La punta del Iceberg: el CIDE una vez más

Jun 18 • destacamos, principales, Reflexiones • 12138 Views • No hay comentarios en La punta del Iceberg: el CIDE una vez más

 

El conflicto del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) es consecuencia del proyecto de la 4T para controlar la academia, la ciencia y la cultura en México desde el dominio ideológico. La asfixia a la libertad de investigación y cátedra por parte del Conacyt es clave para conseguir un objetivo que después podría aplicarse a otras instituciones

 

POR JEAN MEYER
Hace unas semanas, la directora del Conacyt, la Dra. María Elena Álvarez-Buylla, ofendió a la comunidad científica del Instituto Nacional de Ecología al nombrar como director a una persona rechazada por todos (como en el caso anterior del CIDE), pero alabada por ella: “Destaca en el campo de la investigación científica por su solidez, compromiso y honestidad, principios que rigen a la Cuarta Transformación”.

 

Lo que ha provocado hace unos días la renuncia del veterano investigador y profesor del CIDE, Ugo Pipitone, militante de la izquierda de verdad, es el daño que, día tras día, inflige su nueva dirección al CIDE. No hace más que cumplir con el programa que le encargaron, programa que anunció durante su breve y fallida campaña electoral, cuando se ganó la enemistad, primero de los estudiantes, luego de los trabajadores y profesores. No hay sorpresa, pues, pero todo lo que ha hecho en seis meses se asemeja a un desastre, resultado de una destrucción sistemática. Eso sí que es grave, porque afecta a cientos de personas y al futuro de la institución, de generaciones de estudiantes presentes y por venir.

 

Se trata de mucho más que el CIDE; el CIDE no es más que la punta del iceberg; se trata de una empresa sistemática de colonización ideológica, paso a paso, adentro de cada institución dependiente del Conacyt, con la vista puesta afuera del Conacyt, hacia las universidades públicas cuya autonomía se ve amenazada, un poco más cada día. ¿Estoy delirando? ¿Vuelto paranoico por lo que le pasa a mi CIDE? No. Ahí están los hechos, la agresión abierta y la labor de zapa contra todos los Centros Públicos de Investigación (CPI) dependientes del Conacyt, contra las universidades, empezando por las dos más importantes, la UNAM y la Universidad de Guadalajara. Ambas periódicamente agredidas por el presidente en sus eficientes mañaneras. Dice y machaca que la UNAM traicionó su vocación y se derechizó, “se cubrió de derechismo”, bajo una “burocracia dorada” y corrupta. Que “la mayoría de los maestros aplaudieron el régimen de corrupción, y estoy hablando de las ciencias sociales”. Y no menciono su último ataque contra los médicos en general y los de la UNAM en particular, porque la prensa cubrió ampliamente el tema.

 

¿Cuál es el pecado de la UNAM o de la Universidad de Guadalajara? “Lo que disgusta al presidente es la autonomía que ejerce la Universidad. Autonomía necesaria para que sea lo que debe ser: un espacio para la docencia, la investigación y la recreación de la cultura y las artes, en la que conviven corrientes de pensamiento y escuelas académicas diversas. Una institución no alineada a credo político alguno y mucho menos a una voluntad”. Estoy citando al universitario José Woldenberg (“¡Contra la UNAM!”, en El Universal del 24 de mayo). El CIDE tuvo el honor de ser denunciado varias veces, en los mismos términos insultantes, en varias mañaneras.

 

Los Centros Públicos de Investigación, las universidades públicas, aparecen como un botín codiciable que debe caer en manos de los que militan contra el pluralismo, la libertad de cátedra, investigación y crítica, a favor de un pensamiento único y oficial, y de un autoritarismo muy bien representado por personajes como la directora del Conacyt o el Dr. John Ackerman; ellos politizan la ciencia para ponerla al servicio del proyecto político de su partido. Ackerman ha dicho en voz alta que ellos deben apoderarse de la UNAM y que Rectoría será de Morena el año próximo. La Dra. María Elena Álvarez-Buylla impuso a José Antonio Romero en el CIDE, y nos encontramos ahora con el doctor John Ackerman en el CIDE, para ayudar a su gran amigo Romero.

