Las mil y un voces detrás de Scheherezade

Jun 11 • destacamos, principales, Reflexiones • 2109 Views • No hay comentarios en Las mil y un voces detrás de Scheherezade

 

A lo largo del tiempo, las diversas ediciones que se hicieron de Las mil y una noches fueron añadiendo historias al compendio original, supuestamente narrado por una hermosa mujer al sultán Shahriar con el fin de mantenerse viva

 

POR RAÚL ROJAS
El compendio de cuentos en árabe llamado Las Mil y Una Noches es célebre en todo el mundo, ha sido traducido a los principales idiomas. La historia que enmarca los relatos es harto conocida: cuando el sultán Schahriar descubre que su esposa le ha sido infiel, decide tomar una nueva mujer cada noche, la que al día siguiente es ejecutada para prevenir cualquier adulterio. Scheherazade, la hija del visir, se ofrece voluntariamente como nueva cónyuge del sultán, contra los deseos de su padre, pero evita su ejecución comenzando cada noche una nueva y exuberante historia, narrada con profusión de detalles, pero que deja inconclusa cuando “el amanecer la alcanza”. El sultán le perdona la vida cada mañana con tal de poder escuchar el desenlace del relato truncado. Y así durante mil y una noches. Historias tan populares como la de “Aladino” o la de “Simbad, el marino” son algunas de las narraciones más conocidas. Pero ¿son realmente parte del libro?
Hay un problema fundamental con Las Mil y una Noches: de la obra existen mil y una diferentes ediciones. De hecho, se podría decir que es como una gran catedral erigida colectivamente por cientos de autores a través de los siglos. Se ha dicho que el cúmulo de historias fue “tejido” por incontables “narradores de cuentos” en los hogares y en las plazas de los países árabes. La profusión de versiones impresas recuerda una franquicia, una especie de Starbucks de la literatura, ya que a lo largo de los siglos cada nuevo editor le ha agregado a la versión previa los cuentos y sabores que ha querido.

 

Cronistas que han rastreado el origen de los diversos manuscritos piensan que todo comenzó con una traducción al árabe del libro persa Las Mil Historias, que, pese al título, sólo reunía unos 200 cuentos. Y es que no hay que tomar la palabra “mil” en sentido literal. Se trata más bien de decir “incontables” historias o “incontables y una más”. Poco a poco las primeras traducciones al árabe de los cuentos persas e hindúes cobraron vida propia y colaboradores desconocidos fueron agregando más y más fábulas. Se transcribieron los nombres persas y se adecuaron las costumbres, de manera que no queda claro donde transcurre la mayor parte de las narraciones. Su campo de acción se extiende desde el norte de África hasta China, pasando por el Medio Oriente, Persia y la India. Algunas narraciones tienen como protagonista a Harun al-Rashid, uno de los califas del siglo IX en Bagdad. Jorge Luis Borges lo resumió así: “Esas fábulas tienen una historia extraña, según se supone. Fueron habladas al principio en India, luego en Persia, luego en Asia Menor y finalmente, ya escritas en árabe, se compilan en El Cairo”. Esto sucede en la llamada época de oro del Islam, cuando el imperio árabe llegó a dominar Persia, la Península Arábiga y extensas regiones de Asia, así como del norte de África.

 

Para entender Las Mil y una Noches hay que hacer trabajo de detective. Se han identificado dos versiones que derivaron del arquetipo original, una que fue compilada en Siria, alrededor del siglo XIV o XV, y la otra en El Cairo (la mencionada por Borges), que es posterior a la siria, pero más voluminosa. A la versión siria se le ha llamado el “Manuscrito Galland”, por razones que mencionamos más adelante, y cubre sólo 282 noches.

 

A la versión egipcia se le llama la variante del Cairo. Se dice que la versión siria es la más antigua que todavía existe, ya que el original persa mencionado arriba y sus primeras traducciones se han perdido. De la edición egipcia se sabe que fue aumentada enormemente con cuentos hindúes, persas y turcos, para tratar de extender el número de noches cubiertas. El resultado es un manuscrito ecléctico que rompe con la mayor homogeneidad de la versión siria.

