El amor en tiempos de estalinismo
En entrevista, el director polaco Pawel Pawlikowski habla de su cinta Guerra fría, ajuste de cuentas con el amor romántico y defensa de la libertad creadora de la música
/
/
POR HÉCTOR GONZÁLEZ
Zula (Joanna Kulig), una joven con un talento nato para el canto, es descubierta por Wiktor Warski (Tomasz Kot). Ambos establecen una relación que trasciende de lo profesional a lo amoroso. En el marco de la Polonia estalinista de mediados del siglo XX, ambos deberán sortear la represión del régimen, pero sobretodo los traspiés que les impiden tener una relación estable. En Guerra Fría, el director polaco Pawel Pawlikowski, desarrolla una historia acerca de la imposibilidad del amor idílico.
Tras obtener el premio al Mejor Director en el Festival de Cannes (2018) y de conseguir tres nominaciones a los premios Oscar (Mejor Película en habla no inglesa, Mejor fotografía y Mejor dirección), el filme se estrenó la semana pasada en México. En esta entrevista aborda la importancia de la música en sus cintas y su papel en la caracterización de los protagonistas de esta historia de amor épico.
Guerra fría está dedicada a sus padres, ¿por qué?
Día a día inspiraron esta historia. Les debo lo que soy en todos los sentidos. Ambos me impulsaron a ser diferente.
La película cuenta una historia de amor romántico en un sentido literario, es decir sublimado.
El amor es complicado. Nos gusta pensarlo y sentirlo en términos absolutos, cuando la realidad es que es muy relativo. El dónde y el cuándo es determinante en cada caso. El amor es un sentimiento inagotable, pero que a la vez cambia constantemente. Si somos capaces de comprenderlo y nos damos cuenta de sus cambios, podremos vivir una historia de amor verdadera, maravillosa y conmovedora. Es algo de lo que yo quería hablar. Por supuesto hay momentos buenos y también tragedia. Al final depende de cómo se vean las cosas. ¿Pero tu pregunta iba más dirigida hacia por qué cuento historias de amor?
Mejor dicho, ¿por qué cuenta una historia de amor épico?
En el camino me he encontrado con muchas historias con estas características y siempre me resultan inspiradoras porque nos llevan a descubrir partes desconocidas de nosotros mismos. Me gusta revivirlas para mostrar los paradigmas y complicaciones que puede tener el amor.
La música es un personaje muy importante en la película, transita desde los géneros tradicionales hasta el jazz de mediados del siglo XX.
La música siempre me ha gustado, hubo una época en la que solía tocar y componer de manera solitaria. Creo que mi cine tiene que ver con la música en cierto sentido. Me encantan las películas con una estructura musical (no me refiero a los musicales), me gusta que la banda sonora refleje los distintos momentos que atraviesa una historia. En el caso de Guerra fría, quería incorporarla de lleno al drama. Por eso tiene un papel protagónico. Música e historia ilustran las diferentes etapas de la relación entre los protagonistas. Una vez que decidimos que los personajes principales serían músicos el trabajo fue más placentero. En perspectiva te puedo decir que fue una buena estrategia dado que enriqueció mucho la película.
Aunque en la película, la música sirve también para remarcar la identidad, usa canciones tradicionales polacas, por ejemplo.
Sí, pero más allá de lo intelectual, la película muestra a dos artistas que se conocieron, comenzaron a crear música folclórica y al final se involucraron. Ella es una cantante y bailarina, mientras que él es un compositor. Nunca tuve conciencia real del tema de la identidad hasta después y sí, hoy te puedo decir que es una de las líneas que maneja el filme.
El contexto histórico de la Guerra Fría refuerza esta línea.
Sí, históricamente en Polonia hubo un momento entre 1949 y 1950 en el que las personas escuchaban mucha música tradicional. Era fácil encontrar buenos ensambles y tenían tanto éxito que el Ministerio de Cultura del gobierno estalinista decidió que los podía usar para difundir su ideología, era una época en la que el jazz era visto como algo decadente. En la parte oeste de Europa, particularmente en París las cosas eran diferentes porque la gente era más abierta. Creo que en la película lo podemos ver con la llegada del rock and roll. Cuando escuchamos a Bill Halley contrastamos el efecto que produjo en la protagonista. Incluso me atrevería a decir que la música funciona tanto como los diálogos para narrar lo que pasa entre los personajes, además aporta un sentido temporal y espacial a la historia.
¿Los personajes se construyeron en función de la música?
Quería que los personajes se gustaran lo más posible, pero si te fijas más allá de la música tienen poco en común. Él proviene de la clase media alta, es un intelectual y llega a París antes de la Guerra. Ella, viene de una ciudad devastada y de una familia caótica, es completamente distinta, no le interesa nada del estalinismo. Son distintos hasta en el temperamento: ella es dinámica y siempre se está moviendo; él es mucho más flemático, estático y pendiente de las cosas que pasan en el exterior. Su atracción obedece a que son opuestos. Parte de mi trabajo consistió en hacerlos lo más complicados y paradójicos posible.
La película muestra también los excesos del régimen estalinista y del fascismo de mediados del siglo XX. En este terreno la película tiende un puente con el presente…
Más que del fascismo hablo del estalinismo, aunque es verdad que tienen puntos en común. En ambos casos había un Estado que intentaba entrometerse y regular las vidas de sus gobernados, por medio de una retórica marxista-leninista llevada al extremo de la represión. No sé qué tanto puedan tener que ver con los gobiernos que hoy son calificados como fascistas, dado que ahora tenemos a personas que estudian carreras y con una experiencia retórica diferente. No obstante, es verdad que para el público más joven tiene sentido establecer la relación entre aquellos años con el presente. No digo que ya no se dé, pero sin duda hoy es más difícil que el Estado use la música o el teatro con fines doctrinarios. Finalmente, hoy tenemos una situación más democrática y elecciones más o menos eficientes. En Polonia, por ejemplo, nadie es arrestado por la música que hace ni se le juzga por ser más o menos crítico.
FOTO: Guerra fría está protagonizada por Joanna Kulig y Tomasz Kot. / Especial
« Debate sobre la Casa de la Poesía en el Cecut Las dos Romas de Cuarón y otras más »