Historia del señor de Tepalcingo y su iglesia afectada por el sismo
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Los daños que el sismo del 19 de septiembre ocasionó al templo del Señor de Tepalcingo, máximo exponente del barroco popular, ilustran la situación de cientos de edificios históricos luego de los terremotos. La restauración se llevará años
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POR GERARDO LAMMERS
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Tepalcingo, Morelos. El Santuario está cerrado. Quedó semidestruido por el terremoto del 19 de septiembre, pero eso no impidió que se celebrara la feria. Es viernes 9 de marzo, las festividades están próximas a concluir, luego de casi dos semanas, y a la entrada de este pequeño pueblo de 25 mil habitantes del estado de Morelos, rodeado de cañaverales, a poco más de 140 kilómetros de la Ciudad de México, se alza una rueda de la fortuna detenida. Las vendimias, que reptan hasta el centro, sólo se detienen afuera del atrio donde un yerbero ofrece pez diablo entre su mercancía. Aún no son las once y el sol pega con fuerza.
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A un costado de este templo se encuentra la Casa del Peregrino, en cuyo patio se ha instalado una capilla provisional para que los fieles, que acuden desde distintas partes del país, pasen a “tocar” al milagroso Señor de Tepalcingo, subiendo por una escalera detrás del altar, similar (pero en una escala mucho menor) a la que tiene la iglesia.
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“Siquiera se hizo la fiesta”, comenta Martín Nopala, campesino de 74 años, sentado plácidamente a las afueras de la improvisada capilla. Isaías Vázquez, que reparte estampitas del Jesús Nazareno que aquí se venera, cuenta que vio el terremoto aproximarse a lo lejos, levantando el polvo. El sismo de magnitud 7.1 tuvo su epicentro en Axochiapan, a 20 kilómetros de aquí.
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Mientras nos dirigimos al templo para conocer de cerca sus afectaciones y cómo van sus trabajos de restauración, el arquitecto Fernando Duarte, coordinador de Monumentos Históricos del Centro INAH Morelos, cuenta la historia sagrada que le dio origen.
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En el siglo XVI una niña se encontró en el río una pequeña figura tallada en madera —no mayor a 30 centímetros de altura— de un Jesucristo atado de los brazos a una columna. El hallazgo supuso la construcción de una pequeña ermita donde comenzó a venerársele. Al paso de los años, la escultura fue trasladada, primero a la capilla de la Santa Cruz, y después a la de San Martín. En el siglo XVIII, ante el crecimiento del culto, se comisionó a un artesano de Puebla para que hiciera una escultura más grande del Santo Patrono, pero, a diferencia del Señor de la Columna, se le pidió que la figura de Jesús Nazareno cargara esta vez una cruz. Luego de algunas vicisitudes en que la escultura fue pretendida por una comunidad de Puebla, la figura fue traída a Tepalcingo y “se hizo pesada” a los tres o cuatro hombres que la cargaban, indicando el sitio preciso donde debía erigirse el templo, el cual fue construido con cantera amarilla proveniente de Chalcatzingo, enclave de la cultura olmeca.
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“Si recuerdas es la madre de nuestras culturas”, apunta el arquitecto Duarte.
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En el libro Arquitectura barroca (UNAM, 2013), Agustín Pila Dreinhofer, su autor, destaca al Santuario de Tepalcingo como el máximo exponente del barroco popular en la Nueva España. Manuel Sánchez Santoveña, quien escribe el prólogo, refiere que el barroco novohispano responde a una angustia vital que tiene su origen en el proceso de aculturación: “Es ésta la angustia que nace de la incertidumbre por la salvación eterna del alma; es la angustia del paganismo oculto tras las formas cristianas; es la angustia ante la muerte de los antiguos dioses y el desamparo”.
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Lo más llamativo de este templo es su fachada principal o portada, en color rosa —“un verdadero tratado teológico”, según Pila Dreinhofer—, recargada de elementos, columnas retorcidas, animales, personajes y escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, desde la Creación del mundo hasta la Última cena, realizada en aplanado o estuco, técnica similar a la usada en pirámides y edificios prehispánicos.
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Visita la fotogalería del Santuario del Señor de Tepalcingo
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Fragmentos de la parte superior de esta portada cayeron con el terremoto, lo mismo que parte de uno de los campanarios, provocando ondulaciones en el piso, ahí, junto a una monumental ceiba de más de 200 años. Ningún muerto hubo en todo el pueblo de Tepalcingo, un motivo más para darle gracias al Señor.
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El arquitecto Duarte se encontraba a 40 kilómetros de aquí, en Cuautla, a las 13:14 horas del 19 de septiembre, hablando por teléfono.
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“Cuando se genera el epicentro es como si dejas caer una gota en una tina con agua: se genera la primera vibración”, explica. “Y de repente viene lo fuerte: el movimiento trepidatorio, que se vio reflejado en cómo empezaron a brincar los edificios”.
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En el interior del Santuario de Tepalcingo, dos hombres terminan de barrer los últimos escombros bajo la cúpula de la iglesia, en una área acordonada con cintas amarillas. Al momento del terremoto, del cielo cayeron toneladas: la cúpula central, realizada en concreto armado, según una intervención hecha al edificio a mediados del siglo XX, comenzó a brincar destruyendo casi por completo el tambor que la sostenía, una estructura octagonal de seis metros de altura. Los pájaros y los rayos del sol se meten por los huecos que quedaron. Escuchamos una piedrita caer. “Me voy y vuelvo a vosotros”, dice una leyenda inscrita en una de las esquinas de la cúpula. “Dios reina sobre todas las naciones”.
