Las series de 2020
Las series televisivas, a través de los canales de streaming, fueron las grandes ganadoras de la pandemia por los altos niveles de audiencia que lograron. Algunas propuestas apelaron a la nostalgia generacional y otras deslumbraron por sus nuevas formas de contar historias
POR MAURICIO GONZÁLEZ LARA
La pandemia de la Covid-19 ha provocado que el hombre del mañana sea ahora el esclavo del presente. De Ready Player One a Wall-E, sin obviar sitcoms como Upload o incluso trabajos independientes como The Congress, un escenario futurista recurrente del imaginario contemporáneo consiste en visualizar a la clase media alta de la humanidad como un conjunto de personas sedentarias que, gracias a los avances digitales, escapa a paraísos virtuales para evadir las crudas realidades de la vida factual, incluida la muerte. Es la fantasía tecno-capitalista llevada al extremo: el individuo no necesita salir de casa para ser feliz (o para imaginar que es feliz), sólo requiere de dinero y una buena conexión de Internet. El tráfico de mercancías no sólo se mantiene, sino se incrementa: la única razón para existir radica en ordenar productos que son entregados por una eficiente red de drones, la cual torna todo contacto humano en una redundancia molesta e innecesaria.
El futuro, sin embargo, ya no es lo que era antes. La pandemia ha convertido estos escenarios distópicos en una variación real de The Matrix; sólo que en lugar de soñar digitalmente en cápsulas que succionan nuestra energía, como sucede en la cinta de las ahora hermanas Wachowski, ahora vivimos confinados frente a diversas pantallas mientras gastamos nuestro dinero “en línea” durante el escaso tiempo que nos queda libre. La Covid-19 es un acelerador de tendencias que, si bien ya se encontraban activas antes del estado de emergencia sanitaria, ahora han cobrado un carácter prácticamente inexorable.
Nunca tantas personas habían sostenido un enclaustramiento voluntario de manera sincrónica durante tanto tiempo. Es vital mantenerlas entretenidas y bajo control. El streaming, en ese sentido, cumple una función narcótica: es la anestesia que nos permite aliviar la ansiedad del encierro a través de una cadena interminable de contenidos disponibles las 24 horas. La primera víctima de esta dinámica ha sido la sala de cine. Los servicios de streaming (Disney+, Netflix, Amazon Prime, Apple TV, HBO Max) son hoy las vitrinas principales para exhibir nuevo contenido. Se podría argumentar con cierta razón que la película como evento ya había perdido capacidad para generar asombro entre las nuevas audiencias, el estreno en salas aún generaba encanto y poder: ir a una sala, finalmente, implicaba ordenar la agenda del día y apartar tiempo para enfocar la atención. Era un deseo de ruptura, un acto de entrega equiparable a la religión o el sexo.
En casa, por el contrario, todo tiende a convertirse en un contenido más de un flujo sin fin. El consumo audiovisual se ha redefinido por completo. El mundo demanda más narrativas, sobre todo las que explotan las posibilidades del streaming al máximo: las series. La creciente predominancia de la serie como el producto cultural más significativo de la época es un proceso que ya llevaba varios años de gestación, pero que se ha profundizado con la crisis que vive la exhibición cinematográfica. Vistas bajo el prisma del streaming, las franquicias que antes dominaban la taquilla mundial son un entretenimiento serializado que guarda mayores similitudes con lo que aún llamamos televisión que con un evento cinematográfico exclusivo. ¿Qué otra cosa son las películas de Marvel más que una serie de 23 episodios estructurados en tres temporadas denominadas rimbombantemente como fases por los ejecutivos de Disney? Bajo ese contexto, no extraña que la apuesta del imperio fundado por Walt para perpetuar la franquicia de Star Wars se enfoque hoy a la producción de múltiples series al estilo de The Mandalorian y apenas contemple algunas cintas de alto presupuesto con estrellas reconocidas. El éxito de Cobra Kai, el programa que extiende el mundo nostálgico del Karate Kid, es otra muestra de cómo los estudios pueden mutar las franquicias cinematográficas en series de bajo costo para el consumo de una audiencia que exige disfrutar de inmediato los platillos de siempre.
