La construcción de un mito: reseña de “La guerra de las palabras”, de Oswaldo Zavala
En La guerra en las palabras, el periodista Oswaldo Zavala explora la figura del “narco” en su dimensión tanto aspiracional como de discurso de control
POR ALEJANDRO BADILLO
Roberto Saviano, periodista y escritor italiano, cuenta una anécdota interesante en su libro Gomorra, publicado en el 2006: la historia de la mafia siciliana, retratada por Mario Puzo en El Padrino, es fruto de la imaginación del autor y no está inspirada, en absoluto, en algún testimonio real. Fue, más bien, el éxito del libro y, sobre todo, la influencia global de la trilogía filmada por Francis Ford Coppola, lo que inspiró a la mafia siciliana, que comenzó a imitar los códigos vistos en la pantalla. La ficción que se vuelve verdadera demuestra cómo el discurso puede afectar la manera en cómo se percibe un hecho o un fenómeno. Por supuesto, las palabras no crean la realidad —como afirma el posmodernismo más radical—, pero sí influyen de manera determinante en nuestra sociedad cuando la narrativa es monopolizada por una autoridad y, desde ahí, permea al grueso de nosotros.
La guerra en las palabras: Una historia intelectual del “narco” en México (1975-2020) (Debate, 2022) es una aportación interesante al fenómeno del narcotráfico desde el discurso que lo ha configurado. El libro del periodista y académico Oswaldo Zavala es una suerte de continuación de otra obra suya: Los cárteles no existen: Narcotráfico y cultura en México, publicado en el 2018 (Malpaso). En este título, el autor comienza a desmenuzar las maneras de entender el llamado “narco” a través de diversos productos culturales. En esta nueva aproximación, profundiza no sólo en libros o películas, sino en la articulación de la historia que nos han contado sobre el tráfico de drogas, una historia que contradice constantemente la realidad y que, sin embargo, creemos a través de los mitos que se despliegan frente a nosotros en los medios globales. Quizás, el hecho más importante —evidenciado no sólo por Zavala, sino por decenas de académicos e investigadores— que refleja la guerra artificial contra las drogas iniciada el siglo pasado, es que nunca hubo una crisis de seguridad. Los datos indican, por el contrario, que los homicidios en México, sobre todo en los estados del norte de país, iban en continuo descenso hasta que la política de militarización elevó las muertes hasta las cifras actuales.
Hay una idea central en La guerra en las palabras: el narcotráfico es una construcción, una especie de entramado o de escenografía sobre la cual se han montado historias que, en última instancia, han servido no sólo como un instrumento de control, sino también para desplazar a poblaciones enteras y someter a un exterminio gradual a miles o millones de personas que son expulsadas del capitalismo global. A través de los hechos y no de las fantasías que nos venden, podemos, como dice el autor, “fisurar” la narrativa dominante en los medios masivos de comunicación y casi cualquier expresión cultural: desde los narcocorridos hasta las series de televisión; desde las novelas que explotan el tema hasta la parafernalia que ha dado vida al estereotipo del narcotraficante. Esta caricatura, rodeada por todo un entramado de símbolos que apuntan a una misma dirección, inició con delincuentes vulgares, caídos en desgracia, que fueron transformándose (ayudados por campañas orquestadas por la CIA y la DEA) en narcotraficantes todopoderosos que amenazan la estabilidad social. En realidad, describe Zavala, la narrativa dominante del narco se remonta al mundo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial y a la estrategia de Estados Unidos por imponer su influencia en el hemisferio occidental para, desde ahí, contrarrestar el eje soviético. Una vez terminada la Guerra Fría —o quizás un poco antes— se construyó un nuevo enemigo para justificar el creciente gasto en vigilancia y en los cuerpos policíacos.
Oswaldo Zavala reconstruye —con un trabajo de investigación que lo mismo incluye entrevistas hechas por él mismo y una extensa documentación hemerográfica— la génesis del “narco” y los conceptos asociados a éste. Uno de los ejemplos paradigmáticos que explora, es el famoso corrido “Jefe de jefes”, de Los Tigres del Norte. La configuración del capo, en este producto cultural, es la de un personaje innombrable, una página en blanco que sirve para crear no sólo un mito aspiracional, sino la idea de un enemigo formidable. De esta manera, la guerra contra esta abstracción reencarnada innumerables veces siempre será fallida y, por supuesto, permanente.
El filósofo inglés John Gray habla de los mitos que hemos creado y que forman las historias que necesitamos para tener un sentido de trascendencia, un sentido que —para bien o para mal— nos aleja de los animales. Sin embargo, los mitos nos someten a delirios que nos alejan de la realidad. La narrativa del miedo es, en estos tiempos, una fábula altamente tóxica. Esta trampa es, justamente, el elemento que da sentido final al libro de Oswaldo Zavala y que se puede extender a otras crisis que ya vivimos o que están por venir: el colapso ecológico, la recesión económica, la escasez energética, las revueltas sociales, las enfermedades pandémicas. Todos estos fenómenos ya son aprovechados para disponer, alrededor de nosotros, distintas narrativas que nos disciplinan e inmovilizan. Sólo quitándole el disfraz a las palabras podremos entender la sociedad que habitamos y las amenazas reales que están detrás del discurso oficial.
FOTO: El culto a Jesús Malverde pertenece al espectro de la narcocultura; sus seguidores se concentran principalmente en Sinaloa/ EFE/Juan Carlos Cruz
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