La Escuela Nacional de Jurisprudencia y El Universal. “El concurso nacional de ensayo de gobierno constitucional” (1924-1925)
Presentamos una selección de las ponencias que se dieron el 10 y 11 de octubre en el coloquio “EL UNIVERSAL 100 años. Memoria de México en la Hemeroteca Nacional”.
POR MOISÉS ORNELAS HERNÁNDEZ
UNAM-IISUE
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Antes de comenzar el análisis del “concurso nacional de ensayo de gobierno constitucional” tema del presente trabajo resulta imprescindible consignar algunos antecedentes a fin de ubicar el origen de la temprana relación que el periódico El Universal forjó con la Universidad Nacional y, de modo particular, con la Escuela Nacional de Jurisprudencia. En efecto, la aparición de este diario de gran tiraje en 1916 fue visto como una excelente posibilidad para difundir el trabajo intelectual de los universitarios. El primero que lo avizoró fue el maestro Antonio Caso que solicitó a sus estudiantes trabajos escritos en lugar de examinarlos oralmente, consciente de que su publicación tendría un público mayor que las conferencias; pues, recordemos, que en septiembre de ese año dos alumnos suyos Antonio Castro Leal y Alberto Vásquez del Mercado impulsaron la fundación de la Sociedad de Conferencias y Conciertos para preservar y mejorar la obra del Ateneo.
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El acta constitutiva la firmaron además Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Alfonso Caso y Jesús Moreno Vaca que serían bautizados como “los Siete Sabios.” (Obra del estudiante Aquilino Rama) El Universal publicó, al final de los cursos de 1917, los trabajos de Caso, Lombardo Toledano y Teófilo Olea y Leyva sobre “El desinterés en el arte,” “El esteticismo y su crítica” y El progreso del arte, respectivamente. A partir de este momento “los Sabios” que cursaban el cuarto año de la carrera y ante los embates del gobierno de Carranza que buscó separar el Departamento Universitario de la Secretaría de Instrucción Pública y ENP de la Universidad salieron a la defensa de la unidad universitaria y la autonomía. Los más activos fueron Gómez Morin y Lombardo Toledano que organizaron una manifestación hasta las puertas del diario El Universal en protesta por las acciones anti universitarias llegando a exigir la plena autonomía de la Universidad del Estado.
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En tal sentido, El Universal publicó en sus páginas del primero: “La misión de la Universidad,” subrayando su triple función de hacer ciencia, enseñarla y formar hombres que se truncaría si la Universidad era mutilada y otro trabajo suyo: “Debe la Escuela Preparatoria pertenecer a la Universidad,” que era un discurso que leyó en la Cámara de Diputados, ahí defendió a la Preparatoria de las tesis invocadas contra ella acerca de su carácter elitista, e insistió que la Universidad debía recibir del Estado recursos y ser libre en su gobierno interior, pues era una verdad constitucional y meta ideal de la instrucción pública superior. Por desgracia el Congreso votó en contra del proyecto de autonomía.
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Era evidente que la paulatina incursión de estos jóvenes intelectuales en los asuntos públicos, les dejó en claro que la distancia entre ellos y el poder era mínima. Los estudiantes eran una voz pública en la capital desde el momento en que El Universal reservó un espacio de opinión en la Página Universitaria semanal que dirigió Alberto Vásquez del Mercado por más de un año.
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Vale apuntar que Gómez Morín y Lombardo Toledano asistieron en 1917 a la jura de la Constitución como representantes de la Escuela de Jurisprudencia y percibieron que la Revolución incursionaba de la violencia al terreno ideológico que era el suyo e hicieron propio el reclamo de participación política; imperó así, ” el queremos ser.” En años sucesivos la Universidad consolidaría su presencia en las páginas del periódico gracias al apoyo de Miguel Lanz Duret, que llegó a la dirección en los veinte e incrementó los espacios a la institución, con el propósito de generar opinión en la juventud estudiosa a fin de actuar como contrapeso ante los abusos del grupo político en el poder y hacer prevalecer las leyes. (Sería en su gestión que se concretaría un vínculo más directo con el programa de la Universidad 1926.)
