La Garanča, crítica de su presentación en México

Mar 11 • destacamos, Miradas, Música, principales • 2102 Views • No hay comentarios en La Garanča, crítica de su presentación en México

 

La mezzosoprano ratifica su supremacía artística cuyo prodigioso fraseo en el Teatro de la Ciudad de Monterrey le propició los vítores de una audiencia en pie, una etiqueta que contrastó con su participación el Palacio de Bellas Artes, donde no fluyó su voz musical

 

POR LÁZARO AZAR
La supremacía de la mezzosoprano Elina Garanča en los escenarios actuales está fuera del menor atisbo de discusión. Su presentación el jueves 2 en el Blanquito —bueno, ahora más bien, el “empercudidito”— superó las expectativas de los melómanos que, ávidos de disfrutar la presencia de esta magna figura de la lírica internacional, agotaron el boletaje, nada barato, por cierto. Habiéndola escuchado protagonizar varias óperas en el Met y en diferentes galas (antes de pisar Bellas Artes, en México, ya había cantado en la Neza, en Torreón, Mérida, Álamos y Guadalajara), el programa anunciado, pleno de caramelitos y caballitos de batalla, no me pareció el más atractivo.

 

Por ello, cuando me enteré que tendría una segunda presentación en México, el domingo 5, con un programa más interesante, acepté la invitación para escucharla en el Teatro de la Ciudad de Monterrey, aún a riesgo de que no tenía muy buenas referencias de la orquesta que la acompañaría: “La Súper”, una agrupación surgida idealmente para fungir como escaparate de alumnos avanzados y graduados de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, pero que, dada la rotación de su plantilla, que suele incluir diferentes extras invitados y el no funcionar de manera regular, le ha ganado la fama de ser más “un bien intencionado intento”, que una realidad de resultados permanentemente confiables.

 

Como director artístico de La Súper, Abdiel Vázquez tuvo a su cargo la parte menos afortunada del programa. De entrada, por el toque pueblerino que le confirió el discurso que nos enjaretó. Una voz en off o un maestro de ceremonias habría sido más apropiado, ya que él es el menos indicado para ponderar, anticipadamente, las virtudes de su agrupación. ¿Sabrá que “elogio en boca propia es vituperio”? Lo cierto es que tras tan innecesaria homilía y de un tortuoso “pase de lista” que recordó los realizados por ese insufrible farsante que es Epigmenio Ibarra, flotaba la duda en torno a cuál era la necesidad de ponerse en entredicho y abaratar el evento.

 

Íntegramente dedicada a Brahms, la primera parte sufrió problemas técnicos y musicales. Los primeros, porque la sonorización de la sala distó de ser óptima: durante la Obertura Festival Académico, Op. 80, la cuerda sonó demasiado nasal —al grado de comprometer la afinación—, y el excesivo delay (“retraso” que se da cuando el sonido llega después de que la nota ha sido tocada) ensució varias entradas, haciéndolas sonar imprecisas. “Arpegiadas”. A la inmadurez o falta de pericia de Vázquez como director se sumó que la Rapsodia para contralto, coro masculino y orquesta, Op. 53 no es una obra con que la Garanča se sienta muy cómoda. Para su pleno lucimiento, esta partitura requiere de una voz más oscura y profunda que la que ella posee; en consecuencia, el resultado no fluyó.

 

Qué diferencia con lo que escuchamos durante la segunda mitad, y no por el hecho de que fuera más variada, sino por el rapport entre la mezzo y Constantine Orbelian, el experimentado director que la acompañó también en Bellas Artes. La confianza entre ambos era evidente y, desde los primeros compases de la Bacanal de la ópera Sansón y Dalila de Saint-Saëns, La Súper sonó, también, menos incierta y más vital. Vinieron dos arias de ópera, Mon coeur s’ouvre a ta voix (de la citada Sansón…) y Acerba voluttà, de Adriana Lecouvreur de Cilea, erróneamente traducida como “Voluptuosidad amarga” en el programa de mano. Lo que no fue ningún error es el prodigioso fraseo con que las recreó una Garanča que no escatimó sutilezas dinámicas.

 

El voltaje del concierto volvió a decaer durante la Danza ritual del fuego de Falla, que fungió como desdibujado interludio para que Elina tomara un respiro antes de volver al escenario con Lela, esa aterciopelada canción gallega de Rosendo Mato Hermida que dijo en el arreglo de Juan Durán, antes de volver a enardecer a la audiencia con la Canción de la paloma, de El barberillo de Lavapiés, la célebre zarzuela de Barbieri que antecedió las selecciones de la ópera Carmen que, para su interpretación, contaron con varios solistas del México Opera Studio y el Coro Nuevo León.

 

El festivo Preludio fue sucedido por la garbosa aparición de la Garanča convertida en este personaje del que ha hecho toda una creación. No exagero al afirmar que no hay una Carmen más bella y sensual que la suya. Su versión de la Habanera es un referente, y que después escucháramos en voz de Alejandro Paz las Coplas del Toreador fue una sorpresa tan grata como ver a Rafael Rojas alternar con la letona durante la Seguidilla y el dúo de Carmen con Don José. De ser Paz y Rojas quienes canten los roles de Escamillo y Don José durante las funciones de Carmen que ha programado el MOS para junio, habrá que volver a Monterrey para escucharlos.

 

Si a estas alturas del programa poco faltaba para que el público gritara “¡Oles!” cual si estuviéramos en La Maestranza, imagínense cómo se desbordaron los ánimos cuando, desenfadada, la Garanča se sentó a los pies del director, se arremangó el fabuloso vestido de plumas moradas (mismo con el que sale retratada en la portada de su CD “Live from Salzburg”) y mostró pierna, seduciéndonos hasta delirar con su interpretación de la Canción gitana que cerró “oficialmente” el programa, porque, el público, no estaba dispuesto a dejarla ir.

 

Ante los vítores de una audiencia que la ovacionaba de pie, Elina obsequió tres encores: las Carceleras, de la zarzuela Las hijas del Zebedeo de Chapí, Granada de Lara, y O mio babbino caro, de Puccini. Finalmente, el respetable podía marcharse satisfecho. Había experimentado el hechizo de una Diva en plenitud.

 

FOTO: Elina Garanča en su interpretación de la Canción gitana en el Teatro de la Ciudad de Monterrey. Crédito de foto: INBAL

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