La seducción de lo terrible

Mar 16 • destacamos, Lecturas, Miradas, principales • 4290 Views • No hay comentarios en La seducción de lo terrible

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Loba, la novela de la escritora regiomontana narra una vida llena de horror, de belleza y crimen, de una violencia que habita el noreste de México

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POR EDUARDO ANTONIO PARRA

A Orfa Alarcón se le extrañaba, sí. Tras haber reunido una tropa de lectores fieles, encarnizados, con la salida de Perra brava en 2010, pasaron casi nueve años sin que hubiera en librerías otra novela suya —excepto la ficción para jóvenes Bitch doll, de 2014—. Pero si alguien creía que se trataba sólo de “darse a desear”, nada menos cierto: basta adentrarse en Loba, su nueva entrega, para advertir que esta autora nada conformista gastaba su tiempo en llevar hasta sus últimas consecuencias el relato que traía entre manos, explorar a fondo el espíritu de Lucy, su protagonista y narradora, trabajar la estructura con precisión de relojero, pulir el lenguaje y dar cadencia a ese ritmo vertiginoso que conduce al lector de sobresalto en sobresalto a través de una trama cargada de horror y ternura, de belleza y crimen, de violencia y amor.

 

Acaso el primer acierto del relato sea la configuración de Lucy y, por lo tanto, su voz: veinte años, hija única del millonario Lobo Quintanilla, gobernador de Nuevo León, siempre ha estado rodeada de quienes la cuidan, ha vivido en varias ciudades del mundo, aunque no conoce la realidad de la gente común. Todo esto nos lo narra ella misma, con un estilo en el que, más allá de los giros propios de una joven privilegiada de Monterrey, no deja de evidenciar su inocencia. Ingenua, depresiva, propensa a deslumbrarse ante la belleza, sobre todo ante la de los hombres, Lucy huye de su burbuja de cristal —la casa paterna, a la que llama “El Cielo”— en compañía de Rosso, su amante bellísimo. Un autobús los lleva a un pueblo en el desierto potosino (primer peldaño en su descenso a los infiernos), hasta que aparece Treviño, fiel guarura, y la regresa a los dominios del Lobo. Lucy no posee historia, o más bien no la conoce, pero sí sueños recurrentes: sueña con un hermano, una madre, una familia. No es religiosa; su único dios es el Lobo, quien a los cinco años le regaló su primera pistola para que siempre estuviera protegida.

 

A partir de este fallido escape Orfa Alarcón desgrana, en movimientos pendulares, los nebulosos recuerdos de Lucy niña y adolescente, cuyos coqueteos con el dolor y la muerte la han llevado a intentar suicidarse varias veces, y el presente donde continúa descendiendo peldaños infernales a través de la traición de Rosso que enfrenta a Lucy con su padre, de las revelaciones del oculto pasado familiar en boca de una abuela senil, de la irrupción del crimen en su universo, de la desaparición de sus amantes y de la ira del Lobo, quien la expulsa de su reino enviándola lejos sin dinero ni protección. Llega a la Ciudad de México donde, en tanto sufre carencias y humillaciones, comienza a atar cabos, a relacionar sus sueños con pláticas escuchadas en la infancia, a extraer recuerdos de lo más hondo de la memoria, a descubrir que las supuestas verdades con las que creció sólo escondían una realidad más terrible de que hubiera podido imaginar: sí tiene una familia, pero una familia maldita, según las propias palabras de su abuela:

 

 

Mis nietos no salieron buenas gentes. Las de Tina ahí están pululando, pero los otros no salieron buenas gentes. Pues cómo. Si todo empezó la noche que nos salió el Diablo.

 

 

Novela de aprendizaje donde la protagonista pierde a poco el candor de quien habita las capas más altas de la sociedad al descubrirse como un ser solitario e indefenso en medio de la barbarie, en Loba nada es lo que parece. Al caer los velos que cubrían el pasado familiar, Lucy comprende que proviene de una estirpe aberrante, mas en vez de horrorizarse ante la verdad se adapta a ella, convencida de que es mejor ser parte de un clan monstruoso, pero bello, que continuar huyendo de la soledad. Su descenso a los infiernos está plagado de pérdidas, pero en el mismo fondo encuentra la compañía que anhelaba desde niña. Y sin cuestionárselo, acepta integrarse a la maquinaria delictiva que hace fuerte a la familia.

 

La escritura de Orfa Alarcón no es complaciente con el lector. Al reflejar una realidad brutal sin hacer ninguna concesión a lo políticamente correcto, nos hace entender que lo que en verdad le importa es ser fiel a su universo narrativo, a la literatura. El discurso articulado por Lucy, contradictorio, lleno de paradojas, configura a un ser humano vivo que sorprende, irrita, enternece y atemoriza al mismo tiempo. Sus opiniones sobre la vida, sus definiciones del amor y de la belleza, se alejan lo suficiente de lo común y de lo trillado como para poner al lector a meditar en medio de estremecimientos. Incluso aventura opiniones sobre el oficio literario:

 

 

Desconfío de toda la gente que dice estar escribiendo. Desconfío de los que alardean, de los que dicen “aquí, pariendo historias”, de los que aún no concluyen una novela y ya saben de qué tratarán las siguientes tres. Será que para mí la escritura y el amor son lo mismo: han de gozarse con el pudor de lo secreto. Han de ser cosas íntimas, pertenecer a lo más profundo del corazón. Escribir es como tener un amante que se disfruta a escondidas. Es gozar con el poder de esconder la mentira más grande del mundo. Es sonreír sin razón al caminar por la banqueta.

 

 

Parte del ars poetica de la autora puesto en palabras de Lucy (quien, entre otras cosas, intentó escribir una novela), este párrafo explica por qué los lectores de Perra brava tuvimos que aguardar nueva años para leer Loba, una novela que enfrenta al lector con los temas más inquietantes de la literatura: el parricidio, la aparición del doble, la traición, el sojuzgamiento de los demás hasta su destrucción, la desintegración familiar, la venganza, la búsqueda del poder sin que importen las consecuencias, el crimen, la corrupción y el incesto. Y lo hace con la certeza de que eso que llamamos moral y eso que llamamos ley acaso sólo sean abstracciones sin ninguna relación verdadera con la conducta de los hombres, sí, pero también con la seducción de un lenguaje poético y a la vez violento, y con ese afán de provocar al lector que tienen las novelas difíciles de olvidar.

 

 

FOTO: Loba, Orfa Alarcón, México, Alfaguara, 2019, 330 pp. / Especial

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