El semillero “noir” en México

Ene 4 • destacamos, principales, Reflexiones • 3883 Views • No hay comentarios en El semillero “noir” en México

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De 1946 a 1961, Selecciones Policiacas y de Misterio ofreció a sus lectores cuentos de los más destacados autores de este género, por su asociación con la célebre revista Ellery Queen’s Mystery Magazine, y abrió espacio para escritores que después serían considerados de culto en las letras mexicanas, como Rafael Bernal, Antonio Helú y María Elvira Bermúdez

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POR PERLA HOLGUÍN PÉREZ

 

Las revistas carecen de la suerte que tienen los libros impresos al paso del tiempo. Por su propia naturaleza son de vida corta y pertenecen a su presente. Es más común encontrar a un escritor que anhele verse publicado en las páginas de un libro antes que de una revista, a menos que ésta tenga el respaldo de un aparato cultural legitimado por escritores e intelectuales reconocidos, o por el Estado, en dicho caso tendrá un mejor futuro en la historia de la literatura. En México existen numerosos ejemplos de revistas que quedaron relegadas a su tiempo, por diversas razones, por ejemplo, debido al género literario al que respondieron, tal es el caso del policiaco, considerado por muchos como subliteratura.

 

Este tipo de publicaciones periódicas dan pistas sobre la organización letrada y cultural de la época, los géneros que interesaron a editores y lectores de su tiempo, y la forma en que la cultura se desarrolla en un momento determinado, incluida la literatura. Por esto, y en palabras de Beatriz Sarlo, son “una fuente privilegiada para lo que hoy se denomina historia intelectual. Instituciones dirigidas habitualmente por un colectivo, informan sobre las costumbres intelectuales de un periodo, sobre las relaciones de fuerza, poder y prestigio en el campo de la cultura”. De ahí el interés de volver los ojos a éstas.

 

Durante la década de 1940 en México surgió una revista de la mano de intelectuales, que si bien no eran considerados dentro del canon de la época (ni lo son hoy en día), sí poseían bienes simbólicos de gran importancia. Estos personajes fueron políglotas, tenían educación universitaria o profesional, habían viajado fuera de México o provenían del extranjero (principalmente de España) y se encontraban exiliados en nuestro país, por lo que habían leído literaturas de otros lugares y en otros idiomas y, además, tenían una cualidad imprescindible en el intelectual: el deseo de hacer cultura, en este caso a través de una revista literaria que permitiría generar nuevos lectores de un género menospreciado por la élite letrada. Un lector fiel a esta revista fue Carlos Monsiváis, quien también coleccionó una amplia variedad de entregas de esta publicación, hoy resguardada en su biblioteca personal.

 

Selecciones Policiacas y de Misterio fue la primera revista mexicana dedicada exclusivamente a la narrativa policial y de misterio. En ella se incluyeron tanto cuentos como novelas; comenzó a publicarse en marzo de 1946 y se mantuvo en circulación hasta 1953, posteriormente, con algunos cambios hasta 1961. Fue creada por el escritor, guionista y director cinematográfico Antonio Helú (San Luis Potosí, 1900-Ciudad de México, 1972), quien se desarrolló en este último arte entre 1937 y 1960 con más de una decena de películas, entre las que destacan Nostradamus (1937), La obligación de asesinar (1937) y El hipnotizador (1940).

 

De acuerdo con la propia publicación, la escasez de papel que atravesaba el país durante esos años la llevó a modificar algunos lineamientos casi de manera inmediata en el tomo 3, empezando por el precio al público y la limitación de números en expendios, exhortando a sus lectores a suscribirse para no perderse ningún número. La revista contó también con suscripciones para los lectores en el extranjero. En 1947, y a menos de un año de su creación, anuncian negociaciones para convertirse en la versión hispana de Ellery Queen’s Mystery Magazine, fundada en 1941 y reconocida como la principal publicación dentro del género policiaco.

