La vida en los límites
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El holandés Feike de Jong recorrió la periferia de la Ciudad de México. Sus crónicas y fotos componen una asombrosa app sobre la gran diversidad cultural de esta zona.
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POR AARÓN BARRERA
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La región del Valle de México no se define como un espacio determinado por demarcaciones territoriales político-administrativas, sino que es más parecida a una entidad viva cuyas relaciones se reconfiguran para responder a las necesidades reales de seres humanos con sueños y carencias. ¿Cómo concebir los confines de esta gran urbe que se presenta inasible y dispersa? La app Límites. Caminando por la frontera de la megalópolis del Valle de México es un testimonio de esta naturaleza heterogénea; en ella se presenta una vívida crónica de la caminata que el holandés Feike de Jong realizó alrededor de una de las ciudades más grandes del mundo, en un lapso de 51 días.
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Feike de Jong es un investigador, especialista en temas económicos, que desde hace 15 años radica en la capital; sin embargo, relata en entrevista, llegó un momento en el que notó que su visión de México era desde una burbuja corporativa artificial.
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“Tenía curiosidad por encontrar el México cotidiano, no el de folclor ni el de élite, sino el país a ras de suelo. Al momento de conocer el tamaño de la ciudad pensé que podía hacer algo que la retratara: una exploración de la normalidad en los límites de la ciudad del siglo XXI”.
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Disponible en AppStore y Google Play, Límites… es el registro de la experiencia que inició en San Francisco Tecoxpa, Milpa Alta, el 1 de noviembre de 2009 y que concluyó el 21 de diciembre en el mismo lugar. En los más de 700 kilómetros, recorridos siempre a pie, el también ganador al Premio Walter Reuter 2010 encontró una diversidad latente en la que se combinan esfuerzos locales y riqueza natural.
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De Jong confiesa que por la celeridad de la travesía no profundizó como hubiera querido, pero más allá de la descripción de un viaje efímero, el libro digital es testigo de la decadencia de un sistema excluyente y de la compleja cotidianidad olvidada, aquélla del margen geográfico, económico y político de la capital.
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De Jong explica que fue difícil que el proyecto viera la luz por los altos precios que implicaba editar un libro con más de 200 fotografías, por lo que, con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes logró publicar su experiencia en una plataforma desde la que sería más barato acceder al material.
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En breves crónicas y reveladoras fotografías presenta temas como los rituales para traer suerte a clubes nocturnos en Nicolás Romero, el trabajo de escultores de Piedra en el Ajusco, el secretismo que rodea el altar y la gigante figura de la Santa Muerte en Tultitlán, las violentas condiciones de la prostitución en la carretera de Los Reyes a Texcoco, la labor de rotulistas en Tepotzotlán o los liderazgos comunitarios en Ixtapaluca.
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“Es una zona muy importante. Los urbanistas se preocupan por los barrios en particular, por hacer colonias bonitas, pero no ven la ciudad como una totalidad compleja y tampoco se planea en función de ello. En los próximos 30 años más de 2 mil millones de personas llegaran a las ciudades y en los países en vías de desarrollo arribaran a sus orillas. Los procesos que suceden en las periferias de la Ciudad de México son de gran importancia para entender lo que va a suceder en muchas otras ciudades comparables alrededor del mundo”, explica el también periodista.
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Apunta De Jong sobre la zona que recorrió y exploró: “El 2% de la biodiversidad del planeta se encuentra en la cuenca del Valle de México; un investigador me presentó esta información y fue difícil de creer. Es un dato espeluznante que debería ser reconocido y difundido porque en estas condiciones el manejo de la zona requiere de mucha más responsabilidad”.
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¿Hay interés de las comunidades por esta biodiversidad?
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Hay tres tipos de población: comunidades originarias, pobladores del centro que se fueron a la periferia y quienes llegaron de otros estados del país. Las comunidades originarias sí están interesadas en la biodiversidad; saben qué tipos de animales hay, qué cosas se pueden comer y conocen el ambiente en que viven. Quienes vienen del centro no tienen mucha idea por no estar acostumbrados a la naturaleza, y quienes llegan de provincia tienen mayor disponibilidad para poner una milpa al lado de su casa, si les es posible, pero tampoco tienen especial interés. Los grandes conocedores y defensores de la diversidad son los originarios.
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Pero son minoría…
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Sí, pero son muy importantes porque son quienes mantienen el control político del lugar. Los políticos de Chalco, por ejemplo, vienen del pueblo originario ya que las élites locales se mantienen aunque mucha gente ha llegado. En los procesos de urbanización no les va mal porque son quienes reparten los terrenos y manejan el poder político-económico, pero también resisten a la urbanización. Esto se ve en Milpa Alta, donde no hay Wal-Mart ni Oxxo ya que la resistencia a la urbanización ha sido importante freno para el crecimiento desmedido de la ciudad.
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¿Cuál es el papel de estas organizaciones frente a la ausencia del Estado?
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Quería entender el proceso de colonización irregular; entrevisté líderes populares, y me llamó la atención que se jactaran de fundar nuevas colonias. Ellos son la pieza clave; tienen la visión de captar el control político, pero también de manejar el desarrollo: si ellos no están interesados muchas cosas no son posibles. Hay muchos intereses de por medio por lo que el desarrollo no responde a lógicas formales. Peña Nieto puede anunciar mañana que realizará un plan integral de desarrollo en las periferias y no pasaría nada, porque son dinámicas que van más allá de la planeación central.
