John Crowley y el empoderamiento femifundacional

Feb 13 • Miradas, Pantallas • 3359 Views • No hay comentarios en John Crowley y el empoderamiento femifundacional

POR JORGE AYALA BLANCO 

 

En Brooklyn: un nuevo hogar (Brooklyn, Irlanda-RU-Canadá, 2015), finísimo filme 5 del dramaturgo irlandés cuarentón John Crowley (ya reconocido realizador del poderoso drama coral proletario InterMission 03 y del maquinador thriller policiaco-judicial Circuito cerrado 13), con guión de Nick Hornby basado en la novela homónima de Colm Toibin, la introvertida chava católica irlandesa Eilis Lacey (Saoirse Ronan destellante de sobria contención) rompe con el plomizo mundo de uniformes callejuelas grises y bailes tradicionales para conseguir marido y destino en su natal condado de Wexford (tema de la tentación conformista), abandonando a su madre sufrida Mary (Jane Brennan) y a su generosa hermana contable secretamente enferma Rose (Fiona Glascott), pues se ha dejado seducir en el exacto medio siglo XX por la neoquimera del oro de la emigración hacia EU (tema de la migración), adonde viajará y desembarcará a solas, asentándose en un admirable y absorbente aunque modesto Brooklyn apenas emergente (tema eterno del nacimiento de una nación), sólo guiada por los agudos consejos conductuales de la venturosa dama connacional listísima Georgina (Eva Birthwistle) que de buenas a primeras (“Piensa como norteamericana”) le cambia su look (tema de la transformación a la vista) y por el decidido apoyo tanto del cálido padre misionero urbano Flood (Jim Broadbent) como de la bondadosa dueña de casa de huéspedes femeninas y sabia a su conservadora manera Mrs. Keogh (Julie Walters robándose todas las cenas y cada una de las escenas de conjunto), para lograr adentrarse al entender poco a poco las reglas de su nuevo ámbito (tema de la transformación de mentalidad), cumpliendo un periplo de adaptación que va de la tienda de regalos donde aún no puede dar el ancho, al refugio protector de inmigrantes lumpenizados, de ahí al curso de contaduría con lenguaje hermético, y otra vez a la tienda, ya segura de sí misma (tema de la difícil adaptación gradual), merced al equilibrado y superafectuoso encuentro romántico con el ítalo-americanito Tony Fiorello (Emory Cohen), quien asiste a bailes que migratoriamente no le corresponden porque le gustan las chicas irlandesas (“Lindas y limpias”); se casa con él, se gradúa y regresa a Irlanda para enterrar a la hermana, pero también para enamorarse del riquillo provinciano de característico blazer infaltable Jim Farrell (Domhnall Gleeson el justiciero capitán guapo del intragable Revenant: el renacido) y heredar el puesto contable fraterno, planteándose ahora la ardua disyuntiva (tema del dilema existencial) de reinmigrar o no al lado del marido, o por lo menos abrir sus ardorosas cartas, sin que la buena mujer sospeche siquiera que ya ha hecho andar los irreversibles mecanismos de un empoderamiento femifundacional (el tema principal) más fuerte que su volición y su capacidad para decidir.

 

El empoderamiento femifundacional sigue con delicia intimista los movimientos macropulsionales desarraigo/rearraigo desde un punto de vista lírico casi épico individual y radicalmente femenino, en la summa conjunción de temas: así se fundó un Brooklyn atestado de irlandeses (¿como ahora de poblanos discriminados?) y así se funda todavía una personalidad femenina tautológicamente fundadora, con respeto absoluto al contexto y a los estrechos horizontes mentales de un bien definido momento histórico, sin duda sobredeterminado por la índole y el estilo irlandeses, para rebasar con mucho su dimensión de simple mosaico sentimentalista que sirve de marco a esta crónica de una inmigración/reinmigración taciturna y supragenérica: por encima de la comedia, del melodrama y del drama romántico, pasando sobre dicotomías facilonas, como la planteada entre la maligna panadera déspota irlandesa ultrachismosa Miss Kelly (Brid Brennan) y la sofisticadísima aunque comprensiva dueña de boutique estadounidense a base de doradas entregas neumáticas Miss Fortini (Jessica Paré), en aras de una suprema estilización realista no lejanamente epocal.

 

El empoderamiento femifundacional se apoya en una sensitiva y elegante escritura fílmica, con base en las purísimas imágenes jamás engolosinadas del sensacional fotógrafo canadiense Yves Bélanger (El club de los desahuciados, Alma salvaje), trátese de rendir cuenta del émerveillement de esa titubeante nunca frágil Eilis eyectada en los exteriores-rincones de un Brooklyn incomprensivamente ajeno si bien hoy a su alcance, o trátese de la ironía entrañable con que son vistos los interiores-bóveda frecuentadas por inmigrantes-constructores-de-naciones vueltos parias (con la ferocidad chapliniana en El emigrante 17), y de la significativa relación tirante del galancillo Tony con su impertinente hermanito antirlandés Frankie (James DiGiacomo) al expulsarlo de la mesa común de la supuesta familia acogedora o al dictarle una carta que aproveche su mercenaria buena letra literaria, imágenes tajantes siempre concertadas por la envolvente música suave de Michael Brook a un ritmo que no conoce la prisa y una acrisolada edición de Jake Roberts que no retrocede ante la regia idea de recurrir a una púdica estética del jump cut para los instantes decisivos, cuando la cámara encuadra los raptos de súbita soledad de la heroína, cuando de golpe se aleja desmesuradamente sobre el eje para subrayar el coloquial auxilio del Padre Flood, y cuando permite que se produzcan los acercamientos de Eilis con Tony o luego con el hombre demasiado quieto Jim en las fordianas landas irlandesas.

 

Y el empoderamiento femifundacional remite a la parábola del hombre-anuncio de La multitud (Vidor 28), tanto por su estoicismo sereno de la migración a NY como por ese exorcizado paralelo bárbaro al final entre la Eilis pobre inmigrante receptora de consejos que fue y la que esta vez aconseja a una muchachita despistada en la cubierta del barco (Mella Carron), ahora circundada por el noble apego del amor como única patria y nuevo hogar deseable y posible.

 

*FOTO: Brooklyn: un nuevo hogar está basada en la novela del mismo nombre escrita por Colm Toibin. En esta cinta, la actriz Saoirse Ronan encarna el personaje de Eilis Lacey/ Especial.

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