 

En cambio [haciendo referencia al aumento de precio], hemos conseguido la colaboración directa de Ellery Queen, el autor de cuentos y novelas policiacos más popular y más cotizado que existe actualmente en el mundo. Es él, nada menos, quien selecciona los cuentos que aparecerán en lo sucesivo en Selecciones Policiacas y de Misterio, que ha venido a convertirse, en esta forma, en la edición en español del Ellery Queen’s Mystery Magazine, considerado como el mejor magazine de su género en el mundo.

 

Encargado de la edición en español estará Antonio Helú. Es Helú, de los autores contemporáneos de este género, el precursor en todos los países de habla hispana. Su reciente libro, La obligación de asesinar, ha merecido el elogio de los críticos norteamericanos. Y eso es algo ya, a nuestro modo de entender. (tomo 9, p. 4)

 

A partir del tomo 9 apareció en su título la unión de ambas revistas, y a Ellery Queen como director al lado de Antonio Helú. Sin embargo, esto no sucedió en todos los números posteriores. Ellery Queen dejó de aparecer como director y el título cambió indistintamente entre Selecciones Policiacas y de Misterio, a secas, y ‘Selecciones Policiacas y de Misterio, Edición en español de Ellery Queen’s Mystery Magazine’.

 

La relación entre Frederick Dannay, editor de Ellery… y Helú nació de la estancia del mexicano en Estados Unidos luego de la derrota de José Vasconcelos en la elección presidencial de 1929, por la que varios intelectuales y artistas se exiliaron a este país. Durante este tiempo aprovechó para estudiar cine. A su regreso a la Ciudad de México, reanudó su amistad con el también escritor Juan Bustillo Oro, con quien desarrolló una importante trayectoria en el séptimo arte. En 1937 llevaron a la pantalla grande la novela de Helú La obligación de asesinar, misma que se publicó hasta 1946. En trabajo conjunto realizaron más de una veintena de películas a lo largo de tres décadas y compartieron espacio en las páginas de la revista mexicana.

 

 

Helú y Bustillo Oro no fueron los únicos cineastas que incursionaron en la revista, entre estos figuran Adalberto Elías González, Ramiro Gómez Kemp (Jefe de Redacción, quien alternó en este puesto con Ernesto Monato) y el más conocido, Rafael Bernal, quien también realizó estudios de cine en Europa. Esta combinación entre cine y literatura policial no es gratuita, pues durante ese periodo, como señala Román Setton en Fuera de la ley. 20 cuentos policiales argentinos (Adriana Hidalgo, 2015), el cine “modificó en parte con sus representaciones las ideas vigentes sobre ‘lo policial’ y el crimen en la ciudad. El cine es, durante esos años, un elemento fundamental que modifica el panorama literario […] es un ingrediente esencial para el desarrollo del complejo imaginario de la criminalidad y la marginalidad urbanas”. Además del alcance masivo del cinematógrafo, este vínculo entre disciplinas fue una respuesta a la situación económica de los escritores de policiaco que carecían de apoyo del Estado para el desarrollo de esta literatura.

 

En Selecciones Policiacas y de Misterio se encuentran decenas de notas introductorias a los cuentos en los que aparecen referencias a películas, directores de cine, adaptaciones, repartos, etc., en las que hacen comparaciones y valoraciones sobre el género policiaco. Por mencionar un ejemplo, la nota a “El viaje macabro”, de Francis Iles, en traducción de Carmela Alonso Bernal dice lo siguiente: “Posiblemente, una de las más celebradas novelas psicológicas y de misterio, fue Before the fact, de Francis Iles. Trasladada al cine, se llamó Sospecha, dirigida por Alfred Hitchcock, e interpretada por Cary Grant y Joan Fontaine. Ahora ya se sabe: Francis Iles es el pseudónimo de Anthony Berkeley, el notable autor inglés a quien se debe uno de los diez mejores cuentos policiacos que se hayan escrito hasta la fecha: ‘The Avenging Chance’”. (tomo 3, p. 79)

 

La revista mostró el nivel de erudición de sus editores, tanto en literatura como en cine. Si bien en este punto, podemos hablar ya de aspectos únicos para este tipo de publicación, como que es la primera en su estilo en México, el periodo tan amplio que abarcó, la estrecha relación que tuvo con el séptimo arte, la magnitud de convertirse en la versión en español de Ellery Queen’s Mystery Magazine (aunque existen variaciones de contenido entre las dos ediciones), o el aporte histórico sobre acontecimientos económicos y sociales del país, hay información aún más valiosa a considerar.