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El concurso nacional de ensayo de “Gobierno Constitucional”
El 8 de agosto de 1925, El Universal, convocó a un Concurso Nacional de Ensayo que tendría como tema central el “Gobierno Constitucional.” El anuncio, de suyo interesante, abre la posibilidad de varios análisis, pues si bien el objetivo del concurso era incentivar el estudio jurídico del gobierno representativo constitucional, subrayando las virtudes sociales del orden y la ley, tuvo implicaciones diversas. En primer lugar, encontramos que la convocatoria se dirigió a los estudiantes de escuelas preparatorias y profesionales, públicas y privadas del país. Aunque se restringió la inscripción a alumnos de 21 años y no mayores de 25, que debían recibir la autorización del director de su plantel. Vale apuntar que a pesar de la amplia convocatoria, la mayoría de los estudiantes que participaron eran de la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional. El siguiente punto que llama la atención es que la competencia recibió el patrocinio del diario Los Angeles Times, con el propósito implícito, de acuerdo con los organizadores, de fortalecer los lazos de amistad de México y los Estados Unidos.
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Los ganadores recibirían atractivos premios tanto en efectivo como académicos; por ejemplo, un viaje a los Estados Unidos y la respectiva publicación de los ensayos. Durante su estancia en el vecino país del norte, los estudiantes mexicanos serían recibidos como huéspedes de honor en San Antonio, Texas, y dictarían además conferencias ante distintas organizaciones civiles y participarían en programas de radio en estaciones de Los Ángeles. Las actividades se realizarían en el marco de la “Semana de México” que tendría lugar los últimos días de septiembre de 1925, organizada por el reconocido educador el doctor Glen Levin Swiggett.
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Cabe señalar, en esta aproximación preliminar al citado concurso, que una figura central en este acercamiento entre ambas naciones era el empresario californiano Harry Chandler, que fungía a la sazón como director y editor de Los Angeles Times, y era propietario de varias estaciones de radio en Los Ángeles. Un certamen de esta índole fue organizado con éxito por el propio Chandler, en 1923, en las escuelas de la región meridional de California y registró una alta participación de estudiantes de segunda enseñanza, que rebasó los 23 mil inscritos. En el concurso que nos ocupa, los ensayos giraron en torno al gobierno representativo con base en el estudio de las constituciones inglesa, norteamericana y la mexicana. El interés por el tema, señaló el periódico, aumentó a raíz de que el gobierno norteamericano patrocinó, en 1924, el Primer Concurso Nacional de Oratoria –que no era más que una réplica del que Chandler organizaba en Los Ángeles– cuyo atractivo mayor era que los finalistas competían en determinado momento ante el presidente, el secretario de Estado y jueces de Tribunales.
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El Universal buscó realizarlo en la Ciudad de México y después de insistir logró el apoyo de altos funcionarios del gobierno mexicano e instituciones educativas, alentados por el patrocinio de Chandler. En un primer momento se pensó llevarlo a cabo a principios de mayo pero finalmente se impuso septiembre como el más indicado, por el festejo de las fiestas patrias.
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Desde su planeación el rector de la Universidad, Alfonso Pruneda, brindó a través de la Escuela Nacional de Jurisprudencia un apoyo irrestricto al concurso, en virtud del papel protagónico que el plantel universitario desempeñaba en la enseñanza del derecho. Era además una buena oportunidad para disertar sobre un tema que seguía despertando interés y polémica entre profesores y estudiantes de Jurisprudencia, ante una realidad política y social que registró cambios significativos a raíz de la promulgación de la Carta de 1917.
