José Donoso: El laberinto de la escritura

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Los diarios de José Donoso ofrecen nuevas rutas para entender su obra desde un ámbito personal y su vida como lector, periodista y viajero

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POR LUCÍA MELGAR

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Los diarios íntimos de un escritor pueden llevar a cuestionar su imagen pública o enriquecer nuestra comprensión de su vida y obra, a la luz de sus revelaciones y reflexiones. Esta segunda vía es la que abre Cecilia García-Huidobro, crítica chilena, con su edición de los diarios tempranos del autor (1950-1965).

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Donoso in progress constituye una edición y también una lectura personal y abierta de los diarios conservados en la Universidad de Iowa. A partir de su exploración crítica de los archivos, García-Huidobro ordena y da coherencia a un tipo de escritura que no suele tenerlos más allá de lo cronológico. Algunos lectores echarán de menos la aventura de detectar temas principales u obsesiones que, en otros diarios, inéditos o publicados, se entremezclan con asuntos diversos. Otros apreciarán, en cambio, la posibilidad de examinar sin distractores los ejes principales del universo creativo y personal de José Donoso.

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Autor de novelas extrañas y complejas como El obsceno pájaro de la noche (1970), o más sencillas pero no menos fascinantes como El lugar sin límites (1965), José Donoso mantuvo un diario desde 1950 casi hasta el final de su vida (1996). Este libro abarca un periodo anterior a Veraneo y otros cuentos, los años de la escritura de Coronación (1957), su primera novela, del inicio de la magna obra El obsceno pájaro de la noche, y la escritura de El lugar sin límites. Quince años en que el principiante se convierte en autor reconocido en Chile y se da a conocer en América Latina y Estados Unidos; en que prosigue su búsqueda de ampliar sus horizontes personales e intelectuales mediante el viaje; en que se casa y, sobre todo, en que confirma su vocación de escritor.

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García-Huidobro organiza el libro en diez capítulos temáticos (lecturas, viajes, familia, periodismo, escritura… ) integrados por una selección de entradas de los diarios, cada una de las cuales constituye un texto entero, legible, de una frase o páginas enteras. Cada capítulo se abre con una contextualización, basada en entrevistas, documentos y en la experiencia de la propia editora, quien conoció al escritor y editó con él Artículos de incierta necesidad (1998). La atinada inclusión de poemas y algunos relatos, en los anexos, enriquece la valoración de la escritura donosiana en esos años. Otro acierto son las reflexiones de la editora acerca de su experiencia en los archivos y al trabajar con este mundo particular del escritor. Entre otros, García-Huidobro explica su decisión de dar a conocer los diarios, previo acuerdo con Pilar Donoso, hija adoptiva del escritor y autora de Correr el tupido velo (2010) que trata de la vida familiar del novelista; y analiza el significado de la escritura y publicación de “diarios íntimos”. Diarios “íntimos” no porque cuenten secretos sino porque quien escribe lo hace para sí, se confronta con su vida y su trabajo, a solas. A diferencia de Piglia, Donoso no pensó en una publicación de sus cuadernos. Sin embargo, junto con manuscritos, correspondencia y otros documentos, aseguró su conservación, en las universidades de Iowa y Princeton, lo que sugiere un interés por dejar una expresión más personal de su trayectoria literaria y vital.

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Quien haya leído Correr el tupido velo y espere encontrar aquí una ampliación de revelaciones personales o familiares, quedará más bien frustrado pues si bien hay referencias a relaciones amorosas y amistosas, las revelaciones más significativas tienen que ver con el proceso creativo, con el ansia y la dificultad de escribir, con la aspiración a la belleza y a la perfección que desde muy pronto guían a un escritor cuya obra no es “fácil” y para quien la escritura es una vocación y una necesidad vital.

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Donoso se sumerge en los ríos subterráneos de la sociedad, ve más allá de las apariencias y explora sin ambages los límites entre bien y mal, razón y locura, lo “normal” y ”anormal”. Es, en este sentido, un escritor de nuestro tiempo, o de la posmodernidad, donde el sujeto es fragmentario, escindido y contradictorio y se enfrenta a mundos donde abundan las máscaras, los simulacros y las fisuras. Para él, además, quien escribe es también un ser escindido, que no cuadra con el mundo en que vive. Su escritura sería entonces una exploración de esa fisura, de esa distancia; constituye un proceso muy íntimo y muchas veces difícil y doloroso.

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Lo que podríamos llamar las obsesiones de Donoso, o las que alimentan su obra, se manifiestan desde el inicio de Coronación, novela que no quiere realista y que saca de esos límites mediante la fusión final de locura y exceso de realidad. La crítica social que se deriva de su obra publicada hasta 1970 –por no hablar de las siguientes– se alimenta de su visión desencarnada y lúcida de la sociedad chilena, y de su propia familia. Donoso escribe con frecuencia a partir de una anécdota o de un personaje al que le crea un mundo propio, literario, enlazado con sus propios sueños, pesadillas o deseos. Como se sabe, la idea para El obsceno pájaro de la noche parte de la imagen de un niño deforme en un auto de lujo.

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A la vez que develan los orígenes y el proceso de una obra (Coronación, El obsceno pájaro…), los diarios muestran su envés: las múltiples tentativas para lograrla. Detrás de culminación de grandes novelas hay un constante trabajo de reflexión y reescritura; así como reiterados intentos de escribir cuentos, obras de teatro, otras novelas, textos que quedan en borrador o inéditos. Donoso se exige mucho: reescribe, desecha, abandona, vuelve a empezar. A la “gula de la escritura”, como la llama García-Huidobro, se añaden tesón y disciplina férrea, y una obsesión por alcanzar “belleza”, por crear algo que valga la pena. De ahí, me parece, la calidad de la novelística de Donoso, y como lo manifiesta en el diario, el sufrimiento que le causa no poder escribir, avanzar, y, sobre todo, terminar, por ejemplo el Pájaro, en la que trabajó una década.

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Hoy, sin duda, le sería imposible a Donoso cumplir con las exigencias editoriales que consideran la novela como mercancía que ha de cocinarse en un año. Le interesaba publicar desde luego; su máxima aspiración era dedicarse sólo a su obra, pero creía en la excelencia. En este sentido, estos diarios tempranos sugieren que la literatura es para él una necesidad vital, lo que da sentido a su vida, una vida cuyo significado radica sólo en este mundo puesto que el escritor no es creyente y tiene clara consciencia de la muerte y la precariedad de la existencia humana.

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Quien se interese más por las lecturas del escritor, su periodismo o su teatro, o los antecedentes de su Historia personal del boom, encontrará en este libro un gran material. Lector ávido y crítico desde joven, Donoso admiraba a Henry James, Virginia Woolf y otras escritoras, apreció a Mistral y Rulfo, leyó con aprecio y lucidez a sus contemporáneos. Su crítica literaria se inicia en sus diarios. Éstas y otras facetas constituyen una imagen fascinante de Donoso en un periodo de gran creatividad, en que se entremezclan felicidad y frustración. Mientras esperamos la edición de los diarios de Princeton, Donoso in progress invita a releer y revalorar a un escritor extraordinario.

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FOTO: Diarios tempranos. Donoso in progress, 1950-1965, José Donoso. Edición de Cecilia García-Huidobro. Chile, Universidad Diego Portales, 2016.

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