Esto no significa que 2020 haya estado exento de narrativas seriadas que aspiraran a constituirse como obras capaces de construir universos de deslumbrante riqueza emotiva; por el contrario, el año del virus fue pródigo en trabajos que conciliaron una elevada ambición estética con el deseo de explorar temas tan disímiles como la amistad femenina, el baloncesto, el drama legal y el tráfico de drogas. Estas son las series más destacadas de 2020, las notas más altas del streaming del año del virus:
1. ZeroZeroZero. Producida por Amazon y estructurada en ocho capítulos de alrededor de una hora de duración, esta miniserie codirigida por Stefano Sollima, Janus Metz y Pablo Trapero cuenta la travesía que sigue un cargamento de cocaína desde los puertos de México hasta Gioia Tauro, municipalidad de Calabria, Italia. La historia está fragmentada en tres frentes: las luchas de poder entre las familias que controlan Calabria, los esfuerzos titánicos de los brokers estadounidenses encargados de transportar la droga y los cárteles mexicanos que la producen. Ajena a los clichés pintorescos que ahogan a trabajos como Narcos y Better Call Saul, musicalizada con elegancia por Mogwai y fotografiada digitalmente en tonos metálicos por Paolo Carnera, ZeroZeroZero despliega una belleza inmersiva que merece ser vista en las mejores condiciones posibles. El mexicano Harold Torres brilla como Manuel Contreras, un militar con complejo de Dios que deviene en uno de los narcos más cruentos e intimidantes que se hayan visto en cualquier narrativa reciente. Inspirada de manera muy libre en el libro de Roberto Saviano del mismo nombre.
2. I May Destroy You. Escrita, producida y protagonizada Michaela Coel para BBC One y HBO, esta “dramedy” (comedia dramática) describe los intentos de una joven escritora por reconstruir su vida tras una violación durante una noche de copas en Londres, Inglaterra. A contracorriente del pensamiento binario y didáctico con el que suelen abordarse estos temas en la televisión contemporánea, Coel desarrolla a sus personajes de manera crítica e incisiva. El resultado es con frecuencia incómodo y exasperante, pero repleto de agudas reflexiones en torno a la victimización, el abuso sexual, las redes sociales, la búsqueda constante de aprobación, la carencia de expectativas, los límites de la amistad y el narcisismo.
3. Mi amiga brillante. Estrenada a principios de año, la segunda temporada de esta serie basada en la “tetralogía napolitana” de la escritora Elena Ferrante continúa con el relato de las vicisitudes de Elena y Lila, dos amigas en la Italia de la posguerra. Coproducida por Paolo Sorrentino, supervisada por la propia Ferrante (o, mejor dicho, por la persona que dice llamarse Elena Ferrante) y dirigida por talentos como Saverio Costanzo y Alice Rohrwacher, Mi amiga brillante es una mirada evocativa a los retos agridulces que comparten durante la adolescencia dos mujeres cuyos vínculos se extenderán a lo largo de varias décadas. El score de Max Richter es uno de los puntos más luminosos de su carrera.
4. Perry Mason. Producida por HBO, esta nueva versión televisiva de las novelas de Erle Stanley Gardner concilia con efectividad dos acciones en apariencia antagónicas: relanza a un personaje icónico del imaginario estadounidense, al tiempo que deconstruye los tropos que lo hicieron popular. Protagonizada por el impecable Matthew Rhys en el rol del célebre abogado investigador, Perry Mason encuentra nuevas resonancias en una mitología aparentemente agotada. Toda una reinvención.
5. The Last Dance. Velocidad, gracia, belleza. Michael Jordan no era un mero dios del baloncesto, era el Dios, y esta serie documental de Netflix producida por Michael Tollin y dirigida por Jason Hehir es un muestrario de los momentos más espectaculares de su creación, desde sus primeros años universitarios en Carolina del Norte hasta su última temporada como jugador profesional con los Chicago Bulls en 1998, “el último baile” del título. The Last Dance es una herramienta propagandística para enaltecer a Jordan y al mundo de la NBA, obvio, pero también un entretenimiento gozoso y desbordante. El narcótico perfecto para evadirse de los sinsabores provocados por el encierro.
Otras series recomendadas de 2020: Tales from the Loop (Amazon Prime), Gambito de reina (Netflix), Mrs. America (FX), Devs (FX), The Plot Against America (HBO), Lovecraft Country (HBO) y la última temporada de Curb your Enthusiasm (HBO).
FOTO: The Last Dance/ Especial
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