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El interés de El Universal por promocionar el concurso no era gratuito, pues al menos en apariencia tenía una explicación que se desprendía de la presencia del licenciado Miguel Lanz Duret en la dirección del periódico. Este era un conocido profesor de derecho constitucional que venía otorgando, desde tiempo atrás, espacios periodísticos de significación a las actividades de la Universidad y, de modo particular, a la vida escolar y cotidiana de la Escuela de Jurisprudencia. El ahora director del diario capitalino era campechano de nacimiento y llegó a la señalada escuela universitaria en compañía de su hermano Ramón, después de cursar ambos el primer año de la carrera de Derecho en el Instituto Científico y Literario de Campeche. Terminó con altas calificaciones los estudios profesionales y se graduó de abogado, el 9 de febrero de 1903, ante profesores de la talla de Joaquín Eguía Lis, Pedro Azcué, Víctor Manuel Castillo, Luis G. Labastida y Rodolfo Reyes.
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Con este antecedente, no fue sorpresivo que, el 8 de agosto de 1925, el periódico anunciara que el jurado del concurso estaría integrado por destacados profesores de la Escuela de Jurisprudencia: Manuel Herrera y Lasso, Luis Sánchez Pontón, Alfonso Teja Zabre, Alejandro Quijano y Manuel Gómez Morín. La lista, sin duda, ilustraba los nuevos tiempos que vivía el plantel al conjugar experiencia y juventud, pues a las cátedras de Jurisprudencia llegaron por méritos propios destacados alumnos de una pujante generación de abogados que, a la vuelta de los años, comenzaban a relevar a sus viejos profesores, como era el caso de Gómez Morín y Alejandro Quijano que, por esos años, incluso ocuparon la dirección de la Escuela.
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Al cierre de la convocatoria, el jurado recibió un número considerable de trabajos que revisó con detenimiento quedando fuera necesariamente aquellos que resultaron faltos de rigor académico. En suma, fueron veintinueve los textos finalistas que, a decir de los revisores, estaban lejos de la perfección, sin embargo, estudiaban el gobierno constitucional bajo un interesante abordaje que conjugaba la perspectiva histórica, política y sociológica. Entre sus méritos se contaba la profundidad de análisis lograda con base en el manejo e interpretación de las ideas de autores clásicos en el tema, producto de sus lecturas individuales durante los cursos de Jurisprudencia; asimismo, quedaba patente en sus reflexiones el peso de las enseñanzas de sus maestros sobre el gobierno representativo.
El 1º de septiembre de 1925, El Universal hizo público los resultados del certamen y aprovechó para aplaudir el esfuerzo periodístico de ambos diarios, subrayando, sin mayor preámbulo, el significado cultural del concurso como lazo de unión de la intelectualidad de las dos democracias de Norteamérica. Todos los premiados eran estudiantes de la Escuela de Jurisprudencia, aunque el periódico señaló que sólo uno de ellos participó como integrante de la Barra Mexicana de Abogados. En efecto, el jurado otorgó los cuatro primeros lugares a los trabajos que consideró con mayores méritos; aunque dada la calidad y el monto que recibirían como premio, declaró desierto el quinto galardón, pues determinó un empate en el cuarto sitio. Así pues, ganó el primer lugar Antonio Martínez Báez; el segundo, Ramón Beteta Quintana; el tercero, Vicente González y González, el cuarto lugar correspondió a los alumnos Antonio Pérez Verdía y José de Jesús Castorena.
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Ecos del triunfo de los estudiantes de Jurisprudencia
El 2 de septiembre de 1925, los estudiantes de Jurisprudencia conocieron la noticia del triunfo de sus compañeros en el certamen de Derecho Constitucional, y, como era previsible, pararon clase, dirigieron discursos y organizaron un programa de festejos. Ese día a la entrada de la escuela se leía:
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“Por orden de la inferioridad,” se suspendieron las clases, apoyándose esta determinación en un “acuerdo tácito de la superioridad” así rezaba en el pizarrón de la escuela.
