Las provincias del sur: el libro como emancipación

Mar 18 • destacamos, Reflexiones • 858 Views • No hay comentarios en Las provincias del sur: el libro como emancipación

 

El libro como motor de las emociones, como extensión de la memoria, tiene en las ferias su adagio y su festín

 

POR BENJAMÍN BARAJAS
Las ferias del libro representan magníficas oportunidades para capturar lectores y acercarlos a la expresión literaria, con el simple propósito de disfrutar la lectura y vivir el placer, como diría Cortázar, de desgajarse línea a línea en cada página, para acceder a las provincias del ser de cada obra.

 

El escritor argentino, Jorge Luis Borges, consideraba que, “de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”.

 

El libro es también un motor de la alegría, la felicidad y libertad. El libro nos divierte, nos eleva a realidades nuevas, pero también es un poderoso instrumento para generar conciencia y conocimiento, pues, como decía Aristóteles: “Todos los hombres (y mujeres) tienen naturalmente el deseo de saber. El placer que nos causan las percepciones de nuestros sentidos son una prueba de esta verdad”, y este saber se encuentra en los libros reverenciados por la tradición como la Biblia, la Torá o el Corán o los libros de bolsillo, tan apreciados por los jóvenes lectores.

 

A lo largo de la historia, ha sido muy grande el culto a los libros; el poeta francés, Mallarmé, dice que el mundo existe para llegar a un hermoso libro y Borges se enorgullece más de los libros que ha leído, pues se considera, ante todo, un buen lector, como lo fue don Quijote, aunque de tanto leer se le haya secado la mollera, o Madame Bovary, quien por creer en todo lo que leía en las novelas románticas, sufrió un golpe de realidad que la llevó al suicidio.

 

Pero, ante todo, la lectura es una necesidad vital, pues, en opinión de Homero, los dioses tejen desdichas (o tramas) para que a las generaciones futuras no les falte algo que cantar. Así, la necesidad de la imaginación y, desde luego, de la fantasía enriquece nuestra manera de ser y estar en el mundo. Esta es la metáfora de la Historia sin fin de Michael Ende, cuando el personaje Bastián inicia la lectura de esta obra, asume el grave compromiso de que el reino de Fantasía no desaparezca, devorado por la nada o el vacío. De modo que cada lector contribuye a resignificar el mundo o a releerlo para transformarlo, como pensaba Paulo Freire.

 

En varias épocas se ha dicho que los libros son tesoros que guardan la memoria, la cultura y el espíritu de los pueblos, pero sobre todo los libros funcionan a costa de nuestra energía, los aparatos electrónicos, como el celular, deben recargarse en una corriente alterna, en cambio los libros, que son los muebles de la mente, solo resplandecen en nuestra imaginación.

 

FOTO: La apoteosis de Homero, de Jean Auguste Dominique Ingres (1827). Crédito de foto: Museo del Louvre

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