Historia de la Filosofía, capítulo 0 (La justificación)
Cómo la Filosofía desafía los paradigmas en la era de la Inteligencia Artificial. Desde la dramaturgia de Camus y Sartre hasta las reflexiones contemporáneas de Heidegger y Baudrillard, la disciplina se convierte en una guía esencial para entender y cuestionar nuestra relación con la tecnología
POR HUGO ALFREDO HINOJOSA
Contra toda apuesta estudié Filosofía, decisión de la que jamás me he arrepentido, amén de la pregunta fundamental: ¿y de qué vas a vivir? Es una licenciatura, en todo caso, que me ha abierto puertas inimaginables, me ha acercado a otros mundos creativos, políticos y humanos. Es verdad que no soy un ingeniero, ni un abogado, ni un científico, no obstante, mi trabajo se ha centrado en cuestionar no el proceder de estos sino en entender su rol en el entramado de la realidad más instrumental; ejercicio que me ha brindado las bases para aprender de ellos y utilizar su conocimiento para cuestionar nuestro tiempo.
Confieso que, de haber sido por mis profesores de filosofía de la secundaria y preparatoria [clases contrapuestas al amor del conocimiento], jamás habría intentado adentrarme en esta disciplina. Fue gracias al teatro que descubrí a los autores que me llevaron a querer expresar los cuestionamientos más básicos de nuestra especie. La dramaturgia de Albert Camus y Jean-Paul Sartre me invitó a intentar comprender la filosofía aplicada a través de las letras y la escena.
En un mundo sometido a una metamorfosis y dominado por el crecimiento de la inteligencia artificial, la interrogante sobre la pertinencia del pensamiento resurge con renovada intensidad crítica. Todas las profesiones se tambalean y necesitan resignificarse de frente a la inmediatez de la IA. Cuestionan su pertinencia en este nuevo mundo y se acrecienta el sentimiento de angustia.
En un entorno saturado de información, la historia de la filosofía nos invita a contemplar la naturaleza del conocimiento y la verdad, no obstante, la tarea del filósofo ya no es solo de contemplación sino de intromisión. ¿Cómo distinguimos entre la información valiosa y la superficial? Las respuestas se encuentran en las corrientes filosóficas que han cuestionado la epistemología a lo largo de los siglos, y nos enseñan a debatir, a no dar por sentadas las afirmaciones y a examinar las bases conceptuales de nuestras creencias, algo esencial en la era de la información instantánea en la que Dios es un problema conceptual desgastado en occidente… y el Diablo/Satanás también ha muerto.
La filosofía de nuestra era tecnología, desde las reflexiones de Heidegger hasta las visiones de Baudrillard, permite considerar la técnica de microchips como una extensión de nosotros mismos. En este contexto, la inteligencia artificial se convierte en una amplificación de la mente humana, que genera preguntas ordinarias sobre nuestra identidad y existencia a partir de nosotros, y que está en nosotros creerle a la máquina.
¿Y por qué menciono la IA? Porque es el innegable destino del mundo y sobre lo que debemos reflexionar en el campo filosófico. Pensadores como Nietzsche y Foucault ofrecen perspectivas valiosas sobre la alienación y el sentido de la existencia, sirviendo como guías en nuestra reflexión sobre la automatización del pensamiento moderno.
Hoy, la filosofía, en lugar de volverse obsoleta, se erige como una vereda conceptual para estructurar el camino hacia el futuro. Las grandes empresas creativas y tecnológicas viran hacia los filósofos entrometidos para cuestionar la maleabilidad de las realidades a las que estamos expuestos en carne y en lo intangible.
¿Cómo adaptaremos la filosofía para abordar los desafíos éticos y sociales que la inteligencia artificial presenta? En principio pongámonos en riesgo, lo que me obliga a revisar tanto mis apuntes como lecturas con total humildad para generar esta guía, hay bastante que explorar en el mundo de las ideas, nombres, corrientes y cuestionamientos que nos desvelan lo más obvio: no somos únicos y toda época ha tocado con sus manos la angustia de un giro histórico.
Para finalizar, observo con interés, desde el lenguaje de los videojuegos llevado a las redes sociales que, tanto actores políticos y sociales, pensadores y emprendedores, siguen una línea mecánica de NPCs [primera tarea], repiten todos lo mismo, reaccionan a un mismo estímulo que genera un espejismo de acción, y eso no es pensar.
FOTO: Martin Heideger
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