en términos teóricos históricos y literarios. A continuación se presentan fragmentos de las tres sátiras que aparecen en la edición de los materiales dispersos en las diferentes carpetas del archivo pessoano de Nuno Ribeiro y Cláudia Souza (Nueva York, Mundum Press, 2014).

(Joseline Vega Osornio)

 

 

El caso del exhibicionismo
Aquí, en Lisboa, absortos en ocupaciones que nos alejan, leímos hace unos meses sobre este hecho, que hasta ese día habíamos ignorado: las mujeres desnudas que se exhiben en los music halls de París. Es un olor tan fuerte a decadencia, de una grande y profunda decadencia, que la sorpresa fue más que dolorosa para mí. Pero no había allí, creo, nada de que sorprenderse, puesto que con las inmensas fuerzas de la decadencia, si hay algo que pueda llamarse una fuerza de decadencia, desencadenadas desde hace mucho tiempo en la civilización moderna, especialmente en Francia, nación que la representa más que cualquier otra, no fue difícil prever que en un corto tiempo se observarían formas más acentuadas, más acentuadas para la visión de la degeneración social. […] Cuando el sonido de los cañones estalla, cuando el humo de la pólvora se eleva, uno no puede ignorar que la batalla ha comenzado. Abstenerse de participar, negarse a defender a los suyos, sería pura cobardía o traición. Ha estallado ahora la guerra entre la decadencia y la sociedad; que los fuertes y los sanos, los lógicos, los coherentes, los pensadores y los sinceros vengan a defender a la humanidad contra el hombre.

 

 

Señores proxenetas
Sátira francesa dedicada al tiempo
Querido y estimado maestro:
No es que Francia me disguste más que otros países; para mí, todos los países son lo mismo. Lo que no me gusta es la corrupción y la decadencia. No me importa qué sistema de sociedad tenga la gente, o cuál sea su forma de pensar; lo que no acepto es que el sistema sea el de los proxenetas y la forma de pensar la de los idiotas y los imbéciles. […] ¡Basta de lamentarse! ¡La decadencia ha llegado! Es el reinado de los proxenetas y las prostitutas porque hoy en día incluso estas personas escriben libros. […] El hombre que viola a una niña es encarcelado, mientras que aquel que provoca el crimen en los cerebros enfermos, la masturbación en los cerebros jóvenes y la perversión en los cerebros débiles, no se le castiga, se le llama autor e incluso artista. Que la ley sea justa para todos. Si el pueblo francés acepta estos escritos, estas novelas, estos cuentos, si van éstos de acuerdo a su carácter, entonces es un pueblo perdido, un pueblo enfermo. Los proxenetas son admirados sólo por otros proxenetas.

Pobre pueblo que fue uno de los más grandes sobre la Tierra. […]

 

 

Francia en 1950
En Francia ya no existen claramente las profesiones de hace cincuenta años. Hay ahora algunos grandes grupos de profesionales: los sifilíticos, los tabéticos y los espermatorréticos. Todos los nombres de las cosas han tomado un aspecto amoroso, como el de la máquina de coser “La Sensual” o el de la máquina de escribir “La Extenuante.” En todas partes, hay imágenes pornográficas. Las damas portan un velo en lugar de un escote que llega a las rodillas. […] No hace falta decir que no hay escuelas técnicas, sólo “La Escuela de la Masturbación”, “La Escuela de Sadismo” y algunas otras de la misma especie. […] Toda conversación es sexual, hay templos a las histéricas y a las prostitutas, porque son ellas las diosas del pueblo francés. […] Odio la prostitución de las calles, pero sé que es peor la de los cerebros. […] ¡Vergüenza para quien se divierta y ría con esta sátira! […] No faltará el idiota que piense que esta sátira es indecente e inmoral. Sería propio de un idiota pensar así; porque los más grandes hombres de ciencia ahora han reconocido y comprendido este hecho, que los idiotas piensan tontamente y que hacen cosas tontas. En esta sátira hay una inmensa grosería, muy conscientemente buscada. La literatura de los onanistas morales, personas sin sentido moral cuya literatura aumenta. La ley de no poder hacer nada. Fin.

 

 

FOTO: Retrato de Fernando Pessoa por José Sobral de Almada Negreiros. / Especial

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