La reivindicación del español: reseña de “Nuestra lengua”, de David Noria

Mar 12 • Lecturas, Miradas • 1700 Views • No hay comentarios en La reivindicación del español: reseña de “Nuestra lengua”, de David Noria

 

Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español es una visión sobre el desarrollo de nuestro idioma, de la civilización hispánica y de la cultura que forjó al llegar a las tierras que después serían México

 

POR EDUARDO SALAZAR MÉNDEZ
Una revisión necesaria, un reencuentro largamente postergado con el idioma español al fin se realiza. En Nuestra lengua. Ensayo sobre la historia del español, David Noria dialoga con las múltiples facetas, culturas, procesos, influjos, documentos, estudios y personajes, tanto reales como ficticios, que han constituido al español. Y lo hace para entregarnos ese diálogo bien encarado a nosotros, los hablantes del español, con suma generosidad, conciencia, encanto, maestría y en forma de un precioso libro.

 

En principio, el libro es un poderoso detonante de nuestras propias reflexiones como miembros de una comunidad de hablantes, lectores y escritores del español y, asimismo, como seres en contacto y en un devenir humano con múltiples culturas y procesos políticos, económicos, sociales, comunicativos, bélicos y religiosos.

 

Se integra por once ensayos redondos y bien acabados, donde nada sobra, tan bien pulidos que cada uno por separado vale su lectura en oro.
Así, comenzamos con un par de capítulos introductorios. El primero dedicado a plantear la importancia del lenguaje para la comprensión de todas las esferas humanas y a explicar por qué “preguntas como ¿de dónde viene esa palabra? y ¿qué significa? han sido responsables en gran medida de la historia de la cultura”. El segundo, centrado en conocer el concepto de literatura en su justa dimensión.

 

Después, en los tres capítulos siguientes, el autor nos inicia en un viaje que comienza con el latín, el Imperio romano y su área de influencia, la Romania, a la par que nos introduce en la forma de pensar de la lingüística para mirar con atención y extraer conclusiones fundamentales como: “cada palabra tiene su propia historia que debe ser estudiada a partir de los testimonios, lo que salvaguarda el método científico y el rigor histórico, y debe presidir toda disquisición sobre la evolución de las palabras y las lenguas”; o bien “una lengua no tiene nunca un semblante único que con el tiempo vaya cambiando, sino que en un mismo momento histórico cada lengua tiene ya muchas variaciones…”; y, sobre la influencia del griego en el latín, nos dice: “será sobre el fondo lingüístico latino-helenizado, que emerjan las nuevas lenguas en el mediodía de Europa”.

 

Del capítulo séptimo al noveno, nuestro autor ofrece continuos puntos de reflexión sobre las múltiples causas que influyeron en la formación de las lenguas romances. Con una mirada abarcadora y muy precisa, conocemos los variados fenómenos (dinámicas de comportamiento social y procesos históricos y culturales) que afectan a las lenguas y que en ellas dejan huella.

 

Así, al concluir el recorrido que hacemos de la Hispania Románica e ilustrarnos su decaimiento nos hace preguntarnos: “El cambio acelerado del latín hacia el romance, ¿no se corresponderá precisamente con la inestabilidad pública de su sociedad?”. Tan fructíferas son las argumentaciones a lo largo de esta obra que nos llevan inevitablemente a pensarlas también como enseñanzas políticas y de psicología colectiva. Otro ejemplo es lo expuesto sobre la adopción que la cultura germánica, vencedora del Imperio, hizo de las formas de civilización latina: “Fundidos definitivamente después del violento choque, los germanos aprenderán las artes y la cultura mediterráneas, descollando entre sus maestros y aun convirtiéndose en sus garantes”.

 

A continuación la obra nos guía por la influencia árabe a través de su conquista desde Asia central hasta la Península Ibérica y el paralelo surgimiento del castellano; y después, por la expansión del español por la expulsión de los judíos, que llevó a los sefardíes a regiones de oriente y así es como se nos enseña sobre otras regiones donde habita el español: “En la actualidad nuestra lengua se sigue hablando en provincias tan insospechadas como Marruecos y Argelia, el Golfo de Guinea, las Filipinas, Tesalónica y Macedonia”.

 

Los últimos dos capítulos comprenden el periodo desde que Europa da el español al Nuevo Mundo hasta la actualidad. Aquí es posible delinear lo que a menudo nos parece culturalmente familiar, como la conquista y la cultura indígena y, sin embargo, es excepcional la forma en que Noria nos centra en la historia cultural de nuestra América; generosamente nos brinda una conciencia mucho más profunda en vista del recorrido hecho en todo el libro. América es el encuentro de muchas lenguas y culturas: “La conquista de América fue, para empezar, un ejercicio de interpretación”. Es también el encuentro de variados colores, sabores y sonidos; y aún más, o por ello mismo, un gradual reconocimiento del otro, como indica nuestro autor.

 

Situando los elementos que hacen hoy a la lengua española y situándola también en el mapa lingüístico, el ensayo nos presenta una cuestión que nos apela con miras al futuro: “¿Le pasará al español lo que al latín? Hay quienes han pensado que la variedad dialectal o regional terminará por desmembrar la unidad de la lengua en favor de nuevos idiomas. Otros en cambio argumentan que si bien nuestros países no tienen unidad política, en cambio sí la tienen en asuntos de cultura”.

 

El último capítulo es la magnífica conclusión sobre el actual espíritu de nuestra lengua: La edad mexicana del español. Una identidad colectiva (heterogénea) se funda para nuestros espíritus en este capítulo que devela la fuerza cultural de México, pues aquí “vertiginosa e insondablemente, convive una gran variedad de raíces”.

 

Durante todo el libro Noria nos guía con fuentes de gran peso cultural, literario y científico. Tanto en el bello estilo de su escritura, como en las obras y autores que cita, nuestro autor hace justicia a una tradición que ha mostrado pasión, refinamiento y profundidad en el abordaje del lenguaje y de la lengua española: Andrés Bello, Miguel Antonio Caro, Rufino José Cuervo, Alfonso Reyes, Ramón Menéndez Pidal, Fernando Vallejo, Alejo Carpentier, José Luis Martínez, Pedro Henríquez Ureña, Eugenio Coseriu y muchos otros a los que nos sentimos bellamente impelidos a releer con nueva visión.

 

En conclusión, quienes beban de este libro sentirán palpitar con vitalidad en el español, su lengua, siglos de historia. Es un hermoso libro: redondo (abre y cierra con una misma interrogante), didáctico (cumple a cabalidad el propósito de la colección editorial donde se publica), literario por su composición y su tradición; cautivante, pues es la travesía de toda una lengua por varias regiones y culturas; reflexivo, que invita a pensar(nos). Es pues, un elogio de la comprensión. Es una reivindicación del asombro por el lenguaje en general y por nuestra lengua en particular.

 

FOTO: El reinado de Alfonso El Sabio, en el siglo XI, marcó un hito en el desarrollo del español/ Crédito de foto: Tomado del libro The Four Gothic Kings, de Elizabeth Hallam

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