Explosivo choque de dos monstruos de la danza

Jul 28 • Escenarios, Miradas • 4607 Views • No hay comentarios en Explosivo choque de dos monstruos de la danza

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Fue yo, coreografía de Gabriela Medina y Miguel Mancillas, escapa a la narrativa tradicional de la danza, pues la actuación enérgica de los bailarines trastoca la estructura espacial del espectador

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POR JUAN HERNÁNDEZ

Gabriela Medina (Ciudad de México, 1970) es una creadora peculiar. Al lado de Mario Villa, fundó La Manga Video y Danza, una compañía que desborda los límites convencionales, para la creación de universos metafísicos; es decir, que busca el sentido primigenio de la energía, el movimiento, la respiración, la trasmutación muscular, para luego llevar ese saber a la subjetividad de lo que entendemos como experiencia humana.

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El quehacer de Medina escapa a la narrativa del artista de la danza tradicional. Se erigió bailarina por derecho propio. Tomó el camino del riesgo: egresó de los Grupos Especiales y se unió a Asaltodiario, una compañía que fue célebre por lanzarse al abismo, sin red de seguridad, y convertir a la experiencia de la danza en un asunto en de vida o muerte, de manera literal.

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Se insertó de manera natural en la estética bizarra de UX Onodanza, de Raúl Parrao, en donde el quehacer escénico se realizaba fuera de los márgenes, para dar paso a un discurso abigarrado, irónico, con un imaginario que prestaba atención a la actualidad en el proceso de la creación de espacialidad, presentada como un reflejo de un mundo desgarrado.

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Fundó con Mario Villa, La Manga Video y Danza, una compañía que recurre al uso de la multimedia para abrir nuevas posibilidades de entrada a la profundidad espacial de la escena. En esta apuesta creativa, el cuerpo de la bailarina se insertó con la seguridad del alquimista que sabe mezclar las sustancias necesarias, para hacer hallazgos sobre la materia constitutiva de la naturaleza humana.

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La más reciente de sus aventuras creativas sigue este camino. Ahora se hizo acompañar de Miguel Mancillas (Hermosillo, Sonora, 1963), bailarín y coreógrafo experimentado, director de la Compañía Anteres, cuya presencia aporta disciplina, fuerza y compromiso interpretativo a la creación escénica. La dupla de creadores genera expectativas altas y el resultado las satisface.

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El formato de la video instalación coreográfica, creado y puesto en práctica a partir de 1994 por La Manga, se mantiene en la obra Fue yo, escenificada en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del Centro Cultural del Bosque, con el diseño sonoro y la dirección de arte de Mario Villa, y la asistencia creativa de David Salazar.

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El aforo, es decir el acercamiento del público a la escena, no es sólo un capricho; es el resultado de una manera de pensar la experiencia escénica, como un hecho que crea comunidad, intimidad y empatía.
Colocado en el escenario, el público es parte de la experiencia creativa. Lo quiera o no, el espectador se ve trastocado en su estructura espacial interior, por la energía de los bailarines, cuya densidad corporal habita el universo de paisajes profundos, misteriosos, que ponen al descubierto un estado de consciencia no habitual que es, a su vez, la puerta de ingreso al laberinto en donde habita el temible Minotauro mítico.

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El cuerpo de Mancillas yace boca abajo sobre un rectángulo iluminado, de color ocre. Gabriela Medina, sentada, hace de la respiración un potente motor de vida. La bailarina se levanta y camina sobre el cuerpo del intérprete, que se anima de a poco, hasta estallar las energías de los dos monstruos de la escena.

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Al mismo tiempo David Salazar, con un teléfono móvil, circula alrededor de los cuerpos y los graba. El ojo del dispositivo hace algo más que registrar el instante, crea otra realidad, proyectada en tiempo real sobre los cuerpos y la manta que delimita el micro espacio, que es el núcleo de un todo amplio e infinito.

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La tensión muscular, en momentos tremulante, de Gabriela Medina, potenciada por una respiración que proviene de la profundidad de la entraña, establece el momento vital y desvela la forma primigenia de la naturaleza humana, diríamos anterior a la domesticación de las pulsiones.

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La pureza del movimiento, de la respiración, de la energía, colocados en un paisaje sonoro que proyecta la bestialidad de los instintos humanos, abraza a los espectadores quienes, desprovistos de la narrativa de la literalidad, tienen que echar mano de la sensibilidad para compenetrarse con el lenguaje de la puesta en vida, de un instante que sólo puede ser comprensible en un viaje interior arriesgado y entrañable.

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El violento encontronazo de los cuerpos de los bailarines, hacen a un lado la racionalidad como eje ordenador del cosmos. Es entonces cuando la energía de ambos se revelan en la forma objetiva de las pulsiones, cuya intensidad da por sentado la revelación de la condición sagrada y perfecta del orden del universo, en el cual se inserta lo humano.

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Las interpretaciones del suceso son infinitas, desde luego. De eso trata la puesta en escena: ser un detonante de experiencias inesperadas. Gabriela Medina tiene un cuerpo sabio. Ese saber se trasluce en la fuerza y el compromiso de su ser en el desarrollo del devenir que desgarra la apariencia de las cosas, para dar un sentido potente al instante, que estalla como una bomba en el centro del universo, en el que es convertida la escena.

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Fue yo logra dar unidad a la experiencia del cuerpo, del movimiento, de la energía; en un tiempo-espacio que pone en pausa el ritmo de la cotidianidad, para entender el mundo desde un estado de consciencia de excepción.

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FOTO: Fue yo, creación e interpretación coreográfica de Gabriela Medina y Miguel Mancillas, con la dirección de arte y diseño sonoro de Mario Villa, con la asistencia creativa de David Salazar, con La Manga Video y Danza, ofrece una última presentación en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo (atrás del Auditorio Nacional), el 29 de julio, a las 18 horas. / Cortesía La Manga Video y Danza

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