La compraventa de derechos de autor en el mundo
Gracias a este mecanismo, obras de autores mexicanos viajan y se difunden en otras lenguas y culturas, dice el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana
POR HUGO SETZER
En una colaboración previa, escribía de los beneficios que tenemos gracias a la legislación internacional del derecho de autor.
Decía que el marco legal del derecho de autor ha permitido:
1. El impulso y el fomento a la creación intelectual. Gracias al derecho de autor, miles de autores en todo el mundo confían en que será retribuido su esfuerzo de dedicar largas horas a escribir.
2. El florecimiento de una pujante industria editorial, que da empleo a miles de personas y en la que cientos de editores invierten su capital en la publicación de novedades, con la confianza de que podrán recuperar su inversión.
3. Este sistema legal ha proveído a la sociedad de una cantidad de información publicada como nunca antes en la historia de la humanidad. Todo ello gracias al derecho de autor.
Pero hay un beneficio adicional que no mencioné: el derecho de autor permite que las obras viajen y se difundan en otros países, otras lenguas y culturas.
Sin el marco legal del derecho de autor, no podríamos leer en español las obras de Yuval Noah Harari, Seamus Heaney, Margaret Atwood, Anne Carson, Daniel Kahneman, Orhan Pamuk, J.K. Rowling y cientos más.
El sistema internacional del derecho de autor ha permitido que Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Rosario Castellanos, Carlos Fuentes, Isabel Allende y Juan Villoro, entre otros, sean reconocidos internacionalmente.
Porque sin el marco legal del derecho de autor, nadie invertiría en costosas traducciones. No habría intercambio literario en el mundo. No sé si quienes hoy critican al sistema del derecho de autor como un inhibidor del acceso a la cultura, se habrán percatado de que es justo al revés, que el derecho de autor lo que permite es que todos estos autores escriban y que sus obras sean publicadas, traducidas y leídas por millones de personas en el mundo.
No, el contenido que está en línea no tiene por qué ser gratuito, aunque lo digan las faraónicas empresas tecnológicas. Por supuesto que a estas empresas, las más grandes y ricas en la historia, les interesan los contenidos gratuitos, porque su modelo de negocio es otro.
El autor de World without mind: the existential threat of big tech, Franklin Foer, cita al periodista Robert Levine, quien a su vez escribe en su libro Free Ride: How Digital Parasites are Destroying the Culture Business, sobre las grandes empresas tecnológicas:
“Google tiene tanto interés en contenidos gratuitos en línea como tiene General Motors en gasolina barata. Es por eso que la empresa gasta millones de dólares en su intento de debilitar al derecho de autor”.
Las negociaciones de derechos de autor se llevan a cabo normalmente en ferias del libro, pero de forma creciente en muchos otros espacios.
Las ferias del libro tienen normalmente dos tipos de audiencia: por un lado, los profesionales del libro y, por el otro, el público lector.
De un lado del espectro se encuentra la feria del libro de Frankfurt, la mayor y más importante del mundo, que está dedicada por completo a la compraventa de derechos. Es una feria corta, de miércoles a domingo. Los primeros tres días, la feria está cerrada al público, pues es sólo para profesionales. El fin de semana está abierta al público, pero no se vende un solo libro. Los miles de visitantes que inundan la feria no pueden comprar libros, sino que lo hacen tan solo para enterarse de las novedades editoriales.
Por contraparte, están la mayoría de las ferias en Latinoamérica, cuyo objetivo es más bien vender libros al público general. Suelen tener una duración de entre 10 y 20 días.
De manera creciente, las ferias dirigidas al público han incorporado días de profesionales. La que, desde mi punto de vista, lo ha hecho con mayor éxito, es la FIL de Guadalajara. Desde sus orígenes supo combinar magistralmente una feria profesional, con un gran evento para el público y una infinidad de actividades culturales asociadas a la feria.
La FIL se ha convertido en un espacio que atrae profesionales del libro de todo el mundo y es al mismo tiempo un gran festival de la cultura, las letras y las artes para la ciudad de Guadalajara.
Pero hay otras ferias del libro que han comprendido la importancia de las negociaciones de derechos. Ahí está, por ejemplo, la feria de libro de Sharjah, en los Emiratos Árabes Unidos. Sharjah es el tercer emirato más grande de los siete que componen esta nación, y se ha caracterizado por un formidable apoyo a la cultura, en especial a la lectura y el libro. Sharjah fue Capital Mundial del Libro en 2019.
También existen salones de derechos, sin que estén necesariamente ligados a una feria, como el Istanbul Publishers Fellowship Program, en el que en este 2024 México fue invitado de honor. Con una asistencia de unos 300 editores de todo el mundo, México tuvo una delegación de 12 editores, que aprovecharon cada momento para la negociación de derechos. Fue una gran experiencia.
Pero hay, además, otras posibilidades. Es cierto que la industria editorial compite con plataformas audiovisuales como Netflix por la atención de las personas. Pero estas empresas están ávidas de contenidos para producir sus programas, y los editores somos creadores naturales de contenidos. Existen oportunidades muy interesantes de vender derechos, no sólo de traducción, sino de transformación a un producto audiovisual.
Como lo mencioné antes, todo ello gracias a que existe el marco legal del derecho de autor, que en la actualidad es lamentablemente atacado y cuestionado, como un obstáculo al acceso al conocimiento. Nada más lejos de la realidad. El derecho de autor no es un impedimento a la divulgación del conocimiento, como muchos pretenden hacer ver, sino un catalizador para la creación intelectual y la difusión internacional de las ideas.
Gracias al derecho de autor, hay miles de empresas pequeñas, medianas y grandes dispuestas a invertir para la producción de libros impresos, digitales y en audio, así como traducciones y adaptaciones a formatos audiovisuales.
Quien hoy ataca el sistema vigente del derecho de autor no sabe de lo que habla, o tiene intereses millonarios en el tema.
FOTO: Remate de libros y discos en el Monumento a la Revolución. Crédito de imagen: Archivo EL UNIVERSAL
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