Jarvis Cocker: un encuentro entre la “common people”
El vocalista de la legendaria banda británica Pulp estuvo en el marco del festival Hay Festival, en México, para presentar su libro Pop bueno, pop malo, una serie de viñetas alrededor de objetos que habitan su ático y que guardan historias
POR ABIGAIL DÁVALOS
“Esto es pop malo”, dijo Jarvis Cocker —vocalista y figura central de la banda británica Pulp— a quienes estábamos reunidos en el Museo de la Ciudad de México. Estábamos a punto de presenciar algo horroroso. Y vaya que lo era: se trataba de una caricatura de Margaret Thatcher, la ex Primer Ministra Británica.
Mientras en Reino Unido estaba por anunciarse el nombre de quien ocuparía el cargo de Boris Johnson y a unos días de la muerte de su reina, Cocker (Sheffield, Inglaterra, 1963) estaba en México en el marco del Hay Festival para presentar su libro Pop bueno, pop malo (Sexto Piso, 2022), una serie de viñetas alrededor de objetos rescatados de su ático en las que cuenta distintos episodios de su vida personal y creativa.
Frente a nosotros, Cocker sacaba de una bolsa negra, uno a uno, los objetos de esta colección tan personal y significativa. “Esto se siente como un concierto” dijo en una de sus primeras frases del encuentro: “¡Pero no lo es!”, corrigió de prisa ante este público formado por seguidores de la banda que junto con Blur, Oasis y The Verve, entre otras, dio rostro al movimiento britpop en los años 90.
“Tengo 40 años escribiendo canciones. Creí que me sería fácil escribir un libro. Pero no fue así, es un tipo de escritura diferente”, dijo Cocker mientras explicaba cómo convenció a su editor para publicar Pop bueno, pop malo, una aventura literaria que se suma a los esfuerzos de Sexto Piso por acercar a las figuras de la música británica con sus lectores en español, ya que este mismo año publicó ¡El miedo acecha al territorio! y Kid A Mnesia, escritos en mancuerna por Thom Yorke (Radiohead) y el diseñador Stanley Donwood. Al final, Pop bueno, pop malo es una muestra de que Cocker ha desbordado su carrera artística más allá de la música, ya que sus inquietudes lo han llevado a dirigir videos musicales, a ser locutor de radio, a la actuación —aparece en una de las películas de Harry Potter— hasta convertirse en una figura crítica de la cultura y la política británica.
Los proyectos musicales de Cocker lo han llevado a colaborar con otros personajes de la música y el cine. Una de sus últimas apariciones fue su interpretación de “Aline”, original del cantante francés Christophe, en la banda sonora de The French Dispatch de Wes Anderson. Esa presencia en el cine no es nueva, pues “Mile end”, de Pulp, forma parte del soundtrack de Trainspotting (1996), de Danny Boyle, basada en la novela homónima de Irvine Welsh.
Dos horas antes de que nos enseñara su colección de objetos, nosotros, la common people —como dice una de sus canciones más representativas— estábamos formados a las afueras del museo, atentos a escucharlo hablar de “su basura”. El evento había sido anunciado como un conversatorio, pero no fue tal. Cocker venía preparado para dar una charla-performance que acompañó de una presentación de fotografías tomadas durante la limpieza de su ático. Entre las primeras imágenes estaba la de una diminuta puerta amarilla. Luego la imagen de él entrando por ella. Al cruzarla, Cocker aparecía en el desván en el que durante años acumuló objetos aparentemente inservibles de su vida cotidiana. Contó que llegó un momento en el que ese caos tuvo que ser ordenado y a partir de las reflexiones desencadenadas de ese proceso de decidir qué se desechaba y qué se quedaba surgió Pop bueno, Pop malo, una autobiografía relatada a partir de los objetos que inicialmente eran basura.
Entre las fotografías de la presentación y los objetos que sacaba de la bolsa de plástico, Cocker compartió recuerdos e historias personales que vinieron a su mente al encontrar cosas como la etiqueta de un jabón guardado en una caja de cerillos; su primera camisa de segunda mano y otros que provocaron reacciones eufóricas entre el público: un boleto del primer concierto de Pulp; un cassette donde se grabó uno de los estridentes primeros ensayos de la banda o el cuadernillo de ejercicios de química en el que un joven Cocker garabateó el nombre de la banda que aún no tenía pero que quería formar; en este cuadernillo también se dibujó y describió el código de vestimenta de lo que sería la banda.
También mostró un manifiesto que usaron para atraer integrantes a la agrupación, y en el que se dejaba claro cuál sería su consigna y propósito: Pulp iniciaría con canciones pop sencillas que los llevaran a la fama y ya ahí, revolucionar la música. Esta tarde de inicios de septiembre, Cocker se reía de la ambición de ese quinceañero, el mismo que ahora años después concentraba la atención de sus admiradores mexicanos, algunos con el vinil de Different Class, el disco que en 1995 los proyectó a nivel mundial. El nombre de este disco es ya una especie declaración de principios para Cocker.
Pero la charla no podía quedarse en un romántico anecdotario de juventud. La siempre clara postura política de Cocker se manifestó por medio de otro objeto: un despertador musical con una bailarina. El artefacto entonó una melodía que, conforme la cuerda iba menguando se tornaba más deprimente. Entonces lo apagó y dijo: “No necesitábamos más depresión en ese momento. Preferí pasar buena parte de esos años durmiendo”. El artista se refería a la década de los 80 y la presencia de Margaret Thatcher en la política británica. Y cómo no iba a condenar ese periodo, siendo el frontman de una banda que provenía de la cultura obrera de Sheffield, Inglaterra, y de haber atestiguado los violentos enfrentamientos y la represión policial con los que el gobierno británico sofocó las movilizaciones mineras de esa época. Fue entonces cuando Cocker compartió su repugnancia por la figura de “la dama de hierro” por medio de esa grotesca caricatura.
Cocker nos recordó cómo algunos objetos detonan memorias y cómo todos tenemos un ático mental detrás de una puerta amarilla, en donde aguardan las historias y los recuerdos. Todos tenemos historias, nosotros los common people.
FOTO: Jarvis Cocker/ Tomada del FB Oficial del artista
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