La caricatura del siglo XIX en México
Rancho la Cordillera Foundation presenta una colección de litografías que muestra el esplendor de la crítica humorística en una época en que México se debatía entre conservadores y liberales. La exposición se inaugurará el lunes 7 de febrero en el Consulado General de México en Los Ángeles
POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ
En 1861, nuestro país vivía una división que parecía irreparable. Conservadores y liberales se enfrentaban por conducir los caminos del país tras medio siglo de caos. Los liberales tenían un respaldo: la promulgación de la Constitución en 1857; los conservadores buscaban un gobierno extranjero que generara la paz tan necesaria para todos, al precio que fuera.
En ese ámbito, el periodismo jugaba un papel fundamental, a pesar del analfabetismo mayoritario de la sociedad mexicana. En ese año, circulaban “treinta periódicos, dieciocho de los cuales se habían formado en 1861; seis ejercían la crítica política desde la tribuna de la caricatura”, escribe Esther Acevedo.
Los periódicos de caricatura, en lo general, contenían una caricatura en litografía, y los humoristas gráficos mostraban un talento excepcional. Me atrevo a afirmar que la mejor caricatura mexicana, tanto en calidad como en cantidad, se realizó en aquellos años y se produjo, entonces, el momento de su mayor esplendor.
Durante la segunda mitad de siglo XIX, se gesta una lucha por la soberanía, el nacionalismo y la creación de lo mexicano. Benito Juárez es uno de los forjadores del nacionalismo, un liberal que creyó en la libertad de prensa y en la libre circulación de ideas, y en este proceso, la crítica se tornó fundamental. El liberalismo juarista la aceptó sin chistar, sin reclamar ni descalificar a la prensa, sin sentir que nada ni nadie podría cuestionarle, y los caricaturistas, militantes de esas banderas, asumieron que sin humor no habría cambios.
La caricatura del siglo XIX, realizada en litografía, muestra la reconstrucción de México, las palabras, las críticas, la manera de mirar el país con humor, con cuestionamientos. En el editorial de presentación de La Orquesta, el más importante periódico de humor en nuestra historia, se señala: “Queremos ver si el supremo gobierno insensible a las arias y peticiones en recitados se ablanda a los acordes de una Orquesta: La música tiene una influencia incontestable sobre los animales”.
Sutil, pero directo. El humor es un espejo deformado que nos enseña, sin máscara, lo que somos. La historia necesita mirar ese espejo y encontrarse, así, con lo que fuimos.
Al abrir el periódico y mirar la caricatura del día, olvidamos que en unos meses o en pocos años habremos olvidado el tema, el personaje, el momento.
La historia es una caricatura. Esta última palabra, acuñada por Anibal Caracci, significa cargar, acentuar o exagerar los rasgos; ¿y qué tal la historia? ¿No suele hacer lo mismo?
Leer la historia con humor es necesario para entender lo que somos.
Durante esa época dorada, continuaron las altas y bajas de periódicos, algunos de los cuales pueden consultarse en la Hemeroteca Nacional, ya de manera virtual o de manera presencial en el Fondo reservado (existen algunas colecciones de litografías con caricatura de los grandes maestros de entonces. Empero, la gran mayoría de ellas se han perdido para siempre).
Una de las verdades más terribles para la memoria del mundo, es la desaparición de las imágenes producidas por el hombre. En este ámbito, la mayoría de las caricaturas, realizados en estos siglos, se han esfumado para siempre.
Este es uno de los grandes aciertos de la colección de Rancho la Cordillera Foundation, que se presenta en estos días en el Consulado General de México de Los Angeles, California, que contiene una colección de 60 litografías y que, con variantes, recorrió hace una década recintos tan importantes de nuestro país como el Museo José Guadalupe Posada (Aguascalientes), el Museo de Arte de Querétaro, el Museo de Arte de Veracruz (en Orizaba), el Museo Erasto Cortés, en Puebla, y el Museo de la Caricatura, de dónde partió para este recorrido por nuestro país.
Estas espléndidas litografías son propiedad de la Familia Dentzel-Waldo, que no sólo conserva esta colección, sino que la ha restaurado y difundido, mostrando una parte de ese gran tesoro del arte mexicano.
En cuatro años, la caricatura en México cumplirá dos siglos, pues su acta de nacimiento fue el 8 de abril de 1826, al aparecer en la revista El Iris un cartón llamado Tiranía, atribuido al italiano Claudio Linnati, quien introdujo la litografía a nuestro país y que ha sido considerada como la primera caricatura publicada en México.
No obstante, debieron transcurrir varias décadas para que llegara el esplendor a través de artistas como Constantino Escalante, Santiago Hernández, Alejandro Casarín, Jesús Alamilla y José María Villana, que con sus lápices dejaron un testimonio excepcional de una época tan compleja, donde existió una verdadera transformación del país, sin anunciarla ni autonombrarse como tal, pues quienes califican o dan razón de ser de los procesos históricos no son los egocéntricos y autócratas protagonistas, sino la historia y los historiadores; es el paso del tiempo, no el momento; es la intencionalidad del hecho histórico y su trascendencia, no la demagogia.
Esta exposición es un breve ejemplo de la obra que se realizaba entonces, en donde se pueden mirar la obra de artistas como Constantino Escalante, Santiago Hernández, Alejandro Casarín y Jesús Alamilla, un cuarteto de grandes artistas, humoristas gráficos que son considerados como los más importantes caricaturistas de nuestra historia y, lamentablemente, los más desconocidos a pesar de que este cuarteto se caracteriza por su calidad estética.
Todos fueron partícipes de diversas publicaciones y de otros trabajos de gran calidad. Estas litografías aparecieron en La Orquesta (1861), El Palo de Ciego (1862), San Baltasar (1869), El Padre Cobos (1869), Juan Diego (1872) y El Cascabel (1876).
La caricatura es una lectura diferente de nuestra vida y además no sólo tiene virtudes estéticas, es más que eso: una lectura muy seria de nuestra historia.
En el mundo se han realizado muy pocas exposiciones con caricaturas originales pues éstas, como señalamos, se han esfumado, como el mismo tiempo, y son irrecuperables.
Mirar esta colección es el mejor ejemplo de cómo la caricatura, no siempre, es una obra de arte y es también, no siempre, la mejor crítica al poder y no su aplauso, pues cuando la caricatura cierra los ojos ante las barbaridades del autoritarismo, se convierte en una vulgar historieta.
FOTO: Anónimo, Se siente Sansón humillado al ver que los siglos te presentan un rival, publicado en San Baltasar. Periódico Chusco, amante de decir bromas y groserías, afecto a las convialidades y con caricaturas, T. 1°., No. 13, 28 de noviembre de 1869/ Crédito de Foto: Rancho la Cordillera Foundation
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