Hallazgos de un policía en crisis

Ene 25 • Lecturas, Miradas • 2946 Views • No hay comentarios en Hallazgos de un policía en crisis

POR VICENTE ALFONSO

Pan, educación, libertad, la más reciente novela de Petros Márkaris (Estambul, 1937), no comienza como una ficción policial: no si consideramos que no existe un enigma en los primeros cuatro capítulos, y que el comandante Kostas Jaritos, titular del departamento de homicidios, no tiene un crimen qué investigar sino hasta la página 48, cuando una llamada anónima revela que el cadáver de un prominente empresario ateniense yace encima de una montaña de basura en el Centro Olímpico de Fáliro. Y si a esas vamos, este libro tampoco termina como una novela policial aunque tengamos confesiones firmadas y en un cajón aparezca la pistola humeante. Tras la última página brota la sensación de estar frente a un rompecabezas que encaja, sí, pero que deja frente a nosotros una imagen desoladora. El alma no descansa reconfortada porque se haya hecho justicia, tampoco aparecen luces en el horizonte, al menos no provenientes de la aplicación de la ley. Así parecen ir las cosas en Grecia en estos tiempos, del mismo modo que en buena parte del mundo: entre estados débiles,  rebasados por el crimen organizado, y ciudadanos que confían cada vez menos en quienes llevan el timón.

Por fortuna es saltándose las reglas como se escriben las mejores novelas, y eso incluye al género negro. Como ocurre con los otros dos títulos que conforman la llamada “trilogía de la crisis” (Con el agua al cuello y Liquidación final, ambas publicadas por Tusquets), Márkaris se aleja de las fórmulas del policial precocido para entregarnos una pieza muy memorable. En los primeros seis capítulos de la novela, Márkaris despliega testimonios de una Grecia empobrecida por la crisis que estalló en 2010. Al abrumador desempleo y a los sueldos que no alcanzan, a la mutua desconfianza entre griegos y alemanes atizada por la misma crisis, a la presencia de nacionalistas que ven en los inmigrantes una amenaza para el país, se suma en esta ocasión un elemento que convierte al testimonio en un relato imaginario, aunque con bases dolorosamente reales: el autor recrea los alcances que podría tener la crisis tras un hipotético regreso al dracma, mientras Italia y España vuelven a liras y pesetas.

Pocos escritores serían capaces de escribir una trilogía de novelas que tuviese como telón de fondo una situación tan compleja como la crisis europea. Y entre estos quizá el más apto sea Márkaris. Nacido en Estambul en 1937, hizo la primaria en una escuela griega y la secundaria en un colegio donde se hablaba alemán. Más tarde estudió economía en Grecia, Turquía, Alemania y Austria antes de especializarse en cultura alemana y traducir al griego a Goethe, a Brecht, a Schnitzler. Así pues, este traductor-economista que lleva décadas viviendo en Atenas resulta un perfecto mediador para sortear los abismos presentes en esta novela: el que separa a griegos y alemanes, el que separa a nativos e inmigrantes, el que separa a jóvenes y viejos.

En manos de Márkaris la novela policial parece un pretexto para ir un poco más allá, siempre en el mismo sentido de la realidad. El autor usa la ficción como zona de prueba para responder a la pregunta: ¿qué pasaría si…? Un ejemplo muy claro proviene de Liquidación final, la segunda novela de la trilogía: en ésta, un asesino amenaza con ejecutar, uno por uno, a los grandes evasores de impuestos de su país. Tras la muerte del primero, los millonarios que utilizan recovecos legales para no cumplir con el fisco comienzan a ponerse al corriente con el Estado y de pronto hay más dinero para educación, salud y programas sociales. Paradójicamente el mismo Estado es el encargado de detener al asesino, cayendo así en un conflicto de intereses.

En Pan, educación, libertad, Márkaris sitúa al comisario Kostas Jaritos frente a un dilema parecido: a lo largo de la novela, el representante de la ley comprueba una vez más que en su país la corrupción se ha institucionalizado a tal grado que el gobierno pone la mesa para que los empresarios violen la ley. Así, el poder deriva de la habilidad que se tenga para pactar con sindicatos y organizaciones, para comprar voluntades. Los actores políticos y financieros cambian de bando fácilmente, y es sencillo descubrir que los intereses últimos de cada persona rara vez coinciden con las banderas que enarbola: los revolucionarios de ayer son hoy prósperos hombres de negocios, las antiguas víctimas de la dictadura se asocian con sus torturadores, mientras una eminencia académica plagia su tesis doctoral a la vista de todos. De allí que, como sucede en novelas anteriores, no sean pocos los personajes que acaban cuestionando sus principios. En este punto, la brújula ética de los lectores también duda: ¿qué hacer cuando la ley está del lado equivocado?

A pesar de que avanza con mucha fluidez, la trama policial del libro cede el protagonismo a otro asunto que, por verdadero, resulta más interesante: la búsqueda cotidiana de soluciones a la crisis. Hablamos de estrategias de sobrevivencia, de genuina solidaridad, no sólo de recortar los presupuestos. Cambios de vida que reinstalan a la familia y al barrio como ejes de la vida social. En entrevistas, Márkaris ha expresado su convicción de que la crisis europea no es un asunto meramente económico. Ha insistido en que al construir la unificación continental no se tuvo en cuenta el hecho de que los países llegaban al proyecto con distintos valores, diferentes historias, culturas y tradiciones. “El que piense que la crisis de Europa es solo financiera está equivocado. También estamos viviendo una crisis de los valores europeos”, ha dicho en más de una ocasión. Sin pretender moralejas, Pan, educación, libertad nos hace entrever lo que se esconde tras un refrán popular repetido muchas veces a lo largo de la novela. Un refrán que, sumergidos en nuestras propias turbulencias, los mexicanos conocemos bien: La pobreza agudiza el ingenio.

 

*Fotografía: Petros Márkaris, Pan, educación, libertad, Tusquets, México, 2013, 253 pp.

 

 

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