La más bella película del Oscar
POR JORGE AYALA BLANCO
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En Carol (RU-EU, 2015), esplendoroso opus 6 del californiano de culto también TVserialista de 54 años Todd Haynes (Velvet Goldmine 98, Lejos del cielo 02 y la insólita biopic Mi historia sin mí 07 donde Bob Dylan era encarnado consecutivamente por 5 actores y una ya fascinante Cate Blanchett porque I’am Not There), con guión de Phyllis Nagy basado en la temprana novela El precio de la sal (52) de la narradora policiaca texana Patricia Hihgsmith (1921-75), la modesta joven dependiente de juguetería con aspiraciones de artista fotógrafa Therese Belivet (Rooney Mara mutable ultrasensible) evoca y revive, ahora cada quien en el auto que las separa tras ser interrumpidas por un intruso en una casa de té, la melancólica figura carismática y trastornante de su intempestiva amiga opulenta técnicamente divorciada Carol Aird (Blanchett sensible ultramutable), y las circunstancias esperanzadoras en que la conoció y comenzó a tratarla en tono de flechazo a primera vista, tanto como los objetos-signo (gorros rojos, guantes, trenecito, LPs de jazz) en los espacios lujuriosamente coloridos donde aprendió a amarla, por encima del torpe novio cácaro de la chava Richard (Jake Lacy) y por encima de las bochornosas escenitas de celos del patético marido rogón y padre de su hijita de custodia en disputa Harge (Kyle Chandler) durante una intromisión de fin de semana campestre en tono de cuadro familiar, por encima de un ostentoso contraste distanciante de mentalidades avanzadas y refinamientos culturales en tono de choque social, por encima de la necesidad de itinerar solas a lo largo de una fuga juntas a Chicago y a un pueblaco de Iowa sardónicamente llamado Waterloo en tono de road movie, por encima del husmeo de un simpático si bien siniestro detective privado al servicio del esposo virilmente herido Tucker (Cory Michael Smith) en tono de thriller psicológico, por encima de las rondas enigmáticas de la incondicional amiga examante aristocrática Abby (Sarah Paulsoni) en tono de suspenso puro, por encima de la desaparición desertora y el brutal abandono desgarrador durante el trayecto afectivo-sexual de mayor intensidad en tono de tragedia sentimental, por encima de la recuperación individual de Therese como fotógrafa de The New York Times y de la renuncia de Carol a la custodia de su hijita en tono de novela de crecimiento, y por encima de la difícil nueva cita de ambas en tono de semifantasía romántica, planteado como episodio culminante de un virtuosístico y único escamoteo magnífico.
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El escamoteo magnífico impone en varios niveles una estilización suntuosamente secreta que es ante todo visual, resaltando la desatada dirección de arte de Jesse Rosenthal y la ensimismada fotografía vanguardista de Edward Lachman, que se permiten todo tipo de manierismos deliberados, intercambios de miradas añorantes a través de los cristales llovidos, velos, frontgrounds desenfocados ya sean fijos o en movimiento, multiplicidad de mamparas y espacios fractales que conducen por corte directo o con efecto hacia otras fractalidades todavía más cerradas, contracampos de diálogos enfrentados a 180 grados con escorzo, o sabias valoraciones de leves roces inquietantes en hombros femeninos de antemano desasosegados.
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El escamoteo magnífico realiza asombrosos cambios de tono y de género (¿en la última instancia de la modernidad fílmica los géneros no son más que tonos?), sin modificar en lo mínimo la elegancia de su estilo, cual escamoteos y rodeos sucesivos y sorprendentes, como un señorial prodigio de reconversiones y metamorfosis incesantes de un mismo núcleo de factores temáticos, evitando en todo momento el gran drama solemne, recurriendo a lo que podrían parecer astucias narrativas menores o bajamente melodramáticos, tratadas como señuelos expresivos y emotivas formas hipercodificadas pero recodificables al infinito, ensartadas progresivamente en la trama, al modo de un fabuloso y global escamoteo sublime producido por la perturbadora presencia de ese amor sáfico que en el medio siglo XX aún no podía decir su nombre aunque se le reconociese y empezara a ser respetado como tal, para convertir al flechazo a primera vista en un encuentro romántico socavadoramente irónico o “girl meets girl” entre desconocidas por igual detonantes, al cuadro familiar en inmisericorde sátira contra el ridículo per se poder viril casi burlesco, al choque social en clásica diferencia de clase en lugares mágicos y adoptando actitudes análogamente con clase, a la road movie en itinerario de hoteles y coruscantes baladas de época sólo ingenua en apariencia, al thriller psicológico en sainete de rutinaria pistolita descubierta en el fondo de la maleta e insidioso private-eye hustoniano, al suspenso puro en pretexto malicioso estilo Hitchcock invertido para el conocimiento mutuo y autorreconocimiento de las propias posibilidades y necesidades asumibles, a la tragedia amorosa en una imparable cadena rupturista de separaciones siempre perentorias aunque parezcan definitivas (sintetizando a mil por hora La vida de Adèle de Kechiche 13 hasta con larga cogida gráfica), a la novela de crecimiento en tentador despojamiento de sí mismas (cual si arribismo criminal de El talentoso Mr. Ripley de Highsmith se hubiera partido entre las dos mujeres transgresoras), y a la semifantasía romántica en munificente asunción amorosa lésbica por encima de todo y de todos, cual si ambas féminas aceptaran tácitamente compartir además un mismo Pacto siniestro de Extraños en un tren (Hitchcock 51) para asesinar los escrúpulos de sus vidas pasadas.
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Y el escamoteo magnífico se estructura con base en un largo retorno al pasado que, al retomar el presente hacia el final, termina diciendo mucho más o lo contrario de lo que podría haberse supuesto, como un remate o póstumo escamoteo narrativo lúdico que juega hábil y soberanamente con las más altas expectativas intelectuales y emotivas del espectador, entregado a la pasión por esa sublime pasión.
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*FOTO: Protagonizada por Cate Blanchett, nominada al Oscar a Mejor Actriz, y por Rooney Mara, Carol, cuenta la historia de una pareja de enamoradas de la ciudad de Nueva York que reta las ataduras matrimoniales de los años 50/ Especial.
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