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La Sociedad de Estudiantes en sesión magna celebrada en los pasillos de la escuela eligió un comité encargado de organizar los festejos, el cual quedó integrado por Ernesto Cortina Gutiérrez, Fernando Ibarrola, Daniel Franco López, Fernando Capdeville y Luis Grahan García. El principal sería una ceremonia de premiación que tendría lugar, el día 15 de septiembre, en el Anfiteatro de la Nacional Preparatoria, en la que los ganadores podrían disertar sobre sus trabajos y recibirían un diploma de reconocimiento. El programa también incluyó un banquete en céntrico restaurante, además de una velada en la que se despediría a los estudiantes que saldrían para los Estados Unidos y una manifestación estudiantil.
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Por su parte, en la ciudad de Los Ángeles, al conocerse los nombres de los vencedores, la Cámara de Comercio y el alcalde enviaron a las Secretarías de Relaciones Exteriores y de Educación Pública, un mensaje de beneplácito por el éxito del concurso. Asimismo, se anunció el programa de actividades y la recepción que tendrían los estudiantes en El Paso, Texas, a donde llegarían el 20 de septiembre y serían recibidos por organizaciones estudiantiles que ofrecerían una comida y un paseo en automóvil por los alrededores a la usanza americana. Por la noche disertarían sobre sus ensayos ante integrantes de diversas asociaciones; partirían después, a Los Ángeles.
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Vale señalar que por esos mismos días, el director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia Julio Guerrero hizo público el cómputo final de la elección estudiantil para designar a dos alumnos que serían propuestos a la rectoría para recibir las becas que el gobierno español ofrecía a estudiantes mexicanos. Todo ello a fin de completar sus estudios de derecho en la Universidad Central de Madrid; los elegidos fueron Ignacio S. Domínguez1 y Eduardo Perera Castillo. La seguridad que prevalecía de que la rectoría secundaría la designación de las becas, sumada al logro obtenido en el concurso de derecho constitucional, eran signos para que la escuela hiciera un balance positivo de sus logros académicos.
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Como estaba previsto por los organizadores, la ceremonia de premiación del concurso jurídico se celebró el 15 de septiembre de 1925, en el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. La presidió el rector Alfonso Pruneda que estuvo acompañado de Miguel Lanz Duret y José Gómez Ugarte, director y gerente del periódico El Universal, Arthur Shoenfeld, representante de la embajada de los Estados Unidos en México, y Julio Guerrero, director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. El licenciado Alfonso Teja Zabre hizo uso de la palabra, como vocero del diario capitalino, y destacó el papel de los claustros universitarios y la prensa libre, subrayando, claro está, el acercamiento con Los Angeles Times. Aprovechó la oportunidad para subrayar los vínculos históricos de México y California; por ejemplo, mencionó el padrinazgo académico de la Universidad de Berkeley a la Universidad Nacional, en 1910. Aplaudió la profundidad de los trabajos que hicieron un esfuerzo por explicar los problemas constitucionales de México quedando patente el lento proceso de consolidación producto de los obstáculos históricos.
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En representación de los alumnos de la Escuela Nacional de Jurisprudencia tomó la palabra el pasante de derecho Jesús Valenzuela Rodríguez, que hizo una apología de su escuela subrayando su tradición educativa que enlazó con un reconocimiento público a los ganadores del concurso. Por su parte, el rector Alfonso Pruneda, entregó los premios a los ganadores encomiando el logro obtenido; asimismo, hizo lo propio con el diploma que el periódico otorgó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia que recibió el director Julio Guerrero que prometió colocarla en una placa conmemorativa de la escuela.
