La lluvia es un árbol pardo que decae…
POR ALEJANDRO SANDOVAL ÁVILA
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La lluvia es un árbol pardo que decae.
O tal vez un tufo que gira en la casa vacía:
intacto aliento de esta muerte.
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Un huérfano recoge en sus ojeras
el abrazo que ya no sucederá.
Pasa el ángelus más triste.
La plenitud que hubo en la madre extinta
es una bruma indiferente a las terrenas posesiones.
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Como si se tratase de Dios
el desamparado bebió en la fuente de la noche
////// arboleda en busca de su corazón
ahogo en el ahogo de sus ojos.
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La primera luz
lo encuentra cubierto de inmundicias
en una trampa abandonada al polvo del mundo
deshecho cósmico sin huella alguna.
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En algo
esto es diferente a los ángeles de su infancia.
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(Del libro: El paso de las bestias y las aguas, de próxima aparición en “Ediciones sin Nombre”.)
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ILUSTRACIÓN: “Melancolía I”, de Alberto Durero (1514)./Especial