 

En sus páginas aparecieron publicados los primeros referentes del policiaco mexicano, y autores de habla hispana avecindados en el país, algunos de ellos poco conocidos. Entre los más reconocidos figuran los ya mencionados Antonio Helú, Juan Bustillo Oro, Rafael Bernal, Adalberto Elías González y Ernesto Monato; sumados a ellos, se encuentran Enrique F. Gual, María Elvira Bermúdez, Raymundo Quiroz Mendoza, Roberto Cruz Piñón, Pepe Martínez de la Vega, Antonio Castro Leal. Existe más de una veintena de autores en español.

 

Para varios de estos escritores, la revista funcionó como el primer lugar de publicación para pasar posteriormente al libro; para otros fue al revés. Lo lamentable es que para otros la revista fue el primer y único lugar en que aparecieron sus textos. Un lector crítico podría apelar a la baja calidad literaria de algunos de los cuentos que ahí aparecen, pero también es cierto que la revista, como el género policiaco, ha sido relegado y denostado por mucho tiempo en nuestro país. Lo anterior puede deberse a que sus editores convocaban a autores amateurs a enviar sus textos, por lo que hubo un ejercicio que iba entre lo profesional y lo lúdico, ya que una característica de este tipo de publicaciones es que fueron espacios para la experimentación estética.

 

Entre estos escritores, los más conocidos y revalorados son Bernal, Helú, Bermúdez y, recientemente, Gual. Sus relatos permiten observar cómo un género de larga tradición en otros países fue asimilado y reelaborado en nuestro país. Por otro lado, es notable que el autor con más textos publicados en español haya sido una mujer, María Elvira Bermúdez, de la misma manera que la más traducida en esta misma revista, Agatha Christie con 53 cuentos.

 

El papel fundamental de Selecciones Policiacas y de Misterio como punto de congregación de los primeros autores de policiaco en México es sólo una parte de lo que ofreció para los lectores ávidos del género. Pues en la revista aparecieron en total más de 360 autores (varios con seudónimos) que, en su mayoría fueron de otras lenguas, principalmente el inglés. De este modo, la labor de traducción fue fundamental para introducir muchos de los textos que ahí aparecieron. Traducciones originales de editores y de algunos de los autores mencionados, así como de otros no tan conocidos que sólo aparecen como traductores. En la lista están E. Monato, A. Helú, R. Bernal, R. Gómez Kemp, A. E. González, Armando Villagrán, Alfonso Lapena, Eva Chávez M., Carmela Alonso Bernal, Fernando Cortés de la Peza, etcétera.

 

Selecciones Policiacas y de Misterio, además de introducir en México cientos de autores internacionales de policial y misterio, cumplió con diversas funciones invaluables, sin duda la más importante fue la de ser un puente entre la tradición literaria del género policial en el mundo y las nuevas plumas en español. Asimismo, fue relevante para las letras policiales la intervención de los editores en la generación de nuevos lectores, pues los textos aparecieron, como ya había señalado, acompañados de breves notas editoriales que, de manera clara, incluyeron información sobre las características que posee el género policial (clásico), antecedentes literarios sobre los autores, referencias a las adaptaciones cinematográficas de los textos publicados.

 

Por todo lo anterior, podemos reafirmar que Selecciones Policiacas y de Misterio se conformó y rodeó por intelectuales, pese a no ser reconocidos por el Estado o la historia de las letras, así como el enorme aporte que hizo durante su época para la formación de lectores del género policiaco.

 

 

FOTO: Antonio Helú, fundador de la revista Selecciones Policiales y de Misterio en 1946 y autor de la novela La obligación de asesinar (1957). La derecha, María Elvira Bermúdez, una de las escritoras mexicanas con mayor presencia en esa revista.

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