Ilusión óptica, de Vicente Silva: Imágenes coreográficas inconexas

Jul 6 • Escenarios, Miradas, Sin categoría • 7944 Views • No hay comentarios en Ilusión óptica, de Vicente Silva: Imágenes coreográficas inconexas

POR JUAN HERNÁNDEZ

La obra Ilusión óptica no está entre lo mejor de la producción coreográfica de Vicente Silva Sanjinés (miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2010-2013), quien eligió esta pieza para celebrar 25 años en la escena dancística, en una función fría en el Palacio de Bellas Artes, el 2 de julio.

 

Silva apostó todo a la eficacia formal de las imágenes, insuficiente para generar un discurso sobre lo que se pretendía figurar en escena a partir de emociones y sensaciones esenciales para el ser humano.

 

Lo formal, en este caso desprovisto de la exploración profunda de las pasiones humanas, dejó el espectro en la mera exposición de las posibilidades técnicas tanto en la interpretación como en la creación de imágenes.

 

Frente a la carencia de una estructura sólida y de una búsqueda artística trascendente, como espectador no quedó de otra que refugiarse en los artefactos tecnológicos que por momentos entretenían la mirada y evitaban el completo aburrimiento.

 

La obra inició espectacularmente con la proyección de una carretera en movimiento, espacio virtual sobre el cual interactuó un bailarín que corría a toda prisa. La imagen, que nos refirió de inmediato a la cinta Lost Highway (1997), de David Lynch, atrapó todos los sentidos y preparó al espectador para lo que pudo haber sido una obra de grandes vuelos artísticos.

 

Sin embargo, la imagen se disuelve y el efecto emocional causado se va con  ella. Lo que vino después se alejó de aquella primera escena sólida y eficaz tanto en lo formal como en la exposición de una poética significativa.

 

Además, el entramado de las imágenes exhibió de cortes abruptos y oscuros anticlimáticos que no permitieron llegar a un estado emocional de excepción a partir de la propuesta escénica.

 

La composición de los cuadros en movimiento -proyecciones de esencia onírica- resaltaron por su belleza plástica, pero no por la contundencia de su expresión profunda; resultando un espectáculo carente de alma y enamorado de su rostro formal.

 

En las entrevistas que Vicente Silva ofreció a los medios para promover la función de sus 25 años de vida en la danza, explicó que Ilusión óptica estaría compuesta por “las mejores imágenes” de su creación a lo largo de un cuarto de siglo. La “antología” de imágenes propuesta, sin embargo, no hizo justicia a la trayectoria del coreógrafo.

 

Silva es un creador que ha trascendido en el quehacer coreográfico con obras relevantes como Caleras, realizada con presos de las Islas Marías; Pachuco gay, ganadora del Premio INBA-UAM en 2004; El puerco enamoradoEl hombre que sólo sabía amar y El objeto en el sujeto (en coautoría con Kazia Orantes) por mencionar algunas.

 

Se trata de un coreógrafo comprometido con su quehacer desde sus años mozos en la década de los 80 del siglo XX, cuando ya militaba en la danza que se presentaba en calles, patios, parques y escuelas; además de haber formado a varias generaciones de bailarines y de crear obras memorables en la historia dancística nacional.

 

Desconcierta que la celebración de su primer cuarto de siglo en la escena se realizara con una obra que, en el conjunto de su producción coreográfica, resulta menor.

 

En esta aventura creativa, el coreógrafo contó con la interpretación de los bailarines Mauricio Rico, Alfredo Torres, Román Hernández, Carlos Martínez, Sara Montero y Ana García, así como de los actores invitados del Centro Universitario de Teatro (CUT) Renée Sabina Silva Garza, Antonio Saavedra y Josué Domingo Elizalde.

 

Intérpretes que pusieron en marcha la maquinaria que reproduce el imaginario de Vicente Silva en escena, que se esfuerzan por resolver los retos formales y subsumiendo su quehacer a la eficacia de los artefactos tecnológicos soporte de las imágenes, logrando cuadros de una belleza plástica indiscutible pero carentes de un corazón potente que irrigue sangre a las venas de la obra para llenarla de vida.

 

*FOTOGRAFÍA: La coreografía Ilusión óptica en el Palacio de Bellas Artes/Cortesía Ricardo Ramírez.

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