La alta costura, entre tradición y 3D. Entrevista con Julien Fournié

Feb 10 • Conexiones, destacamos, principales • 5114 Views • No hay comentarios en La alta costura, entre tradición y 3D. Entrevista con Julien Fournié

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Las dimensiones culturales de la alta costura son expuestas en esta entrevista con el diseñador francés Julien Fournié, quien desde enero de este año forma parte del círculo más selecto de la moda. Aquí cuenta sobre su deseo de que sus creaciones sean cada vez más accesibles gracias a las nuevas tecnologías

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POR INGRID DE ARMAS

Desde enero de 2017, el joven couturier Julien Fournié forma parte del restringido círculo de la alta costura francesa, que cuenta solamente con quince miembros permanentes, incluyéndolo a él. Para obtener esta codiciada etiqueta, su recorrido profesional, relativamente corto, lo condujo primero, durante sus estudios, a los talleres de varios gigantes de la moda: Nina Ricci, Dior, Givenchy, Celine.

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Apenas graduado, en el 2000, otro monstruo sagrado del diseño, Jean Paul Gaultier, lo incorpora a su equipo y luego pasa a trabajar una temporada con Montana. Fue una etapa en la que aprendió de cada uno de esos creadores elementos fundamentales para su oficio –la arquitectura del corte, la concepción del color–, transformándolos en útiles de trabajo personalizados. En 2003, a los 28 años, Torrente lo nombra director artístico de sus colecciones de alta costura.

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En 2009, Julien Fournié decide crear su propia casa. Desde allí, en la calle Paradis, en un barrio popular de París, crea sus modelos, los realiza y participa dos veces al año en los desfiles de alta costura Off, trampolín hacia la fama del gremio. Hasta que dio el salto al nivel que ambicionaba. Un nivel en el que la libertad de creación es el credo del estilista, afincado en la modernidad, en la alta tecnología. Hoy su firma figura al lado de sus maestros. Su clientela es internacional y artistas de fama visten sus creaciones, como Beyoncé o el cantante francés Bernard Lavilliers, en primera fila en el desfile, luciendo un atavío diseñado por Julien para uno de sus espectáculos.

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De visita en el atelier de la calle Paradis

A cinco días de la presentación de su colección primavera-verano 2018, el diseñador nos recibe en su taller, en el corazón de París, donde él y sus colaboradores se activan en los últimos detalles del evento. Con serenidad y sin prisas.

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Sobre una mesa se despliega la falda del clásico traje de novia y en otra una chica da los últimos toques a un vestido, cuyo estampado, creación también de Julien, revela reminiscencias orientales. La empresa Sfate y Combier, industriales de la seda en Lyon, lo ejecutó. Una de las costureras trabaja en un traje largo de blonda y tul –del que se utiliza en los velos de sombreros– salpicado de diminutas motas de terciopelo. Minuciosamente, la artesana las cose a mano una por una. El fondo está constituido por capas superpuestas de telas decoradas con bordados, confeccionados en el atelier. Aunque no se vea, está tratado como si estuviera expuesto a las miradas.

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En frente, en un maniquí, un corpiño con un toque de los años cincuenta, pone de manifiesto una tendencia a ras del cuerpo con pliegues limpios. Las mangas cortas recuerdan instantáneamente las de los kimonos. Está claro: en esta oportunidad, una de las fuentes de inspiración del couturier es asiática, en especial a partir de los fifty, sin desdeñar las indumentarias de los personajes femeninos del manga japonés. Los vestidos que la actriz china Maggie Cheung lleva en la película In The Mood for Love, de Wong Kar Wai, de cuello alto y pegados al cuerpo, también sedujeron irremediablemente a Julien. Un aire del Hong Kong de mediados del siglo XX planea en el atelier. Lo que no impide al creador remontar a los tocados imperiales chinos y a jurar por los obi, los cinturones en seda a la usanza del antiguo Japón.

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Concentrada en su máquina de coser, frente a un ventanal, Jacqueline es la discreta patrona del equipo. Esta experta costurera ha trabajado durante años con los gigantes del oficio. Es una de las petites mains –como dicen los franceses– que permiten hacer realidad los sueños y fantasías de los creadores. No sólo transcribe en las telas las ideas y caprichos del diseñador, sino que además tiene a su cargo la formación de las más jóvenes reclutas del grupo. De paso vela por que cada detalle sea elaborado a la perfección.

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Una interpretación de la moda

En el despacho de Julien, sentados frente a una percha de la que cuelgan los trajes de la colección, hablamos largamente de su itinerario profesional, de su concepción de la moda y de los desafíos tecnológicos y sociales a los que un diseñador se confronta en la actualidad. “Mi trayectoria es atípica y la palabra que la define es libertad. Tuve la suerte de tener padres que me dieron la libertad de escoger mi destino y tal vez es por eso que visto a mujeres de temperamento”.

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Los estudios científicos que realizó –medicina, biología, psicología– no parecían indicar su pasión por la moda, pero juzga que le permitieron más tarde proyectarse “como un jefe de empresa con los pies sobre la tierra”. Estima que hoy es necesario ser “socio-responsable” y crear empleos. Destaca que al presidente Emmanuel Macron, durante una entrevista que sostuvieron, le gustó su intención de “crear las fábricas del futuro con Dassault Sistema”, compañía especializada en programas informáticos en 3D, del grupo del constructor francés de aviones del mismo nombre.

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Más allá de la reafirmación de su identidad social, Julien Fournié piensa en el papel de la moda: “En nuestra época su rol es ayudar a las mujeres a liberarse. Un vestido de alta costura, concebido por un diseñador para una mujer en particular, que vive un instante excepcional, es un vestido único; ello significa ayudarla a posicionarse en nuestra sociedad. La idea es darle la ocasión de ser ella misma, de ser diferente, extraordinaria. Y eso no tiene precio”.