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Por su parte, Ramón Beteta Quintana habló en nombre de los alumnos y señaló que el premio no era un logro individual sino el resultado de un generoso reconocimiento, a lo que definió era una intelectualidad de vanguardia. En tal sentido, destacó las virtudes de la nueva generación de estudiantes de Jurisprudencia –a la cual pertenecía–, ante los cambios sociales, colocando una distancia política con aquéllos que habían desvirtuado su papel defendiendo intereses de clase. Señaló que en su generación privaba un pensamiento práctico que buscaba llegar a la unidad de grupo, para afrontar y corregir los errores sociales y políticos que tenía el país. En este tono, ubicó la intención de los ensayos:
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Nuestros trabajos han sido de crítica desinteresada de inspección minuciosa bajo la lupa del interés científico, para llegar a cristalizar, los supremos ideales en mejoramiento económico y espiritual del hombre y del país como patria, anegados siempre a la realidad del instante, sin abandonar el seno ubérrimo de la Tierra.
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Después de su participación, terminó el acto protocolario dando paso propiamente a la velada musical en la que participaron destacados músicos del Conservatorio Nacional. Cabe apuntar que antes de salir a los Estados Unidos el rector Alfonso Pruneda se reunió con los estudiantes en un restaurante de San Ángel, al que asistieron además de los ganadores del concurso, Julio Guerrero, director de Jurisprudencia, y Manuel Yánez, presidente de la Sociedad de Alumnos. Al día siguiente salieron rumbo a Los Ángeles en compañía del redactor del periódico Antonio Vargas, el caricaturista Miguel Covarrubias y el compositor Ignacio Fernández Esperón, Tata Nacho. A su paso por Querétaro convivieron con estudiantes y diferentes grupos de intelectuales y de comercio que se unieron a la bienvenida.
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Los estudiantes mexicanos, finalmente, llegaron a la ciudad de Los Ángeles y comenzaron a cumplir con cada una de las actividades programadas por los organizadores en la “Semana de México.” Una de ella fue la que realizó Ramón Beteta Quintana, el 29 de septiembre de 1925, frente a un auditorio con más de mil personas que, en opinión del reportero de El Universal, fue con mucho su mejor disertación que giró en torno a la pregunta: ¿Cómo deberíamos aprender a gobernar los pueblos? El discurso se transmitió en vivo por una de las estaciones de radio que tenía Harry Chandler, dueño de Los Angeles Times. Por su parte, los estudiantes Vicente González, Antonio Martínez Báez y José de Jesús Castorena hicieron lo propio ante organizaciones de obreros mexicanos; en estas actividades contaron con la presencia del compositor Tata Nacho.
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Conclusión
El Concurso Nacional de Ensayo de Gobierno Constitucional patrocinado por El Universal sin duda significó un primer ejercicio serio de una empresa cultural mayor que El Gran Diario de México bajo la dirección de Miguel Lanz Duret decidió desarrollar de manera permanente. A fin de generar una opinión crítica entre la juventud estudiantil de México y, como lo advertimos, propiciar un contrapeso a los excesos de los gobernantes que burlaban la ley y, por tanto, los principios de un gobierno representativo constitucional. Había, pues, que forjar una masa crítica en los planteles educativos del país para hacerles frente.
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Aunque habría que agregar que esta empresa cultural promovida por El Universal junto a otros diarios extranjeros se consolidaría con la organización del Concurso Nacional de Oratoria que convocó el periódico el 8 de marzo de 1926 y que formaría parte del Concurso Internacional de Oratoria. Así, no fue gratuito que en su primera convocatoria eligiera debatir en la disertación de los concursantes temas como son: las Constituciones como exponentes de la voluntad de los pueblos y las tendencias de la nueva generación hacia reformas del sistema gubernativo.
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El Concurso de Oratoria gozó de una amplia recepción y las páginas de El Universal dieron una cobertura completísima hasta convertirlo en uno de los más esperados entre la juventud de los planteles educativos del país. Baste recordar que aun sigue vigente. Sería largo enumerar las figuras que ganaron dicho concurso en México el primero fue José Muñoz Cota, estudiante de la ENP que obtuvo en la versión internacional el segundo lugar en el concurso celebrado en Washington y más adelante lo ganarían gentes como Porfirio Muñoz Ledo y Beatriz Paredes.
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1 A quien sus compañeros apodaban Periscopio.
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