Homeland : el enemigo está dentro

Nov 30 • Miradas, Pantallas • 4386 Views • No hay comentarios en Homeland : el enemigo está dentro

 

MAURICIO MONTIEL FIGUEIRAS

 

No deja de impresionar la cantidad de talentos histriónicos que se han

forjado en o emigrado hacia la pantalla chica en lo que se conoce como la

nueva época dorada de la televisión estadounidense. Ejemplos

paradigmáticos son James Gandolfini y Bryan Cranston, que obtuvieron

merecido reconocimiento por su labor en The Sopranos (1999-2007) y

Breaking Bad (2008-2013), y Steve Buscemi y Kevin Spacey, actores de

probada trayectoria cinematográfica que han dado el salto a dos teleseries

impecables: Boardwalk Empire, que arrancó en 2010 y ahora transmite su

cuarta temporada, y House of Cards, que debutó en 2013 y prepara su

segunda temporada. A esta lista hay que agregar dos nombres que

resuenan con potencia en el ámbito de la narrativa televisiva reciente:

Damian Lewis, con una reputación cimentada más bien en el teatro y las

producciones independientes hasta que Steven Spielberg lo contrató para la

miniserie bélica Band of Brothers (2001), y Claire Danes, estupenda actriz

que quizá esperaba el proyecto idóneo para llevar al límite su energía

interpretativa. La oportunidad para que Lewis y Danes deslumbraran se

presentó con Homeland, la serie que ha redefinido el relato de espionaje y el

thriller psicológico. Lanzada en 2011 y actualmente en su tercera

temporada, Homeland toma como punto de partida la teleserie israelí Hatufim

(2009-2012), creada por Gideon Raff, y la adapta al contexto

norteamericano actual de la mano de Alex Gansa y Howard Gordon,

guionistas que se habían aventurado en el suspenso con 24 (2001-2010), la

saga que causó una adicción irrefrenable en espectadores tan exigentes

como Mario Vargas Llosa. Al igual que 24, Homeland acude a los

mecanismos de la ficción paranoica —para usar el concepto de Ricardo

Piglia— en su afán por mostrar que algunas teorías conspiratorias traen su

carga de razón: Estados Unidos busca al adversario fuera pero en realidad

lo tiene dentro. Como 24, Homeland cuenta con una figura heroica —ahora

femenina: Carrie Mathison (Danes), una agente de la CIA— dispuesta a

sacrificar incluso la cordura para defender y proteger sus principios de

justicia, orden y verdad. Al vértigo narrativo de 24, no obstante, Homeland

suma un factor esencial: la tensión amorosa.

La química entre Carrie y Nicholas Brody (Lewis), un sargento de los

marines estadounidenses que regresa a casa al cabo de ocho años como

preso de Al Qaeda en Irak, hace de la historia una auténtica bomba de

tiempo. La sospecha punzante —y a fin de cuentas fundada— de que Brody

se convirtió al terrorismo durante su encierro acentúa el trastorno bipolar de

Carrie, cuya conducta se vuelve cada vez más errática y obsesiva. El

encuentro de estos dos amantes rotos, cada uno con su bagaje de fracturas

psíquicas, es el detonador central de la acción de Homeland, que va

estallando en múltiples e inesperadas direcciones. Las esquirlas de la

explosión alcanzan a la familia de Brody, sobre todo a su esposa Jessica

(Morena Baccarin) y su hija Dana (Morgan Saylor, una revelación), pero

también a otros personajes memorables como Saul Berenson (Mandy

Patinkin), mentor de Carrie en la CIA y obvio remplazo paterno. Pese a

saber que su nexo romántico es eminentemente destructivo, Carrie y Brody

se dedican a estrecharlo en medio de una escalada de violencia que retrata

con pasmosa fidelidad el mundo agrietado y convulso que nos aturde día

con día. No es sólo que el enemigo ya esté dentro del espacio que nos

esforzamos por resguardar de una amenaza exterior, parece advertir

Homeland, sino que ese enemigo puede poseer nuestro propio rostro.

 

*Fotografía: Carrie Mathison y Nicholas Brody encarnan, respectivamente, a una agente de la CIA y a un sargento estadounidense apresado por Al Qaeda/ARCHIVO EL UNIVERSAL.

 

 

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