 

Con la traducción al francés de la versión siria comenzó la historia de Las Mil y una Noches en Europa, y, por decirlo así, también el desorden. Resulta que el orientalista francés Antoine Galland había estado coleccionando y traduciendo textos del Oriente (Arabia, Persia y Turquía) desde finales del siglo XVII, y en 1704, comenzó a publicar la traducción del manuscrito sirio de Las Mil y una Noches, con gran éxito. Además, como era típico del colonialismo de la época, se apropió del manuscrito original que le sirvió de base para la traducción; hoy se encuentra en la Biblioteca Nacional en París. Pero como el manuscrito sirio no cubre las mil noches, Galland decidió incluir historias que había recopilado previamente en otras partes del Medio Oriente. Fue así que el relato de “Simbad el marino”, cuya traducción Galland ya había publicado en 1701, fue incluida en el nuevo proyecto. En 1709, Galland incluyó además siete historias adicionales que supuestamente le relató un sirio de Aleppo, entre ellas el cuento de “Alí Babá y sus 40 ladrones”. Es curioso (y revelador) que de las historias añadidas por Galland no existe un original en árabe. Las versiones actuales en ese idioma fueron “retraducidas” del texto de Galland. Fue así como nuestro orientalista francés pudo extender Las Mil y una Noches a doce volúmenes, los que aparecieron de 1704 a 1717, en París. La traducción se hizo muy popular, estaba adecuada a los gustos y prejuicios de la sociedad europea.

 

Pero ahí no se detuvo la creatividad de sucesivos traductores de Las Mil y una Noches. En búsqueda de la “versión original” (que a estas alturas ya no existía como tal), los traductores al inglés se apoyaron en la variante egipcia de Las Mil y una Noches, que era más larga que el manuscrito sirio. Esa versión egipcia se publicó en Calcuta, de 1814 a 1818, con muchas adiciones y recortes arbitrarios del editor. Entre 1840 y 1882, aparecieron tres traducciones al inglés, cada una de ellas plagiando a la anterior, hasta culminar en la muy popular versión de Sir Richard Francis Burton, en diez volúmenes. De Burton sólo hay que mencionar que colaboró en la traducción del Kama Sutra al inglés, para entender que su versión es la que se considera la más sexualizada de Las Mil y una Noches. Debido a la censura victoriana, la obra no se podía vender en las librerías, sino sólo por subscripción. De la edición de Burton existe un índice de todos los cuentos, noche por noche, ya que él sí logró cubrir las mil y una veladas. Aparentemente las ventas fueron tan exitosas que posteriormente se añadieron seis volúmenes más, con historias tomadas de otras ediciones europeas o simplemente inventadas. Como en el caso de Galland, de muchas de las historias no se conoce ninguna versión original en árabe.

 

Sin embargo, Burton no fue el primero en lograr la hazaña de abarcar todas las mil y una noches. Una versión en alemán, impresa de 1825 hasta 1843, se basó en la traducción de Galland y un supuesto manuscrito original, descubierto en Túnez, que a la larga resultó ser una falsificación. Aparentemente, algunas de las historias “adicionales” de Burton fueron tomadas de esta edición en alemán. Pero a estas alturas ya es casi imposible rastrear quién tomó material prestado de quién. Cada edición europea apunta de la una a la otra, agregando material de la propia cosecha. De hecho, no recuerdo haber encontrado nunca dos ediciones iguales de Las Mil y una Noches hurgando en las librerías. Una persona que quiere realmente conocer la obra tiene primero que determinar qué edición tiene en sus manos.

