“La cría”: terror psicológico y atmósfera tétrica
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En un ejercicio de meta-teatralidad, esta obra lleva a los protagonistas a un deterioro mental a partir de la invención común de una criatura que se resguarda en sus propios recovecos mentales
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POR JUAN HERNÁNDEZ
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La cría, escrita y dirigida por Carlos Talancón, llama la atención por varios factores. El más sobresaliente es la aspiración a generar terror psicológico en el espectador, con la historia de dos seres que procrean un ser que nunca vemos en escena, pero suponemos una especie monstruosa, a la cual deben alimentar, incluso con su carne.
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“La criatura”, como le llaman los personajes al engendro, supondría una deformidad subyacente en el inconsciente a manera de obsesiones, temores, seres supremos (llámese Dios), violencia soterrada, perversiones y una lectura transgresora sobre la procreación de los hijos.
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El texto de Talancón resulta inquietante, toda vez que se concentra en desvelar los mecanismos del inconsciente; término de la teoría freudiana que sería, dicho de bote pronto, aquella zona oculta de los impulsos reprimidos, a la cual sólo se puede llegar a partir de un análisis profundo.
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Carlos Talancón tiene estudios de licenciatura de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM y de maestría en Creación Literaria en la Universidad de Pompeu de Fabra de Barcelona. Se ha formado con maestros como Eugenio Barba, Héctor Mendoza (fallecido en el 2010), Germán Castillo y Estela Leñero. Ha escrito y dirigido obras como Extraña fábula empresarial, galardonada en el XXII Festival Nacional de Teatro Universitario; El Nahual, también reconocida en el VI Rally de Teatro Independiente y, ahora, La cría, finalista en el concurso de dramaturgia joven Gerardo Mancebo del Castillo.
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Se trata de un escritor de metarrelatos y un director de escena que aspira a arribar a la construcción de una meta-teatralidad para subvertir los discursos convencionales del quehacer escénico, y consolidar un estilo propio, dialogante con el espectador ávido de nuevas maneras de aproximación al teatro.
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Su obra La cría se arriesga, al adentrarse en un subgénero de gran complejidad: el terror psicológico. A través de éste busca despertar en el espectador temores, culpas y hasta supersticiones en un juego de identificación con los personajes. No se trata de asustar o provocar miedo, sino de que el miedo tome forma por medio de una alegoría de ese misterio que implica la estructura y operación de la mente humana.
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En la pieza de Carlos Talancón encontramos estos elementos que apelan a remover la psique del espectador con un texto dramático oscuro, de personajes por demás retorcidos, en una atmósfera visual y sonora tétrica que subrayan el estado emocional inestable de los seres figurados en la escena.
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Talancón se ha convertido en director de sus textos dramáticos y en La cría, de entrada, genera una propuesta espacial provocadora, por medio de la construcción de un artefacto en forma de jaula, en el que coloca a los personajes. Las rejas son un acierto del director, quien consigue adentrarse en recovecos mentales inaccesibles. Consigue un golpe visual potente y genera expectativa. Adentro de la jaula, la mesa, una televisión vieja, una silla desvencijada, la parrilla y los utensilios de cocina hablan no del deterioro material sino del mental de estos seres que deben mantener viva a su criatura a costa de lo que sea.
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El elenco, integrado por Javier Sánchez, Milleth Gómez y Carlos Talancón buscan dar verosimilitud a esta narración, en la cual el personaje más importante es, justamente, aquel que nunca es visto. Ése que se encuentra en el ático (símbolo del rincón más impenetrable del inconsciente), en donde es alimentado con materia nauseabunda y, cuando ésta se termina, se le ofrecen las extremidades de sus progenitores, cuyo deterioro mental se figura en la imagen de los cuerpos mutilados.
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Los actores realizan un trabajo físico extenuante, pues deben arrastrarse, subir y bajar escalones, trepar a la mesa y a la silla sin utilizar todos sus miembros. Sin embargo, hay una insistencia en este recurso que termina por debilitar su efecto visual, del mismo modo que el maquillaje para subrayar el estado delirante los personajes.
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Carlos Talancón tiene dificultades para articular un diálogo efectivo entre su ser como dramaturgo y también creador de la puesta en escena. Un tipo de relación que, con mucha frecuencia, resulta en una lucha interna que provoca desencuentros perjudiciales en el resultado final de un montaje.
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El humor negro que se intenta en La cría, se desvanece en el chiste escénico, que poca justicia hace a las búsquedas del texto. Es en este punto en el cual encontramos la vulnerabilidad del montaje; es decir: en la eficacia de la figuración del deterioro, la enfermedad, la violencia, la sexualidad retorcida, la pobreza, la locura y la discapacidad, para plantear un dilema moral y, así, conseguir dar solidez a la puesta en escena.
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Sin embargo, Carlos Talancón se revela como un creador del teatro contemporáneo independiente de riesgo, al proponer formas de aproximación a la escena, que no busca complacer sino inquietar y transgredir la norma.
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FOTO: La cría, escrita y dirigida por Carlos Talancón, con las actuaciones de Javier Sánchez, Milleth Gómez, y Talancón, se escenifica en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco, El Prado), el 2 de abril a las 18 horas, y en el Foro Rogelio Luévano de la Casa del Teatro (Vallarta 31, Plaza de la Conchita, Coyoacán), los jueves a las 20:30, del 4 de mayo al 29 de junio./Cortesía de la producción.
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