Ilustración oscura: La segunda venida, del filósofo Franco “Bifo” Berardi
La segunda venida, del filósofo Franco “Bifo” Berardi, advierte un cercano porvenir apocalíptico provocado por la humanidad
POR LÁSZLÓ ERDÉLYI
Los uruguayos, que observan los problemas del mundo como algo lejano, como un problema “de otros”, van a recibir este libro como una auténtica bofetada. Es el primer libro pospandemia del filósofo italiano Franco “Bifo” Berardi y su título, La segunda venida, parece algo anodino, hasta que Bifo advierte que trata de la “segunda venida” de Adolfo Hitler. Es una advertencia bíblica: el creador del gigantesco pogrom industrializado llamado Holocausto está por volver. Es un mesías devastador, cuyos enviados se le han adelantado. Uno es Donald Trump. Las condiciones que han desatado este apocalipsis son muchas, algunas con profundas raíces históricas en el colonialismo europeo del siglo XIX, y otras por la lenta estupidez con que miramos ciertos fenómenos actuales, por ejemplo el mal uso de Internet.
“Algo se excitó en mi mente irónico-profética” confiesa Bifo. “Tengo 68 años y vivo en el mismo barrio donde vivía como estudiante y activista hace 50 años. Prácticamente nada ha cambiado en el paisaje, excepto los estudiantes. Los veo desde mi ventana: solitarios, mirando las pantallas de sus smartphones, apurándose nerviosamente para no llegar tarde a clase, volviendo a los costosos cuartos tristes que les alquilan sus familias. Siento su melancolía, siento la agresividad latente de su depresión, sé que esa agresividad puede brotar y expresarse bajo el estandarte del fascismo. No del viejo fascismo que explotó de energía futurista, sino del nuevo fascismo que resulta de la implosión del deseo, del intento de mantener el control, el pánico y la rabia depresiva de la impotencia”.
Las causas
Bifo afirma que todo es culpa nuestra. Comenzó con el brutal colonialismo europeo del siglo XIX, tan extractivo y rapaz como asesino. Cita un artículo olvidado de Zbigniew Brzezinski, exconsejero de Jimmy Carter, titulado “Hacia un realineamiento global” (2016), sobre lo que significó para los pueblos colonizados lo ocurrido en el siglo XIX y en gran parte del siglo XX. “Las matanzas periódicas de sus ancestros (…) dejaron como saldo, más o menos en el lapso de los últimos dos siglos, una masacre de los pueblos colonizados de una magnitud comparable a los crímenes nazis durante la Segunda Guerra Mundial: literalmente, cientos de miles e incluso millones de víctimas. La autoafirmación política reforzada por la indignación y el dolor demorados es una fuerza poderosa que hoy aflora, sedienta de venganza, no sólo en el Medio Oriente musulmán, sino muy probablemente más allá”. Hay datos: los españoles conquistadores de México mataron, con sus enfermedades importadas y otras masacres, a más de 20 millones. En Norteamérica, sobre todo por enfermedades, mataron al 90% de la población indígena. Los británicos asesinaron en India, tras la rebelión de 1857, a un millón de civiles. La introducción de los cultivos del opio en China causó la muerte de millones. El rey Leopoldo II de Bélgica, entre 1857 y 1867, mató en el Congo entre 10 y 15 millones. Decenas de miles de musulmanes turcos murieron tras ser desplazados por los rusos hacia las montañas de Asia Central y el interior de China, entre 1916 y 1918. Los invasores holandeses mataron en Indonesia a 300 mil civiles entre 1835 y 1840. Los franceses en Argelia (1830 a 1845) asesinaron a un millón y medio de argelinos. Los italianos internaron en campos de concentración de Libia (1927 a 1934) a los cirenaicos, donde se estima que murieron hasta 500 mil. La Unión Soviética mató, durante su invasión de Afganistán (1979-1989), alrededor de un millón de civiles. A pesar de los avances tecnológicos, que permitió un uso de la fuerza más “productivo”, los Estados Unidos mataron en Irak a 165 mil civiles. “Igual de estremecedor que la magnitud de estas atrocidades es lo rápido que Occidente se ha olvidado de ellas” sentencia Brzezinski.
En el mundo apocalíptico de hoy, los humillados se están cobrando venganza por la humillación pasada. “El ejército de vengadores es fuerte; son cientos de jóvenes desempleados, a los que se les prometió democracia y bienestar, y que en cambio han recibido guerra y miseria. No tienen nada que perder, excepto sus propias vidas”. Se lanzan al mar para llegar a Europa, o migran por tierra conducidos por mafias. Acatan a un presidente bielorruso que los invita con la sola intención de provocar a Europa, sin importarle un comino las consecuencias humanas. Los uruguayos, conmovidos, tuvieron gestos, como los sirios refugiados que trajo el presidente José Mujica, que una vez aquí exigieron, demandaron, protestaron. Los miramos desconcertados. No los entendimos.
Ilustración oscura
El libro La segunda venida es riquísimo en ideas. Bifo se apoya como latiguillo en una frase de Keynes: “Lo inevitable por lo general no sucede, porque prevalece lo impredecible”. Como el caos es más fuerte que el orden, “lo mejor que se puede hacer es hacerse amigo del caos”. Para entenderlo. Por ejemplo, por qué esta era de la demencia (“la del cuerpo social sin cerebro”) da gran apoyo al racismo, al nacionalismo y a la guerra religiosa, logrando resultados en términos electorales. Por gente que odia a la centroizquierda porque fracasó en sus promesas, y la quiere ver llorar, pedir perdón (su agenda termina ahí, carecen de propuestas). A su vez la masa social ha perdido autonomía, y por lo tanto, capacidad crítica. Porque si bien una persona joven está más informada que hace 50 años, está menos preparada para elegir entre alternativas culturales y políticas. Dice Bifo: “no hay nada nuevo en las fake news (…) lo nuevo son la velocidad y la intensidad de la infoestimulación (…) que pone en peligro nuestras habilidades críticas (porque) la facultad cognitiva que llamamos ‘crítica’ es la capacidad de un individuo para distinguir entre proposiciones verdaderas y falsas, así como actos buenos y malos, y sólo se desarrolla bajo condiciones especiales. De hecho, para ser capaz de distinguir críticamente, nuestra mente necesita procesar información, sopesar y luego decidir. La capacidad crítica implica una relación rítmica entre estímulo informativo y tiempo de elaboración”.
A lo que se suma la incapacidad de la democracia “para frenar la depredación financiera, por lo que los trabajadores empobrecidos están buscando otra vía, y la única vía que queda es el fascismo”. Que abrazan muchas veces el mito supremacista blanco. En un mundo donde todo es competir y ganar: no importa producir sentido. “Hay una primacía epistemológica de la esfera económica, y esta primacía se ha convertido en el criterio general de la educación”, desplazando a las Humanidades.
Y sigue Bifo, de la ineficacia del Estado leviatán pensado por Hobbes, a esa figura femenina del poder que Maquiavelo soslayaba, y que llamaba fortuna. Pondera al Papa Bergoglio en contra del anterior, Ratzinger, por reavivar el sentido solidario. Habla de una guerra civil global originada en algo opuesto a la Ilustración, y que llama la “Ilustración oscura”, pues actúa contra la razón y reafirma el sentido de pertenencia.
Hay que leer a Bifo. Es un libro chiquito, no muerde. Habrá discrepancias y coincidencias. Pero remueve, buscando sentido. Es un gran compañero de viaje para este mundo imprevisible.
Ilustración del libro La segunda venida/Crédito: Especial
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