La civilización, esa mentira
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La violencia humana es abordada en esta obra que busca darle un nuevo sentido al cuerpo con el uso de recursos escénicos, dancísticos y multimedia. El protagonismo que adquiere la oralidad en cada personaje refleja su trágico devenir como migrante
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POR JUAN HERNÁNDEZ
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Hay artistas jóvenes de la escena mexicana que consideran urgente tener una voz, un posicionamiento frente a los problemas del mundo y una visión crítica para desnudar las mentiras del discurso del sistema capitalista global, en el que el uno por ciento de la población posee la riqueza y el resto casi nada.
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Estos creadores ponderan la característica de ágora del teatro para discutir en él los temas fundamentales de la existencia material y espiritual del hombre, en el tiempo presente y en el devenir de una historia trágica: la de una mayoría desposeída e indefensa, que es expulsada y esclavizada.
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Por esa vertiente va el sentido discursivo de la obra Entre la Bestia y un cielo repleto de estrellas —la primera de la trilogía “Más allá del bien y del mal”—, escrita y dirigida por Edgar Quevedo, de In Praeséntia, Territorio Cultural A.C., Foráneo Danza y Ehcatl Teatro, con las interpretaciones de Mariana Arocena, Sandra Galeano, Roberto Mauricio Chi Pisté y Edgar Quevedo, que se presenta en el Teatro El Milagro.
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Los jóvenes creadores desarrollan un lenguaje escénico, que tiene como punto de partida el acto de consciencia. La poética de la propuesta se sostiene en el compromiso de los artistas para decir algo importante y necesario, en el espacio y el tiempo presentes.
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El discurso requiere de una voz firme, concreta y clara. Los intérpretes hablan sobre la civilización como la gran mentira de la era moderna, que tomó fuerza a partir del siglo XVIII y permanece vigente hasta la actualidad. Apuestan a un teatro pobre, ese del que ya hablaba Jerzy Grotowski, en el cual el cuerpo, en un espacio prácticamente vacío, se constituye en una fuente expresiva inagotable.
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Se podría definir a esta obra como “teatro físico”, “teatro-danza”, “propuesta interdisciplinaria” o “multimedia”, pero hacerlo resultaría contraria a la postura artística de sus creadores, quienes experimentan y arriesgan y dejan un margen en el que la obra va tomando vida propia para sumarse al mundo.
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Los creadores del espectáculo potencian el cuerpo, entrenado sí, pero sin sujetarse a una técnica ni a un código pre-existente de movimiento; crean atmósferas espaciales y sonoras que van de la mano con la acción física y emocional; trascienden la superficie de la apariencia, para hacer traslúcido el espacio interior, en donde hallamos la verdad de la escena.
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La palabra toma sentido en el estado del cuerpo que la enuncia y, cuando la oralidad alcanza su límite, la danza habla. La propuesta coreográfica de Mauricio Chi Pisté es la arquitectura metafórica del mundo contemporáneo; en los movimientos y los desplazamientos se intensifica esa figuración estertórea de una humanidad violentada, explotada, esclavizada bajo el concepto de civilización, que sólo en el discurso supone el bienestar para todos los seres humanos, bajo el signo del progreso.
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Entre la bestia y un cielo repleto de estrellas es la historia de hombres y mujeres de cualquier parte del mundo. Quizá por eso Edgar Quevedo disloca la estructura del texto principal para hacer digresiones, en las que aparecen muchas otras historias, contadas por un narrador, quien se suma como personaje protagónico. Tampoco hay personajes con nombres y una historia específica. El autor prefiere numerarlos: uno, dos, tres y cuatro, abstraen en su esencia a toda la humanidad, para figurar los juegos de poder de los que son víctimas y, al mismo tiempo, victimarios.
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La historia de la obra es la suma de muchas otras historias: las de los inmigrantes, los que transitan territorios físicos agrestes y sin alma, en busca de la promesa del bienestar, del que habla el discurso de la civilización; sin embargo, su tránsito parece ser el inevitable encuentro con el destino trágico. Los personajes son secuestrables, discriminados, violados y, finalmente, desposeídos de lo más preciado: la dignidad humana.
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La propuesta nos hace pensar en “la técnica del trance”, de la que hablaba Grotowski, en la que hay una entrega absoluta del actor a la poética, a la figuración escénica de una idea crítica sobre el mundo y en la que pone en juego todas sus posibilidades psíquicas y corporales, así como la intuición e instinto.
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La bestia, ese tren al que trepan los centroamericanos para atravesar el territorio mexicano y llegar al país del norte, proyectada como figura dantesca sobre el muro del fondo del escenario, tiene vida propia; es el modo en que los creadores hacen presente la crueldad de la maquinaria civilizatoria, de la mentira del “sueño americano”, del la ilusión inalcanzable de la equidad y la justicia. Sin embargo, es en el reconocimiento de sí mismo en el otro, cuando los creadores aún ven un resquicio de esperanza.
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La puesta en escena de In Praeséntia, Territorio Cultural A.C., Foráneo Danza y Ehecatl Teatro es de experimentación y riesgo, apartada de la banalidad de la forma vacía, su consistencia radica en la claridad de la postura crítica sobre el mundo, en la urgencia de elevar la voz, de contactar con los otros, de dialogar y conseguir empatía en una población que, como ellos, ve en el proceso civilizatorio el sueño malogrado de una modernidad inacabada.
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FOTO: Entre la bestia y un cielo repleto de estrellas, escrita y dirigida por Edgar Quevedo, con los intérpretes Mariana Arocena, Sandra Galeano, Roberto Mauricio Chi Pisté y Edgar Quevedo; coreografía de Chi Pisté, iluminación y vestuario de Malinali Ríos Vargas, música original y diseño sonoro de Alephsus Valdés, audiovisual de Hill Díaz y escenografía de La Fábrica, y producción de In Praeséntia , Terrotitorio Cultural A.C., Foráneo Danza y Ehecatl Teatro, con el apoyo del programa México en Escena del Fonca, se presenta en el Teatro El Milagro (Milán 24, Juárez), jueves y viernes 20:30, sábados 19:00 y domingos a las 18 horas, hasta el 9 de septiembre.
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