Los arcos principales del edificio fueron apuntalados gracias a la participación de Grupo Farla, una de las cerca de 400 empresas privadas especializadas en restauración que tiene registrada el INAH, según la estrategia conocida como API (Apoyo Parcial Inmediato) establecido en el Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (Fonden) del Gobierno Federal.
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Los 12 retablos de gran formato, pinturas al óleo, que cubren estos altos muros, otro de los tesoros de esta iglesia morelense, fueron tapiados para su protección. Uno de ellos, con la Virgen María como protagonista, se rasgó durante el terremoto. Cuarteaduras hay por todo el techo.
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En opinión del arquitecto Duarte, hay varios factores que explican el tremendo daño que el sismo causó al Santuario de Tepalcingo. Uno de éstos es el terreno arcilloso que con la humedad se expande y con la resequedad se contrae. Otro, la extracción de agua del subsuelo (la gente de Tepalcingo se surte por medio de pozos). Y, por supuesto, la cercanía del epicentro. Tampoco ayudó que la pasada temporada de lluvias fuera tan abundante.
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“Se vuelven más pesados los materiales y al tener esos movimientos sísmicos los edificios ofrecen menos resistencia”.
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Los trabajos de restauración de esta iglesia aún no inician. Sin embargo eso no significa que no existan avances: se apuntaló el edificio, se retiraron los escombros y se están concluyendo la conciliación de los montos con la aseguradora Banorte. Por ley todos los edificios históricos (y sus bienes muebles) a cargo del INAH cuentan, desde 1999, con una póliza de seguro, que se renueva cada año por medio de una licitación pública.
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La pregunta que se impone en el caso del Santuario de Tepalcingo es: ¿cómo se llevará a cabo la restauración de la cúpula?, ¿se pondría la seguridad de los fieles en riesgo restaurándola simplemente como estaba?
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“Como Instituto tenemos que dar la garantía del uso del edificio. Eso nos queda muy claro. Nuestra tarea es la salvaguarda del edificio y, desde luego, la de los feligreses también”.
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Una propuesta de intervención al Santuario de Tepalcingo, formulada por el Centro INAH Morelos y en el que está involucrado el arquitecto Duarte, será puesta a consideración en las próximas semanas o meses al Comité Ciudadano, el comité técnico científico creado a instancia de la Secretaría de Cultura.
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“Desde luego estamos partiendo de lo tradicional, los materiales de fábrica, es decir, usar los mismos elementos con los que fue construido el edificio originalmente [en esta caso, cantera]. Y si por ahí hay un material innovador que podamos utilizar, lo valoraremos”.
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El caso del Santuario de Jesús Nazareno de Tepalcingo es uno de los 2 mil 126 edificios históricos [categoría que comprende inmuebles construidos entre los siglos XVI y XIX] en varios estados del país que resultaron dañados por los dos sismos de septiembre pasado, según cifras reveladas por el arquitecto Roberto Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH.
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Entrevistado a principios de febrero en las oficinas del INAH de la Ciudad de México, en la calle de Córdoba, colonia Roma, el arquitecto Balandrano explica que de ese universo, el 92 por ciento corresponden a templos.
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La iglesia de Tepalcingo es uno de los 425 edificios que sufrieron daños severos, es decir, categoría 3.
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“Su arquitectura es muy relevante, barroca, una portada única, excepcional, tallada por manos maestras, con una iconografía muy sofisticada para la época y que constituye un ejemplo de la arquitectura virreinal de los más elevados en términos de valor patrimonial”, dice.
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“Afortunadamente la tenemos muy bien estudiada. Tenemos la manera de saber cómo era y poderla restaurar en su totalidad. Creemos que se va a poder recuperar con el recurso del seguro, con el apoyo del Fonden y con el apoyo de la comunidad”.
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El arquitecto Balandrano es enfático al referirse a los fatídicos eventos de septiembre:
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“Nunca antes en la historia habíamos tenido una magnitud de eventos como los que se dieron y un registro de daños tan severos como los que se registraron con estos dos terremotos. La magnitud de estos daños representa el reto más grande al que se ha enfrentado el INAH en toda su historia de 79 años. Nunca habíamos tenido que enfrentar una recuperación de un patrimonio tan gravemente afectado. Ni siquiera en los sismos de 1985 se tuvieron daños tan graves”.
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¿Cuánto tiempo le tomará al INAH y a todas las instancias involucradas este trabajo?, ¿cuál es la previsión?
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“Estamos por entregar un primer paquete de 300 inmuebles que ya restauramos, que son aquéllos que tienen daños menores. Estamos avanzando en aquéllos que tienen menos complicación. Estamos elaborando los proyectos para aquéllos que son más complicados”.
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Añade: “Creemos que el Programa en su totalidad tendrá que ser un programa transexenal. No vamos a terminar en este sexenio. Esperamos que se pueda terminar, quienes sigan en esta tarea, dos años después de la administración del presidente Peña Nieto”.
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“No podemos correr en las intervenciones”, dice el arquitecto Duarte en el interior del Santuario.
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En la Casa del Peregrino, continúan las celebraciones. El Señor de Tepalcingo, representado en el Cristo de rodillas que carga la cruz y en el Señor de la Columna, casi una miniatura a su lado, preside el acto.
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Un diácono DJ pone una canción en su laptop, que suena por una bocina grande colocada en el suelo.
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“Dios está aquí / qué hermoso es…”
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FOTO: El Santuario de Tepalcingo estuvo cerrado durante las fiestas que se celebran a partir del tercer viernes de Cuaresma. / Luis Cortés / EL UNIVERSAL
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