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Frente a la uniformización, a la tendencia de ciertas categorías sociales a vestirse de determinada manera, Fournier opone un no rotundo: “La alta costura significa ‘soy diferente’, quiere decir que deseo ser diferente, que voy a mostrar a todo el mundo que soy alguien y que voy a tener un destino importante en los próximos años”.

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El reto del couturier

Para quienes no tienen acceso a indumentarias fuera de serie, inalcanzables para los portamonedas de la clase media, el creador propone la dimensión tecnológica de sus proyectos. Aspira que, a más tardar, a mediano plazo, sea posible proporcionar a cualquier mujer su parcela de sueño: “Estoy trabajando intensamente con Dassault Sistemas y el laboratorio de la moda. Vamos a lanzar en los próximos diez años la creación en alta costura y diseño apoyada en las nuevas tecnologías. Estamos en comunicación con veinticinco ingenieros que manejan algoritmos increíbles para concebir útiles PLM (Product Life Management). La meta es poner en contacto a los creadores como yo con fabricantes y clientes para hacer objetos, como por ejemplo zapatos, con una creación en 3D, diseñada por mí. Se transmitirá directamente a las fábricas, desmaterializada, por medio del Cloud, para hacer un modelo de zapato específico, que podrá producirse en México, Japón o Vietnam, o en cualquier otro lugar donde vayamos a venderlos. Por lo tanto ello implica una eco-responsabilidad, en razón de que el impuesto sobre el carbono será menor, y una eco-sociabilidad porque vamos a formar a quienes van a confeccionarlos y darles así la oportunidad de acceder al empleo”.

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Pareciera que el diseñador que dibuja modelos de vestidos, pantalones o faldas en papel, coloreados con acuarelas o pasteles, es una especie en extinción. Por su parte, Fournié, digno representante de su época, no trabaja sino con tabletas. En pocos trazos expresa las ideas para trajes exclusivos, que envía a sus clientas por internet, estableciendo un diálogo en función de una creación original. Ello no supone que la creación artística haya desaparecido. Lo que cambia es el medio de expresión. Tras hacernos una demostración con un modelo que en pocos minutos estructura con mano experta, Julien vuelve a la carga con los temas técnicos.

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“Estoy trabajando con los ingenieros de Dassault Sistema para diseñar en 3D el movimiento, la fluidez de los vestidos, a fin de que yo pueda presentar con ellos, dentro de cinco o seis años, programas informáticos capaces de mostrar las oscilaciones, el vaivén de los vestidos”. Vale decir, estar en capacidad de capturar el tipo de corte –al recto hilo o al bies– y la caída de telas diferentes. “Yo diseño y trabajo a un nivel tecnológico muy especializado. En otras palabras, la maison Julien Fournié es pionera en la aplicación de las nuevas tecnologías”.

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Entusiasmado, Julien continúa y nos comunica lo que para él es una información fundamental: “Hace unos ocho meses Tim Cook vino a Francia y solicitó una entrevista conmigo. Quiso saber cómo trabajaba con Dassault Systemas en 3D y manifestó su deseo de ver mis diseños en el iPad Pro. Si el emperador de las nuevas tecnologías se interesa en nosotros, ello quiere decir que nuestra investigación y sentido de la proyección hacia el futuro tiene una resonancia que llega hasta Cupertino. Cook pasó dos horas aquí para saber cómo trabajaba con su tableta y Dassault en la creación de vestidos únicos”.

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El diseñador estima que si apela a la informática no es simplemente para dar una nueva imagen de la alta costura. Para él, el oficio debe ser una “búsqueda permanente de nuevas técnicas y el término nuevas técnicas equivale a nuevas tecnologías; si no trabajas con esas innovaciones, mueres, no existes, y la alta costura no perduraría. Es por eso que para la casa Julien Fournier la alta costura de nuestra época está compuesta de tradición, con costureras como Jacqueline, que hace todavía mangas estilo kimono como en los años 50, y al mismo tiempo de bordados en 3D, gracias a la informática”.

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Al final del encuentro, las modelos que vestirán los trajes de la colección empiezan a llegar. Es redundante afirmar que son bellas, altas y delgadas, pero pese al riesgo de caer en la banalidad, tales rasgos corresponden a la realidad. Las pruebas comienzan. Se oyen algunas frases en ruso. La persona encargada de la ambientación musical del desfile propone un fragmento de sonoridades rock. Todo ha sido planificado cuidadosamente, los vestidos están casi todos listos. Sólo quedan detalles por resolver. Sin agitación, la efervescencia de la preparación del desfile se posesiona de la atmósfera del atelier.

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El desfile

El lugar, el oratorio del Louvre, se presta a una puesta en escena teatral, con un fondo oscuro, que valoriza los colores suaves, poudrés, de la colección.

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Al son de una mezcla musical en la que se entrecruzan cadencias rock y ecos del Extremo Oriente, las modelos aparecen una a una, maquilladas con tonalidades blanquecinas, reflejo estilizado de una estética oriental. Un rasgo que acentúan los peinados y los accesorios, evocación del refinamiento chino y japonés, consignado para la posteridad en cuadros, parabanes y frescos.

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En los trajes, cortados en metros y metros de seda, con una caída marcada, confluyen inspiraciones de las artes asiáticas tradicionales y cinematográficas. Los cinturones, ya sean simples cordones o versiones modernas de los de las geishas, acentúan la cintura con un toque poético.

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En el conjunto convergen los diferentes personajes e imágenes que de alguna manera han dejado su huella en Julien Fournié, configurando su mundo imaginario. Un universo construido asimismo en torno a los gloriosos fifties.

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Fotografías: JMRoquejoffre

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