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¿Qué percibiste sobre su gastronomía y cultura?
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La comida campestre es increíble porque refleja la riqueza de su paisaje. Es diferente en el Ajusco, la Marquesa, Xochimilco o Chalco, porque hay detrás grandes historias culinarias. Por ello también el paisaje es otro elemento único en el mundo; me parece imperdonable que tantas personas nunca hayan entrado al cráter de un volcán cuando es parte central de su cultura, porque los volcanes para el ciudadano del Valle de México deberían ser como molinos para los holandeses.
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¿Cuál es el papel de la diversidad religiosa?
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Lo primero que noté fue la presencia de las iglesias de los Santos de los Últimos Días; han construido muchos templos porque tienen un sistema de urbanización eficiente y muy intrincado. Este enorme dinamismo religioso tiene que ver con la búsqueda de identidad: las colonias de 30 años no te brindan los mismos elementos para reafirmar tu identidad como el centro de la ciudad, aquí tienes librerías, por ejemplo, pero en la periferia no hay nada de esto y existe un enorme anhelo por autoconstruirse, por lo que una forma de hacerlo es buscar la definición religiosa de sí mismo.
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¿Cómo experimentaste el contacto con la vida en periferia?
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Cambió mucho la experiencia con el tiempo. Empecé en un lugar donde ya conocía a las personas, pero al inicio estaba completamente paranoico pues me habían dicho que era muy peligroso. Por ello en los primeros días me era complicado relacionarme, generaba distancia desde mi posición de periodista, pero con el tiempo logré algo más natural. El primer contacto más humano fue cuando platiqué con un líder indígena en Valle de Chalco; charlamos en su oficina y luego sacaron los mezcales en un entorno más personal. A partir de ahí entendí mejor la realidad en la que me encontraba y muchas cosas ya no me parecían raras: ya no me extrañaba que la gente se reuniera en la calle porque entendía que se estaban organizando para solucionar problemas de la colonia, por ejemplo.
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¿Hasta qué grado llegó esa cercanía?
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Durante el recorrido la gente se sorprendía de lo que hacía y me contaba su historia; este tipo de diálogos complementan la historia de las regiones, que era lo que yo buscaba. Después, una de las cosas más importantes para mí fue que al final de la caminata ya veía a la personas de forma distinta y tomaba en serio cualquier contacto, porque la soledad y el silencio de caminar 51 días hizo que cualquier interacción humana fuera mucho más fuerte para mí, por muy trivial que esta fuera.
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¿Cómo percibiste las carencias?
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Hay sacrificios enormes, desde el tiempo y calidad de vida. Hacen falta servicio públicos, pero por otro lado, hay quienes tienen una casa propia o una camioneta, de hace quince años, pero la tienen. Construyen su patrimonio de manera intergeneracional con mucho tiempo y esfuerzo. Te sacrificas para que tus hijos tengan una casa y no paguen renta, para que puedan ir a la universidad y cumplir los sueños que tú no pudiste lograr. Tú construyes la casa donde tus hijos van a vivir.
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¿De qué forma percibiste la dependencia del centro de la ciudad?
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La zona es una ciudad dormitorio; trabajan en el centro y duermen en la periferia. Si caminamos a medio día por Cuatro Vientos, Ixtapaluca, veríamos zonas vacías. Muy pocos lugares se pueden pensar como pequeñas zonas independientes, como Villa Nicolás Romero, pero gran parte de sus dinámicas económicas sí están determinadas por el centro de la ciudad.
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¿La urbanización es una amenaza?
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Pienso que sí. Es fácil olvidar que las orillas de la ciudad son mitad campo mitad ciudad. Mientras los campesinos son destruidos por los procesos de mercado es difícil exigirles que no vendan sus terrenos, con los que no tienen futuro económico. Se deben considerar esquemas de subsidios para específicas zonas rurales alrededor de la ciudad, esquemas innovadores que inhiban la venta de terrenos para frenar la urbanización en la zona, pero apoyar a las comunidades a la vez. Necesitan construir un patrimonio y además muchas de las zonas del Valle de México son únicas en el mundo. Se debe considerar con mucho cuidado cuidar lo que se está perdiendo, porque es evidente que hay regiones más especiales que otras; si van a llegar 100 mil personas puede pensarse en zonas que no sean tan sensibles a nivel medioambiental, donde un arribo masivo sería una tragedia.
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Con tu experiencia y todos los años que tienes en México ¿Qué opinas de los conflictos con la administración de Donald Trump?
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Trump es irrelevante para el futuro de México. Este país tiene todos los elementos para tener una identidad propia y un desarrollo muy fértil. Creo que puede ser un país de buen nivel mundial y el poder de Estados Unidos no es tan relevante; los mexicanos tienen el futuro en sus propias manos porque conocen muy bien los problemas que enfrentan.
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Feike de Jong planea realizar investigaciones de las mismas características con un enfoque especializado para urbanistas: tiene considerado llevar a cabo un recorrido similar en la metrópoli fronteriza entre Tijuana y San Diego. Actualmente colabora en proyectos de excursión con el Museo Tamayo.
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Crédito foto: Archivo Feike de Jong
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