La independencia intelectual de una mujer: entrevista con Rita Segato

Dic 30 • Conexiones, destacamos, principales • 2001 Views • No hay comentarios en La independencia intelectual de una mujer: entrevista con Rita Segato

 

La antropóloga comparte esa filosofía que la ha llevado a ser referente para los feminismos, basada en la crianza que recibió de su madre, quien la motivó a cuestionar su mundo

 

POR URIEL DE JESÚS SANTIAGO
Es mediodía. La presencia de la antropóloga Rita Segato (Buenos Aires, 1951) corre como un rumor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Le pido una entrevista mientras baja las escaleras rumbo a los laboratorios, tiene que hacerse una prueba de Covid-19 y aún está anunciada para otros dos foros, así que me cita por la tarde, cuando sus compromisos con la Universidad terminen.

 

Paso toda la jornada observándola, veo como sus conferencias se llenan una tras otra, y al séquito de estudiantes, en su mayoría mujeres, que escuchan las cátedras improvisadas que en cada oportunidad dicta en los pasillos. Segato es una de las voces más respetadas del feminismo en América Latina, reconocida por sus estudios de género en los pueblos originarios y su relación con el racismo y la colonialidad.

 

Alrededor de las seis de la tarde, finalmente nos sentamos frente a frente, ella bebe agua embotellada y carga una bolsa con los libros y cartas que su público le ha dado. “De repente creo que quien ha tenido la oportunidad de entender algo, tiene que exponerlo, es una obligación, un recibir y dar. Pero al hablar de exponerlo me refiero al debate, a probar si hay algún error en el modelo que uno construyó de comprensión de la realidad y, de alguna manera, la gente percibe esa actitud de devolución que yo he tenido siempre”.

 

Hace rato se queja de cansancio, pero la continúan abordando y usted no se niega, platica, firma libros, se toma fotos ¿Por qué?

 

Lo que pasa es que a largo de mi vida he tenido muchos años de bastante soledad y siento la obligación de explicarle al mundo lo que yo he entendido sobre la realidad, el racismo, el patriarcado, el tema del poder, del Estado y varias cuestiones que me han ocupado y de las cuales he escrito bastante como la religiosidad y la espiritualidad. Claro, para mí es agobiante. Pero es gratificante que la gente se pueda acercar y ver en mí ese sentido de visión docente.
¿Esa visión docente la desarrolló o ya nació con la idea de compartir?
Uy, por diversas razones familiares, soy una persona que nací con culpa (risas); siento la obligación de hacer feliz a algunas personas con quienes el mundo me vio nacer y ese sentido de obligación desde la infancia no lo corregí y también no quise corregirlo, aunque es absolutamente agotador. No sé si nací con ese sentido o las personas que me rodearon desde muy chiquita me lo colocaron.

 

***

Quien más impacto tuvo en la formación de Segato, fue su madre Elsa Friego, una mujer heterodoxa, feminista empírica y radical procedente de La Pampa, Argentina. “Mi madre no fue completamente rebelde, pero me hizo a mí rebelde, me hizo desobediente, me puso obligaciones y exigencias para no obedecer jamás, ni pedir consejo a un hombre, me decía que el único capital que no cambia de manos es el que tenemos en la cabeza. Era bien tremenda mi mamá, fue una gran influencia para mí, a veces bastante difícil, pero fue la persona que más quise”.

 

¿Su mamá la vio convertirse en Rita Segato?

 

No, pero en mi familia siempre hubo una percepción de que algo muy lindo iba a lograr. Contaba mi mamá que cuando a los tres años leí la etiqueta del vino, se desmayó del susto, porque a los tres años era un bebé y leí. Creyeron en mí y mi madre reforzó y promovió mucho de mi camino a la independencia intelectual como mujer, porque me decía siempre que si yo estudiase y me crease un camino de conocimiento, nadie me iba a poner un pie encima, nadie iba a poder dominarme, iba a tener autonomía.

 

Chavela Vargas por ejemplo, cantó a la fuerza de la mujer…

 

Ay, la amo, la amo.

 

¿Cuál es su canción favorita?

 

No me preguntes eso ahora que desde que tuve Covid, tengo olvidos. Pero vi el documental que le hicieron (a Chavela) y es maravilloso.

 

En ese documental ella dice que “las personas libres están destinadas a estar solas, porque nadie soporta la libertad ajena”. ¿Está de acuerdo con ello?

 

Ay, qué duro; pero sí, uno a veces es objeto de ataques de gente que no consigue entender que uno es un ser humano libre. Yo no busqué este destino, fue algo que jamás se me ocurrió; un artista, un performance o un actor sí buscan ese camino de fama, pero a mí ni se me ocurrió, nada más hice mi trabajo, siempre con un sentido de lo justo y lo que es injusto; mi escritura es una escritura contra los injustos. Entonces no creo estar sola.

