Leer sin goce
POR GEORGINA T. MERINO
Los libros de texto gratuitos en México tienen una larga historia, llena de cambios y no exenta de éxitos (fueron reconocidos en otros tiempos como una de las mejores propuestas de América Latina en educación) y, por supuesto, tampoco de dificultades y conflictos. Sin embargo, las actuales ediciones presentan problemas como nunca antes se había visto.
Durante buena parte de su historia, la SEP había cuidado la formación de los equipos técnicos —integrados por especialistas de la educación— responsables de la producción de los contenidos, hasta que, por razones políticas que rebasaron por mucho lo pedagógico, durantes las gestiones de los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón —quienes decidieron fortalecer a Elba Esther Gordillo—, los equipos anteriores fueron disgregados y se inició una improvisada e irresponsable estrategia en el desarrollo de los textos.
El compromiso de Felipe Calderón con Gordillo condujo a que se nombrara, como subsecretario de Educación Básica (el área encargada de desarrollar los libros de texto gratuitos) a un incondicional de la ex lideresa del SNTE: a su yerno, José Fernando González Sánchez. Una de las primeras acciones de González Sánchez fue sustituir los equipos técnicos especializados por un personal sin experiencia que desarrolló y aún desarrolla propuestas híbridas afines a criterios pedagógicos que fueron rebasados al menos desde la década de 1980. Por ejemplo: el conteo de palabras por minuto, los cuestionarios sobre detalles de la lectura, el papel del profesor dedicado a verificar la comprensión de la lectura en los alumnos, o la obligación de los niños de leer en voz alta con tiempo específico, fueron actividades desarrolladas en los años sesenta que fracasaron en la formación de lectores. Asimismo, el planteamiento de la asignatura de español que centra sus contenidos en la normativa gramatical, como en los años sesenta, deja de lado el enfoque comunicativo y funcional de la lengua propuesto en los ochenta. Como consecuencia de esas medidas, los contenidos de los actuales libros sufrieron de un considerable descenso en la calidad, además de un cuidado editorial muy deficiente.
Una de las principales deficiencias consiste en que no contemplan el contexto en donde los niños, las niñas y los profesores viven y trabajan. El educador y teórico brasileño Paulo Freire escribió: “Jamás acepté que la práctica educativa debería limitarse sólo a la lectura de la palabra, a la lectura del texto, sino que debería incluir la lectura del contexto, la lectura del mundo”. Este aspecto es de suma importancia porque la diversidad cultural, económica y social determina mucho el éxito del quehacer educativo.
En el caso del libro Español lecturas de sexto grado de primaria, destinado a la formación de lectores y que ya está en las manos de maestros y alumnos (y por ende, en la de los padres de familia) para el actual ciclo 2013-2014, pueden detectarse las siguientes carencias:
-Los textos propuestos no cumplen con el objetivo pedagógico de dar un acercamiento, o incluso una iniciación, a la literatura. Por un lado, estos volúmenes, a diferencia de los anteriores, no contienen suficientes muestras de calidad de la literatura hispanoamericana y universal, sino que se concentran en numerosos autores mexicanos recientes, algunos de ellos sin experiencia literaria. Al mismo tiempo, estos nuevos tomos buscan abarcar un universo demasiado amplio de la tipología textual (literarios, informativos, científicos, etcétera), como si pretendieran solucionar la falta de textos adecuados para su uso en las otras asignaturas del currículo oficial. Sin embargo, esta dispersión, y la selección con una calidad tan dispareja, resultan contraproducentes puesto que no concentran los esfuerzos en funcionar como disparadores del gusto por la lectura.
-La actual propuesta tiene un apartado final con preguntas acerca de los textos, que hacen evidente una visión ya superada de la “comprensión de la lectura”. Las preguntas correspondientes al texto “El Batallón de San Patricio”, de Carlos Alberto Reyes Tosqui (pp. 10-14), son del tipo: “¿Quiénes eran los integrantes del Batallón de San Patricio? ¿Cuál fue la causa por la que luchaban? ¿Qué información tienes relacionada con la invasión americana de 1847?” (p. 197) Después de leer el apartado, un lector crítico se pregunta: ¿realmente importa que los alumnos recuerden los nombres de los personajes o detalles excesivamente específicos de los textos que han leído? ¿Dónde queda la experiencia del goce lector, ante la exigencia de memorizar la información?
-Desde el punto de vista pedagógico, uno de los aspectos más cuestionables es el conteo de palabras por minuto. Esta percepción de que lo cuantitativo es más importante que lo cualitativo se refuerza con preguntas que, más que evaluar, pretenden medir lo que supuestamente los niños “entienden”. En el tomo de sexto grado (p. 204) se encuentra un cuadro en donde se especifica, según el grado y nivel de educación básica, lo que los alumnos deben leer en palabras por minuto. Estas estrategias, ya desechadas, revelan el desconocimiento que sobre la práctica docente tienen los responsables en el desarrollo del libro. Pero sorprende aun más la pérdida del propósito lógico de la SEP, de que sus materiales sean perfectibles mediante el rescate de lo ya probado y de la experiencia y conocimiento adquirido por sus equipos técnicos sobre lo que en realidad sucede en las aulas.
En mi experiencia con grupos de niños lectores, conocí una anécdota muy reveladora. Una nena —a quien su madre acostumbró a leerle por gusto desde bebé— se encontraba leyendo junto con un amiguito un poco más pequeño y quien, según se decía, “lee muy rápido y mucho”. Al terminar, él le pidió a la niña que le explicara lo que había leído, a lo que ella respondió: “¿Cómo, no leíste?” El chico respondió: “Sí, pero no entiendo”.
La actividad lectora detona procesos cognitivos en los que se ponen en juego no sólo una, sino muy variadas formas de pensar, de sensaciones y percepciones, y por ello es inadecuado reducirla a la rapidez o a la tarea de escribir respuestas para un cuestionario, como si sólo existiera una respuesta posible. Una práctica docente que podría favorecer la actividad es abrir espacios en los que los estudiantes comenten de manera lo que ven, descubren o encuentran en los textos. Es en estos espacios en los que pueden participar personas que leen poco o que no saben leer y escribir, pero que poseen otros saberes y habilidades que pueden compartir; es ahí donde la comprensión lectora deja de ser exclusiva de quienes saben leer y favorece el crecimiento interno de los seres humanos. En proyectos para formación de lectores con mujeres migrantes en Estados Unidos, o con niñas en situación de calle del Distrito Federal, o con comunidades de los pueblos originarios de nuestro país, se ha observado que los libros acercan a mundos, a sensaciones, a aprendizajes diversos con los que se puede coincidir, o no.
Ha habido esfuerzos respetables en la SEP para apoyar la formación de lectores (por ejemplo, el Programa Rincones de Lectura y el Programa Nacional de Lectura y Escritura), con la selección y propuesta de una diversidad de libros, temas y autores nacionales y extranjeros, que proporcionan un acercamiento a la cultura a los niños, padres y profesores.
El tomo de lecturas de cualquier grado es importante cuando recupera y adapta joyas literarias de todos los tiempos y como complemento de la diversidad de textos y libros necesarios en la formación de lectores; los actuales tomos de Español lecturas no consiguen ese objetivo.
*Fotografía: Ilustración del texto “El Batallón de San Patricio”, de Carlos Alberto Reyes Tosqui, incluido en el libro de sexto grado.