 

Afortunadamente, como siempre sucede cuando una conocida obra literaria diverge, se tiene entonces que preparar una “edición crítica” que trata de dilucidar cuál es la versión, o las porciones históricamente más fidedignas de un libro, y hay alguien que acomete esa labor. Le sucedió también a la Ilíada de Homero: en la legendaria Biblioteca de Alejandría se recopilaban todas las versiones conocidas de la obra y equipos de filólogos se ocupaban de analizarlas para tratar de destilar la versión “canónica” surgida de la pluma del poeta griego. Se dice que fue en esa biblioteca que comenzó la filología como disciplina. Algunos de los símbolos diacríticos que se utilizan hoy para anotar manuscritos para la imprenta fueron inventados ahí.

 

Con un propósito filológico similar, encontrar la versión canónica de Las Mil y una Noches, el arabista Muhsin Mahdi, profesor en Harvard, revisitó el manuscrito sirio y preparó, apenas en 1984, la llamada “edición Leiden” en árabe, en tres volúmenes. Al contrario de los editores del pasado, Mahdi no trató de extender la obra, sino de recuperar su extensión e intención original. La traducción al inglés de la edición Leiden abarca sólo 500 páginas. El traductor ha comparado los logros filológicos de Mahdi con la reconstrucción de una partitura u obra musical que ha estado perdida durante siglos. Y es que hoy se estima que el texto en árabe de Las Mil y una Noches pasó por al menos seis fases de modificaciones, en los siglos VIII, IX, X, XII y XVI de nuestra era. En cada etapa se agregaron historias y, en la última, incluso historias chinas llevadas por los mongoles al Medio Oriente. Pero el mayor problema son las traducciones del siglo XIX, especialmente las aparecidas en inglés, que recortaron o incorporaron material de manera arbitraria. La versión en árabe más fiel de Las Mil y una Noches es, hoy por hoy, la del profesor Mahdi.

 

Los cuentos de Las Mil y una Noches han sido siempre populares por lo exótico de los escenarios, en el tiempo y en el espacio. Las historias se ocupan de temas eternos en la literatura: la fuerza del destino, las profecías cumplidas, el honor y el deshonor, el amor y el odio, la magia y los hechiceros. El lenguaje es florido, pródigo en símiles: “Su frente era blanca como la primera luz de la luna nueva, sus ojos como los ojos de las gacelas, sus cejas como la luna creciente del Ramadán, sus mejillas como anémonas, su boca como el sello de Soleimán, su rostro como la luna llena al salir”. Además, la obra tiene una estructura “fractal”. La narración principal está enmarcada como un relato de Scheherezade , que contiene cuentos y otros cuentos al interior de cada uno, como matrioshkas anidadas, aquellas muñecas huecas rusas que parecieran no tener fin. Según el filólogo Mahdi, Las Mil y una Noches representan un puente entre la vida diaria y lo sobrenatural, con acceso continuo de cada lado. En no pocas historias los diversos cronistas compiten entre sí para ver quién puede narrar la experiencia más increíble, o más maravillosa: “La puerta, principal, toda de oro, por la cual entré, tenía a los lados noventa y nueve puertas de maderas preciosas, de áloe y de sándalo. Las puertas de las salas eran de ébano con incrustaciones de oro y de diamantes. Y estas puertas conducían a los salones y a los jardines, donde se acumulaban todas las riquezas de la tierra y del mar”.

 

Las Mil y una Noches son por todo ello más que una obra literaria. El libro es una especie de relato onírico en cuyas páginas queremos descubrir cómo eran esas sociedades árabes de hace siglos, qué concepción tenían de la vida y qué enseñanzas podemos derivar. Si Galland pudo hacerlo, y Edgar Allan Poe también, todos podemos prolongar el sueño y agregarle páginas adicionales a Las Mil y una Noches. Como bien dijo Borges, refiriéndose a los narradores de cuentos que entran en acción en la penumbra, los confabulatores nocturni: “Las noches tendrán otros traductores
y cada traductor dará una versión distinta del libro. Casi podríamos hablar de muchos libros titulados Las Mil y una Noches … Cada uno de esos libros es distinto, porque Las Mil y una Noches siguen… recreándose”.

 

FOTO: Scheherezade y Shahriar (1880), del pintor alemán Ferdinand Keller. Obra simbolista y academicista/ Especial

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