Futbol, el viejo vicio

Jun 9 • Lecturas, Miradas • 4176 Views • No hay comentarios en Futbol, el viejo vicio

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Las apuestas editoriales por temas futbolísticos han tenido algunos aciertos y omisiones lamentables: desde desabridas biografías hasta anecdotarios y crónicas de mayores méritos narrativos

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POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ

Los vicios no se olvidan, sólo se disimulan, se perfeccionan y a veces se cuentan a modo de confesionario. Sobre el futbol, los lectores no sabemos con qué nos vamos a encontrar entre la marejada de publicaciones que se han subido a la ola del Mundial de futbol Rusia 2018. De ahí podemos mencionar tres trabajos; dos de ellos nos llevan a entender este deporte como un escaparate de las virtudes y detritos de la existencia, pero también nos hablan de historias en las que abundan la camaradería y la generosidad.

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Como apunte inicial, sorprende que no esté circulando una reedición de Salvajes y sentimentales (Alfaguara, 2002, la más reciente es de 2011), los artículos que Javier Marías dedicó en la década de 1990 al futbol. En estas páginas, el autor de Corazón tan blanco manifiesta su admiración a cracks como Ferenc Puskas y Alfredo Di Stefano, además de dar su propia postura sobre la relación entre el Real Madrid y la dictadura franquista, algo que considera un equívoco si no se toma en cuenta que el Atlético de Madrid era, desde los años de la República, el equipo consentido de la fuerza aérea española –futuros aliados del bando nacional.

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Una novedad que vale la pena disfrutar a lo largo del mes y medio que durará la competencia mundialista es Cerrado por fútbol (Siglo XXI Editores, 2017). Así, “fútbol”, al estilo del Cono sur. A diferencia de muchos periodistas deportivos que a falta de temas y profundidad se dedican al arguende, Eduardo Galeano entregó a sus lectores una colección de narraciones breves en torno a este deporte. De manera similar a Días y noches de amor y de guerra y Las venas abiertas de América Latina, dos de los libros más conocidos de su bibliografía, éste es un mosaico de historias que trascienden la cancha para hablarnos de los infelices que en medio de conflictos bélicos encontraron respiro alrededor un balón, de la lucha de las mujeres contra la displicencia de las ligas profesionales y como el futbol fue una de las rendijas que aprovecharon los opositores de las dictaduras latinoamericanas.

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Cerrado por fútbol cuenta, entre otras, la historia de Obdulio Varela, el mulato uruguayo que hizo llorar a toda una nación en el famoso Maracanazo, cuando la selección uruguaya dio la voltereta en el marcador para vencer al seleccionado brasileño en el mundial que éste jugó de local en 1950. Obdulio declinó sumarse a las celebraciones de su selección y decidió rodar de bar en bar para “prestarle su hombro” a los demolidos aficionados brasileños. Y ya en tierras brasileñas, Galeano narra en unas cuantas líneas la historia de la “Democracia Corinthiana”, un referente de la oposición a la dictadura militar brasileña, cuando a inicios de la década de 1980 los jugadores del Corinthians, orquestados por el doctor Sócrates, tomaron la dirección de este club, en el que las decisiones comenzaron a tomarse por medio de democracia directa. Otra hazaña deportiva –a la que el escritor francés Laurent Binet le dedicó un capítulo de su novela HHhH (Seix Barral, 2011)–, es el partido que el Dinamo de Kiev jugó con las trompas alemanas en 1942. Aun con la advertencia de que serían fusilados si derrotaban al equipo invasor, los ucranianos golearon 4-1 al representativo nazi. El partido concluyó antes del tiempo reglamentario y los jugadores del Dinamo fueron fusilados en un barranco. Eduardo Galeano, el maestro de la parábola futbolera.

