“La lucha contra el miedo es la lucha contra la degradación”: José Eduardo Agualusa

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La obra de José Eduardo Agualusa (Angola, 1960) es un constante cuestionamiento de la historia oficial de su país y un regreso a su tierra natal, donde lo maravilloso suele confundirse con lo cotidiano

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POR  MARIAJOSÉ AMARAL, MIRIAN A. PAREDES TAVERA Y GABRIELA BUSTOS VADILLO

Al referirnos a la nueva literatura angoleña es necesario hablar de José Eduardo Agualusa. Hijo de padres portugueses y abuelos brasileños, nació en Luanda en 1960. Río de Janeiro, Lisboa y Berlín son algunos de los lugares que lo acogieron y nutrieron su obra. Tal vez por eso es concebido como un escritor criollo. En sus libros regresa con frecuencia a su tierra natal y a los eventos históricos que la marcaron. Uno de ellos, la guerra civil angoleña. El interés por cómo se relaciona una sociedad con su pasado ha hecho que sus textos cuestionen la construcción de la historia de un país, de una nación o de una patria.

 

Con más de veinte libros escritos, Agualusa ha incursionado en literatura infantil, poesía, narrativa y crónica. Su extensa obra ha tenido un gran impacto a nivel internacional y ha sido traducida a más de 25 lenguas en distintos países alrededor del mundo.

 

En 2002 ganó el Grande Prémio Gulbenkian de Literatura para Crianças e Jovens por su novela Estranhões e Bizarrocos (2000); en 2007 recibió el Premio Independiente de Ficción Extranjera, del periódico inglés The Independent, por El vendedor de pasados (2004); ganó también el Premio Literario Internacional IMPAC de Dublín por Teoría general del olvido (2012).

 

Agualusa visitará tierras mexicanas con motivo de la FIL 2018, que recibe como invitado de honor a Portugal. En este evento se presentarán dos traducciones publicadas por la editorial española Edhasa: la novela La sociedad de los soñadores involuntarios, donde el protagonista comparte un mundo con personajes unidos por una íntima relación con los sueños; y la novela La reina Ginga, ficción sobre la reina que en 1620 gobernó los territorios que hoy ocupa Angola. De estas dos novedades editoriales, Edhasa apuntó que “permiten al lector en lengua castellana descubrir un mundo desconocido, un escritor inmerso en la historia y aliado a la poesía”.

 

Las narrativas creadas por Agualusa brindan un nuevo entendimiento de su país. Abren una ventana a realidades que desconocemos, pero con las cuales podemos empatizar. A continuación, el autor nos habla sobre su obra y su manera de pensar la literatura.

 

En la novela La reina Ginga hay una frase que dice: “Soy la suma de todas esas sangres enemigas”. Partiendo de esta idea, ¿Cree o tiene fe en la humanidad?
Sí, creo que la humanidad ha venido mejorando, aunque pueden ocurrir retrocesos, y en este momento están ocurriendo. Mientras estudiaba el pasado para escribir esa novela, me fui dando cuenta de cuánto hemos avanzado. Aquel era un tiempo de crueldad extrema: la esclavitud, la Inquisición y el odio a la diferencia. Cuando nací, en 1960, aún habían en Angola personas que habían sido esclavas. ¡Todavía existía el apartheid en África del Sur! Ni siquiera sé cómo explicar el apartheid a mis hijos. Parece una monstruosidad de un pasado muy remoto.

 

Dice usted que sus textos buscan el absurdo de la realidad más que la convivencia de lo mágico con lo real. ¿Significa esto un distanciamiento de su literatura con respecto al realismo mágico africano?
No. En nuestras sociedades, lo maravilloso es parte de lo cotidiano. Todo eso es realidad. Para las personas que rinden culto a Kianda, en Luanda, Kianda es real. Entonces es real. Pero a mí me interesa mucho más la forma cómo las personas lidian y se conforman con el absurdo. Cómo integran en sus vidas situaciones absurdas. Creo que en países donde las instituciones del Estado son frágiles, hay mucho más espacio para el absurdo. Hace algunos días vi en el noticiero de la Televisión Pública de Angola que los refugiados habían invadido el cementerio de un barrio. Construyeron sus casas sobre las lápidas. Dentro de una cocina había una cruz y una lápida. Otra debajo de la cama, en el cuarto. Este tipo de situaciones son comunes.

 

En novelas como Milagrário pessoal o Barroco tropical hay una defensa del origen africano de la lengua portuguesa, ¿responde esta idea a alguna discusión sobre las lenguas puras?
No hay lenguas puras, naturalmente. Pero aquello que más me gusta de la lengua portuguesa es el haber recibido tantas contribuciones: del árabe, de las lenguas africanas, de las lenguas indígenas de Brasil, etc. Me gustan esas lenguas bastardas. Milagrário pessoal es un elogio a la lengua portuguesa y también al mestizaje.

 

Algunos de sus libros tienen una relación profunda con episodios históricos de Angola como la guerra civil. ¿Considera que la Historia determina parte de la literatura que producen los nuevos escritores del país? ¿Cuáles son, hoy en día, los intereses de los escritores angoleños?
La literatura angoleña se diversificó mucho. Hay escritores con propuestas completamente diferentes. Algunos se interesan por la historia, otros prefieren la ciencia ficción. En cualquier caso, creo que existe un interés en recuperar la historia de Angola desde una perspectiva africana. Creo que esa es una tendencia en todo el continente.

 

Algunos personajes de sus novelas experimentan un miedo profundo que surge de una realidad violenta y opresora. ¿Cree que es posible para una sociedad superar ese sentimiento de miedo y que, tal vez, la literatura sea un lugar propicio para hablar con libertad acerca de esto?
La lucha contra el miedo es la lucha contra la degradación. Los regímenes totalitarios degradan a las personas a través del miedo. La literatura puede ser una posibilidad de debate y de reflexión y, de esa manera, otra forma de combatir el miedo y de regenerar la dignidad humana. En países como Angola, que están emergiendo de regímenes totalitarios, no tengo duda de que la literatura tiene esta obligación.

 

FOTO:  José Eduardo Agualusa es autor de Barroco tropical (Almadía). / Especial

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