 

La última movida de esos personajes ha sido la destitución de Grisel Salazar, la excelente coordinadora de nuestra, admirada por admirable, maestría de periodismo y políticas públicas. ¿Cuántas veces no ha dicho la directora del Conacyt que “no hay que caer en la politización”? Cuando nos defendimos, María Elena Álvarez-Buylla se rasgó las vestiduras: “El conflicto del CIDE ya se politizó”, haciendo eco a lo dicho por López Obrador. La operación para apoderarse de esa codiciada e influyente maestría es claramente política. Tan lo es, que la nueva coordinadora, nombrada por el doctor Romero, es una persona que pertenece al grupo (¿“Mafia”?) de John Ackerman, que participa en su Pograma Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad
(PUEDJS), notablemente financiado por el Conacyt. Ella tiene muy poca obra y los estudiantes de la UNAM le pusieron la calificación más baja. Eso sí, su pensamiento es políticamente correcto, denuncia el “activismo opositor de las corporaciones mediáticas”. Ella enseñará a los estudiantes porque no hay que criticar a un gobierno que es “la concatenación de importantes luchas y movimientos sociales.” ¿No me creen? Toda la información sobre Ruth Dávila está en Google. Ruth Dávila piensa bien, según Ackerman y Romero, mientras que Grisel Salazar se había puesto la soga al cuello al declarar que “los ataques a la prensa por parte del gobierno deben interpretarse como el preludio de la restricción a los derechos humanos”.

 

Para celebrar la conquista de la maestría de periodismo, John Ackerman y José Antonio Romero armaron un seminario intitulado “La nueva geopolítica de la democracia”, para presentar la alternativa: fascismo o “nuevas vías democráticas hacia la liberación humanitaria.” “No hay que caer en la politización”, como bien dijo la directora del Conacy. Curiosamente, el evento se hizo en el CIDE, pero hay que escuchar lo que dijo el doctor Romero: “Le damos las gracias al doctor Ackerman que prácticamente organizó todo y nos invitó a ser parte de ese gran evento”. Algún valiente pudo escribir, en El Universal, por cierto, que “John Ackerman ya tiene un brazo en el CIDE”. Tan es cierto que el bueno de John le dio a su vez las gracias al bueno de José Antonio cuya “gestión está arrancando con grandes bríos para abrir el abanico científico-social en el CIDE y en la UNAM”. Sí, sí, estimada lectora, estimado lector, ustedes leyeron bien: “En el CIDE y en la UNAM”. Lo que había que demostrar, quedó demostrado.

 

Mientras tanto, los estudiantes del CIDE siguen en lucha con valor e ingenio. Son ellos quienes nos obligan a resistir para defender “la educación digna y la ciencia libre.” No aceptan callar y obedecer, no aceptamos callar y obedecer. Denunciamos y denunciaremos el abandono de la ciencia y de la tecnología en México y “el asalto contra la razón” en la educación superior. No olvidamos, no olvidaremos a los estudiantes y colegas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, tampoco a los arqueólogos del INAH, una institución severamente dañada, una ciencia totalmente sacrificada por “los recortes drásticos que amenazan la existencia misma de la institución” (David Huerta, “El vestigio es el que manda”, El Universal, 2 de junio de 2022).

 

Los incansables estudiantes del CIDE marcharon, el sábado 4 de abril, desde Bellas Artes hasta el Palacio Nacional, para entregar un escrito al presidente de la república. Como era de esperarse, la entrega no se pudo realizar. Su pequeño pero respetable contingente fue acompañado por un despliegue equivalente de “ateneas” primero, de granaderos después. El asunto va para largo porque se enmarca en la problemática política nacional.

 

FOTO: Jean Meyer durante una manifestación del CIDE frente a las instalaciones del Conacyt, para exigir la salida de Romero Tellaeche/ Carlos Mejía/ EL UNIVERSAL

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