La escritura y el deseo
POR ALEJANDRO ZENKER
Editor y fotógrafo; @alejandrozenker
No había cumplido aún los quince cuando me acerqué a Gustavo Sainz, que había lanzado la revista Caballero, para ofrecerle mis servicios. Me bateó gacho. Terco, dirigí mis pasos hacia el hermoso edificio en que Gustavo Alatriste dirigía Sucesos para Todos. Me abrió las puertas y comencé a escribir… sobre sexo.
Y es que viví una infancia erotizada. Crecí en el taller de encuadernación de mi padre, en la colonia Roma. En medio de infinidad de experiencias sexuales, recuerdo cuando un abogado le mandó encuadernar su colección completa de Playboy. Mis amigos acudieron a mi llamado y organizamos un gran happening masturbatorio que dejó más de un tomo pegoteado. Tratamos de limpiar nuestros desatinos, pero no lo logramos. Supongo que el abogado confundió sus residuos con los nuestros y no hubo reclamo alguno. El destino estaba marcado.
Años después ingresé a la clase de fotografía en el Colegio Alemán, impartida por mi profesor de matemáticas, Otto Dölle, quien me vendió mi primera cámara. A mis catorce años hice mis pininos enfilando mi lente hacia todo lo que veía. Minifaldas había de sobra, pero no desnudos. Estos aparecieron ante mi cámara hasta finales del milenio, cuando impulsé la Agenda Erótica Femenina de Ediciones del Ermitaño. Decidí entonces especializarme.
Pronto confluyeron varias circunstancias: me apasionaba fotografiar el cuerpo femenino desnudo, era editor, conocía a escritores y tenía dos bellas, talentosas y perversas colaboradoras. Una era mi asistente; la otra, mi modelo. Pronto nos convertimos en cómplices en las sesiones de fotos, y también en amigos y colaboradores en busca de proyectos creativos. Mi asistente, por otro lado, tenía una enorme capacidad de vinculación y de persuasión que resultaron muy útiles. Formamos un trío que llevó a cabo lo que luego se llamaría “La Escritura y el Deseo”, un proyecto orientado a crear una enciclopedia gráfica de los erotómanos mexicanos.
Sin embargo, desde la primera sesión se marcó un camino distinto al imaginado. Juan García Ponce se apuntó; postrado en su silla de ruedas aún deseaba revivir glorias pasadas. Lejos de ser un simple ejercicio de retrato, se convirtió en un complejo happening en el que, con muchas dificultades, buscaba el encuadre que diera luz a lo que imaginaba. Allí, en casa de Juan, nació el concepto. Me propuse trabajar, a partir de ese momento, en un estudio y no en la casa del prospecto. Deseaba dominar las circunstancias y no verme sometido a ellas.
En 1994 había incorporado a nuestro quehacer editorial la tecnología de impresión digital. Por esas fechas comenzaron a aparecer también las primeras cámaras digitales y decidí explorar ambos continentes. Además, como editor erotómano, nada mejor que idear una colección de literatura erótica. Y voilà… Minimalia Erótica había nacido en Ediciones del Ermitaño.
Seguimos con las sesiones. Pensé que retratar a un escritor acompañado de una mujer desnuda no debería ser tan difícil, pues pocos son los que no abordan el erotismo en su obra. Menos aún los que uno supondría que rechazarían tener en sus brazos a una hermosa mujer desnuda tratándose de un proyecto artístico. Pero hay muchos hipócritas, por lo que todavía me sorprende la cantidad de escritores que aceptó el reto: 80 hasta la fecha. Más hubieran sido de haberme consagrado de lleno a eso, pero le dedico a la fotografía los tiempos que le robo a mi labor editora. Cada sesión implica horas de trabajo; revisar, calificar y “revelar” las fotos (aun siendo digitales), es lo que más tiempo toma.
Generalmente iniciamos con una conversación y unas copas de vino para romper el hielo. El autor debe conocer a la modelo, por lo que esa presentación es vital. Intento vincularlos en otro plano. El escritor (o la escritora, pues son muchas las que he retratado) deben sentirse transportados a un plano onírico. Están en un sueño. De allí los semblantes serios, ausentes, de los involucrados.
Años atrás realicé sesiones con escritores de Puebla, invitado por Profética. Fue apasionante porque por primera vez lo hice con apoyo de terceros. Poco después, recibí la invitación de la Universidad de Guadalajara en Lagos de Moreno (CuLagos) que dio lugar al libro La escritura y el deseo en Jalisco, con veinte autores (algunos editores) de esas latitudes y que daría para escribir todo un tratado. Hubiera deseado replicarlo en cada estado de la República. Quizás en el futuro se pueda.
Creo que el proyecto tiene muchas virtudes pese a las críticas que le llueven y no deja de causar ámpulas. Por lo mismo, las anécdotas no tienen fin. He recibido mensajes, correos y llamadas de algunos que participaron y desearían borrar esos episodios de su memoria y, sobre todo, de las publicaciones y de las redes, como el hijo de un famoso poeta que despotrica por el retrato de su padre, ya fallecido, en que abraza a una joven desnuda, o modelos que trabajaron conmigo durante años, que firmaron contratos, recibieron remuneración, y hoy reniegan de su pasado (entre ellas una que hace su maestría en una escuela de monjas), o la amiga de un escritor que reconoció el ejercicio, pero lamentó que estuviera en manos de tan mal fotógrafo.
Mi afición a la fotografía erótica me ha costado, al menos, romper con dos parejas, pero no me arrepiento. ¿Quién lo haría? Al menos no desde este lado de la cámara. Sin embargo, los protagonistas se ven exhibidos a posteriori. Vivimos en una sociedad gazmoña y mojigata. Hoy eres modelo, mañana académica. Hoy te sientes a toda madre, mañana te avergüenzas. ¡Qué pedo!
“La escritura y el deseo” es un proyecto que nació con el milenio, ha producido más de veinte títulos de la colección Minimalia Erótica y tiene un acervo de decenas de miles de fotografías de más de ochenta escritores. Ya son infinidad de exposiciones las que se han realizado, y otras tantas las que están en puerta. No obstante, creo que aún hay mucha tela de dónde cortar y varias páginas sobre este proyecto que habrán de ser escritas.
*FOTO: Minimalia Erótica ha reunido a la fecha 80 escritores.En la imagen, el poeta Alí Chumacero posa con una modelo para la portada de su libro en esta colección./Especial
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