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El escritor y periodista uruguayo parece ser consciente de que a estas alturas una homilía puede ser de cualquier tipo, menos aburrida o con lagunas no premeditadas, como sucede con Pep Guardiola: la metamorfosis (Roca Editorial, 2017), de Martí Perarnau. Ésta es la muestra, ya no de lo que debe evitar un periodista deportivo, sino lo que debe evitar cualquier periodista: echarse en brazos de su personaje. Basta leer los primeros dos capítulos para que Perarnau nos hable sobre el método de juego creado por Johan Cruyff, sin nunca explicarnos de qué se trata. ¿Para qué explicarlo si todo recién nacido lleva una cartilla de vacunación y un chip que le permite distinguir entre el estilo de juego del crack holandés y el del “káiser” Beckenbauer? Es una pena que la adquisición de una semblanza como ésta –no es estrictamente una biografía– no incluya un par de cirios pascuales. Es el único reproche, pues es una impecable hagiografía, con todo y las lagunas que siempre llenará la fe.

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En 2016 se cumplieron tres décadas del partido protagonizado por las selecciones de Inglaterra y Argentina en el Estado Azteca. El partido (del siglo) (Tusquets, 2016), de Andrés Burgo, dedica 294 páginas a algo más que los 90 minutos del partido. Esta es una crónica deportiva a la que no le falta ninguna herramienta periodística que se puede exigir a una cobertura amplia y ambiciosa. En su narración da la misma importancia a las acciones dentro de la cancha como lo que sucedió en los vestidores, en la concentración, en el camión que transportaba a la Selección argentina. El protagonista no es Maradona, aún con el asombroso gol que recetó a los ingleses al minuto 55 y la desfachatez de haberse salido con la suya con la polémica “Mano de Dios” en el minuto 51.

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Con variedad de fuentes, que va de las hemerográficas hasta las testimoniales y el rastreo de documentos televisivos, la narración de Burgo no se separa de la idea de que las epopeyas también se alimentan de escenas cotidianas: “Ese día Maradona se despertó más temprano que de costumbre, pero después se quedó boludeando en la habitación”, contó a La Nación Roberto Marini, asistente del director técnico Carlos Bilardo sobre las horas anteriores al partido. Al corifeo se suma Jorge Valdano, quizá con un poco de malicia en aquello de contar historias: “Diez de los once jugadores titulares desayunaron Coca-Cola en la mañana previa a jugar contra Inglaterra”. Esas son historias y no la pirotecnia que tanto abunda en la prensa deportiva.

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En El partido (del siglo) son tan importantes los goles que hizo Diego Armando Maradona como las biografías que sus rivales ingleses escribieron años después para contar su versión, el arrojo de los pilotos de Aerolíneas Argentinas que contrabandeaban cortes de carne para consentir a sus muchachos, los muertos de Malvinas, las canciones cursis que escuchaban en el autobús o la narración de Víctor Hugo Morales, autor del famoso apodo de “barrilete cósmico” que le colgó a Maradona.

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La maquinaria futbolística que fue “la Celeste” argentina en 1986, contada por Burgo, hace pensar que en el campo de juego la diferencia entre la extravagancia hechiza y la genuina excentricidad es la espontaneidad y la modestia dentro y fuera de la cancha. El partido (del siglo) también recoge parte del ambiente, las reglas que hace 30 años regían el futbol, quizá todavía con un pie en el ámbito amateur y que alejado de los compromisos comerciales que han asfixiado a este deporte, permitieron que los futuros campeones del mundo jugaran con uniformes “hechizos” –confeccionados ex profeso por costureras mexicanas en una velada–. El partido (del siglo) es una crónica de cuando fuimos mortales, de cuando un jugador valía por lo que hacía en la cancha con otros mortales como él, en ese clan futbolero, y no por los dividendos o patrocinios.

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Foto: Cerrado por fútbol, Eduardo Galeano, México, Siglo XXI Editores, 2017, 226 pp. / El partido (del siglo) Argentina-Inglaterra 1986, Andrés Burgo, México, Tusquets, 2016, 294 pp. / Especial.

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