 

***

Un perro husky que juega en las áreas verdes de la Universidad se acerca a nosostros e interrumpe la conversación. Rita lo acaricia y dice asombrada: “Es un perro impresionante, parece salido de un mito, es medio coyotito”. El cansancio en ella es evidente, bosteza y a ratos le cuesta articular las palabras; no obstante, me sigue mirando fijamente.

 

Para este encuentro he preparado mis preguntas, quise que hablaramos de feminismo, de decolonialidad y otros temas que atañen su trabajo, pero es imposible, todo el día ha recitado lo mismo en cada intervencion, así que seguimos platicando sin rumbo, en un viaje inutil y gozoso por los recuerdos y las palabras.

 

Segato creció en un ambiente muy particular, dividiéndose siempre entre sus afectos e intereses, entre el mundo occidental y la América profunda que la hizo despertar. En 1976, el inicio de la dictadura en Argentina la empujó al exilio, vivió por décadas fuera de su patria peregrinando entre continentes.

 

“Cuando vino el exilio en Argentina no había teléfono, ni internet, no había esa comunicación a distancia, pero hice todo un esfuerzo por mantenerme vinculada a mis amigas de la infancia: hasta hoy tengo amistades de más de 60 años. Construí todo el tiempo los vínculos, no los dejé partir; no me siento sola”.

 

¿Conservar estos vínculos es conservar las raíces?

 

Exacto. Mi próximo libro es un ensayo sobre qué es el arraigo en un mundo que vive cruzando fronteras todo el tiempo. Esa es mi pregunta y la pienso responder, busco un mundo en el que la gente sepa de dónde vino.

 

¿De dónde vino Rita Segato?

 

Es demasiado complicado. Tuve dos padres, mi papá legal que ame muchísimo y que me enseñó a leer a los tres años y mi papá biológico. Uno era italiano y el otro judío, por lo que mi infancia en Buenos Aires miraba del otro lado del Atlántico, a Europa. Pero existió otro personaje en el momento inicial de mi vida que fue el marido de la señora que me cuidaba, un hombre de la tierra, patagónico de La Pampa argentina que era un hombre amoroso, extremadamente bueno, yo sentía que él tenía otro tipo de humanidad. Aunque estos dos personajes europeos fueron buenos y hubo amor en esta familia de origen, yo sentía que ese hombre de tes morena tenía otra amorosidad; me enseñó a jugar el ajedrez y la primera palabra que dije fue patome, porque yo era muy chiquitita y le veía los pies muy grandes, porque los tehuelches son gente muy alta y de pies muy grandes. A partir de ahí todo el mundo pasó a llamarle patome. A ese señor yo le tengo un cariño inmenso.

 

***

La tarde comienza a caer en la Universidad, Rita Segato trae puestos unos botines de piel color café, un pantalón de mezclilla y una blusa verde de manta; un collar de Tilcara adorna su atuendo y acompasa su cabello gris corto en forma de rulos. Ella no se considera una pensadora sino una trabajadora de la palabra que labora de manera intuitiva para dar valor a lo que no tiene retórica de valor.

 

Nació en Buenos Aires en 1951, pasó su infancia y primera juventud como una porteña cuya vida se desarrollaba en el circuito de las ciudades. Al ingresar al Colegio Nacional de Buenos Aires, en 1970, su visión de la vida cambió. Hicieron un viaje escolar por el extremo noreste de Argentina, frontera con Bolivia y Chile, para conocer la provincia de Jujuy. “Cuando llegué a ese lugar dije hasta acá vengo yo, a la Argentina profunda. ¿Por qué me pasó eso? No lo sé, quizás tenía que ver con patome, pero supe que allí iría mi vida”.

 

El resto de su adolescencia continúo volviendo una vez al año a Tilcara, la ciudad principal de la provincia de Jujuy, donde décadas después Segato sentó su domicilio.

 

¿Qué siente de volver a habitar en esa ciudad de la que se enamoró de joven?

 

Un primer amor no solamente es a una persona, sino a un paisaje que ahora me recibe de vuelta. En Jujuy encontré también a mi gran primer amor que es un hombre de la tierra, cada vez que dice: “Porque ustedes los blancos”, yo le digo: “¿Cuál ustedes?”, y le agarro la barbita que él si tiene y la gente originaria, no. Para sacarle la vuelta le digo: “Vos sos un sarraceno, de esos sarracenos moros que estaban ya en España. ¡Porque España vino mestiza a America, no vino blanca!”.

 

¿Y él qué le dice?

 

Sabe que se lo digo en broma, pues para defenderme, ¿no?

 

Dijera Chavela Vargas, uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amo la vida…

 

Exacto, exacto. Y yo volví al mío.

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