La economía de la edición
El libro de texto único coarta la libertad de los maestros y es un perjuicio a la industria editorial, explica el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana en esta entrega
POR HUGO SETZER
Me llama la atención siempre que escucho críticas acerca de que las editoriales ganamos dinero por medio de la actividad que realizamos. A pesar de que brindamos un servicio de un altísimo valor para la sociedad, con frecuencia se denuesta a quienes “lucran con la educación y la cultura”, como si fuera un delito dedicarse a ofrecer productos y servicios educativos y culturales.
Por otro lado, hay también opiniones en el sentido de que el gobierno debería regalar los libros, en lugar de que los produzca y comercialice la industria editorial.
Analicemos estas aseveraciones y, para ir de lo general a lo particular, comencemos por preguntarnos acerca de las tareas del gobierno. ¿Debería el gobierno fabricar productos y ofrecer servicios? Los únicos sistemas en los que el gobierno acapara estas funciones han sido las economías centralmente planificadas o comunistas, como la extinta Unión Soviética, con resultados catastróficos, que están a la vista de todos.
Una de las muchas consecuencias negativas de estos sistemas, es que los ciudadanos viven sin libertad, y deben resignarse a tener productos y servicios malos y escasos. En la antigua República Democrática Alemana, dominada por la URSS hasta la caída del muro de Berlín en 1989, había un solo tipo de auto, producido por una empresa paraestatal (como lo eran todas). El Trabant (le invito a googlearlo), era un automóvil feo y mal diseñado, mínimamente funcional, por el que había que hacer una lista de espera que podía durar hasta trece años.
Una de las razones por las que este modelo no funciona es porque el gobierno es muy mal administrador de empresas. Por ejemplo, Carlos Elizondo Mayer-Serra analizó hace unos días la situación de Pemex, nuestra empresa paraestatal por excelencia. Resulta que, en un entorno en el que las petroleras del mundo se han hinchado de dinero desde la invasión de Rusia a Ucrania, Pemex Transformación Industrial ha perdido, en lo que va del sexenio, la friolera de 772 mil millones de pesos.
Por otro lado, ¿cuáles sí deben ser las tareas de un gobierno? La más importante, y en la que en México fallamos notablemente, es garantizar la seguridad física y jurídica de sus ciudadanos. También está el sentar las bases y crear un clima propicio para que los individuos se desarrollen en libertad.
Para ello es importante garantizar servicios de educación y de salud para todos los ciudadanos. Nadie debería quedarse sin educación básica o sin acceso a servicios de salud debido a su condición económica.
En estos rubos tampoco vamos bien. En los resultados de la prueba internacional PISA, nuestros alumnos califican muy por debajo del promedio de los países de la OCDE. En salud, un reciente estudio de México Evalúa señala que el número de personas sin servicios de salud pasó de 20 a 50 millones de 2018 a la fecha.
Ya analizamos que no es tarea del gobierno administrar empresas, porque lo hace mal. Pero, ¿debería el gobierno ofrecer productos y servicios de manera gratuita a sus ciudadanos?
La primera consideración a tomar en cuenta es que ningún gobierno, en ningún país del mundo, tiene dinero propio. El gobierno administra nuestro dinero, que le entregamos a través de los impuestos. Por ello hay que tener cuidado cada vez que un gobierno, no importa de qué color, ofrece “regalarnos” algo. No es ninguna dádiva u obsequio, pues es financiado con nuestro dinero.
El célebre economista norteamericano Milton Friedman decía que no hay tal cosa como un “almuerzo gratuito” Siempre hay alguien que paga el costo y, en el caso del gobierno, somos los ciudadanos.
Ya entrando en el terreno específico de los libros, ¿debería el gobierno producir y ofrecer libros de manera gratuita? Para ir por partes, en primer término, en el caso de los libros de texto para la educación básica, sin duda sí gratuitos, pero no producidos por el gobierno.
La Cámara Nacional de la Industria Editorial se ha manifestado siempre a favor de la gratuidad de los libros de texto, pues es importante que ningún niño se quede sin escuela y sin libros para estudiar. Al mismo tiempo, hemos señalado que el libro de texto único tiene consecuencias negativas, por lo cual no se usa en prácticamente ningún país del mundo. Ni en China, que ha permitido una cierta libertad de mercado, a pesar de declararse abiertamente comunista.
El libro de texto único coarta la libertad de los maestros para elegir el libro de texto que mejor se adapte a su forma de enseñar. Por ello los editores producimos recursos didácticos con diversos enfoques pedagógicos. El programa de adquisición de libros para secundaria que funcionó por 25 años, hasta 2022, fue tan exitoso y reconocido a nivel internacional.
En un contexto más amplio, ¿debería el gobierno regalar libros, en general? Hay quienes se quejan del precio de los libros. ¿No sería entonces una solución que el gobierno los produzca y los entregue de manera gratuita?
No hay que darle muchas vueltas para adivinar que esto implicaría el fin de la libertad de expresión y de publicación, porque ningún gobierno publicaría textos adversos a su gestión. Tampoco publicaría libros con los que no esté de acuerdo.
Hace años, en una conversación con un funcionario en torno a una feria del libro, éste nos decía a los representantes de la Cámara de la Industria Editorial que no fuéramos a llevar libros malos, como los libros de autoayuda (¿qué no lo son todos?). Rechazamos la censura, pero nos podemos imaginar qué pasaría si el gobierno, cualquier gobierno, tuviese la responsabilidad de la publicación de todos los libros. Como en los regímenes autoritarios, en los que existe un solo periódico, controlado por el mismo gobierno, en el que las únicas noticias son las que le favorecen al dictador.
En todo el mundo, la economía de mercado y el derecho de autor es lo que ha permitido una producción literaria, educativa y cultural sin precedente. No lo echemos a perder.
FOTO: La Secretaría de Educación Pública presentó los libros de textos de nivel básico, los cuales han recibido cuestionamientos por sus métodos y por el desarrollo de los contenidos. Crédito de imagen: Archivo El Universal
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